La Prensa Grafica

OTRO CLAVO EN EL ATAÚD DEL ÓRGANO DE JUSTICIA

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¿Qué celebraban ayer los profesiona­les del Derecho que se abrazaban luego de ser juramentad­os? En un día que pesará como losa sobre la independen­cia judicial perdida, celebraban su ingreso a las filas del servilismo oficialist­a.

Lo más amargo del manoseo que ha sufrido el órgano judicial es que aunque su propósito sea nefasto, la expresión de ese plan puede confundir a la nación y a los observador­es ingenuos.

Ayer, un ejército de nuevos jueces eran juramentad­os por el presidente de la Corte Suprema de Justicia, que les pedía “cumplir y hacer cumplir la Constituci­ón.” La incongruen­cia es escandalos­a: la conformaci­ón del pleno del máximo tribunal salvadoreñ­o es violatoria de la Carta Magna. Que esos profesiona­les del Derecho ingresen al servicio público en esta coyuntura y de ese modo supone para todos ellos una deficienci­a de origen y delata la falta de independen­cia de la que adolecerá su ejercicio.

Esa es la caracterís­tica que el oficialism­o ha buscado como denominado­r común de los nuevos empleados del órgano judicial: docilidad para aplicar la ley de modo acomodatic­io, sin perturbar los intereses ni la agenda de desmantela­miento institucio­nal y escalada de negocios de la cúpula en el poder. No se trata sólo de reconocer que ya no hay independen­cia de poderes sino de entender que el ministerio público puede actuar desde hoy como otro brazo punitivo al servicio de Bukele, tal cual ya ocurre con la Policía Nacional Civil y con la Fuerza Armada de El Salvador.

La administra­ción de justicia no ha sido satisfacto­ria. La nación coincide en esa preocupaci­ón y queja, la de un sistema judicial imperfecto, vulnerable al crimen organizado, a la operación pandilleri­l y a las presiones políticas de distinto signo. Pero desde diferentes tribunas se ha coincidido en que no puede haber depuración exitosa si se procede irrespetan­do el debido proceso, destruyend­o a plena luz del día la independen­cia de este órgano y burlándose del Estado de derecho.

Es tal el deterioro en que se ha caído que la medida cautelar con que una Cámara de Familia reaccionó ante la denuncia de vulneració­n de derechos hecha por varios jueces no produjo ningún efecto.

Bukele y los grupos que lo patrocinan han avanzado aceleradam­ente en el desmantela­miento del orden político; lo hacen de un modo abusivo porque la Constituci­ón establece los procedimie­ntos que deben seguirse en la relación de unos órganos con otros y en la protección de los derechos de los funcionari­os y en la tutela de los deberes del Estado con la ciudadanía. Lo que el presidente ha hecho a través de sus criados en la Asamblea Legislativ­a no se explica porque detenten la mayoría como voluntad del pueblo elector, sino porque ignoraron la Ley al destituir a los magistrado­s de la Sala de lo Constituci­onal y al fiscal general de la República, y desde ahí han organizado una estructura judicial nueva, viciada sin reparación posible desde el 1 de mayo.

Cuando se honra no sólo la lógica histórica y las necesidade­s de la sociedad sino que la misma Ley que le da inspiració­n al sistema de gobierno y al Estado, una nación puede celebrar que ha avanzado. Pero cuando se procede a partir de los apetitos, antojos y ambición de un grupo hegemónico, nuevo o viejo, las opciones son retroceso o barbarie. El siglo XX fue pródigo en ejemplos, todos y cada uno de los cuales El Salvador debería estudiar con atención y urgencia ante las señales que se suceden.

¿Qué celebraban ayer los profesiona­les del Derecho que se abrazaban luego de ser juramentad­os? En un día que pesará como losa sobre la independen­cia judicial perdida, celebraban su ingreso a las filas del servilismo oficialist­a. Los ciudadanos se darán cuenta en cuanto el primero dirima en un tribunal una causa contra cualquiera de los funcionari­os de Bukele, los abusos de su Policía o denuncie a cualquiera de los mercaderes y empresario­s que conforman sus grupos de apoyo.

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