SE BUSCA EL NORTE
Según información difundida por medios masivos, 300 salvadoreños son detenidos diariamente por la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos. Las detenciones se han quintuplicado. Por más que se dice, por más que se hace, la emigración no se detiene. A diario niños, jóvenes y adultos se atreven y arriesgan todo y, con lo esencial, emprenden camino. A diario, niños menores sin acompañamiento salen del país esperanzados en la reunificación familiar. Se corren el riesgo de que la ilusión y la esperanza por una vida mejor se quede atrapada en la frontera, y no importa.
Los datos oficiales demuestran que el flujo de migrantes salvadoreños sigue creciendo, de once mil en enero, llega casi a trece mil en agosto del presente año. Migran solteros, migran grupos familiares y migran menores, cada uno con sus propias características y motivaciones. ¿Por qué siguen arriesgando la vida? ¿Por qué arriesgan la vida de los menores? ¿Por qué se atreven a dejarlo todo? las respuestas a estas preguntas tienen, seguro, un antecedente trágico.
Se busca la frontera del norte porque no pierden la esperanza de una vida mejor. Los salvadoreños son el quinto grupo más numeroso de migrantes. Se ha conocido la tragedia de cientos de haitianos que desde Chile viajan al país del norte y son perseguidos por patrulleros fronterizos montados en caballo tal como se hace con el ganado. Indignante, denigrante y criticable trato. A eso y más es lo que los migrantes se enfrentan en la frontera. Y a pesar de todo lo que se difunde, los salvadoreños continúan queriendo emigrar. ¿Qué está detrás?
¿Cómo no querer salir cuando en una sola nota periodística digital registran 8 jóvenes desaparecidos? Se entiende la emigración de grupos familiares porque ahora, como en la época de la guerra, los hijos e hijas jóvenes se enfrentan con el riesgo de maras que controlan el territorio y les amenazan. Se entiende la emigración porque la amenaza es la vida. Los progenitores prefieren salir como pueden con tal de alejar a los adolescentes y jóvenes del peligro local. Buscan el norte, ese país en donde tienen conocidos, amigos o parientes. Y si no los hay, no les importa porque buscan oportunidades y seguridad. Oportunidades de ganarse decentemente la vida.
¿Cómo no salir cuando se ha perdido el Estado de derecho? Los ciudadanos hemos perdido sistemáticamente nuestros derechos fundamentales. La libertad de expresarse crítica y respetuosamente como establece la Constitución de la República es perseguida si no está ceñida a la agenda gubernamental. La separación e independencia de poderes se ha perdido dejándonos sin posibilidad de amparo alguno. Unos se van por unas razones y otras, aunque el común denominador es el no encontrar espacios de realización personal y familiar. Esta es la realidad de los que emigran aunque en el reciente discurso en Naciones
Unidas se haya dicho que vamos por el camino de un desarrollo ejemplar y único.
Mientras se continúe con el autoengaño y la falta de reconocimiento de lo que significa el norte para la sobrevivencia y el desarrollo de los salvadoreños, se fortalecerá ese discurso gubernamental de desprecio hacia el país que da cabida a más de un millón de salvadoreños. Más temprano que tarde, esto tendrá consecuencias serias en la comunidad que vive legalmente en el norte y en la que está varada en la frontera aspirando a refugio y asilo. La actitud del gobierno con la comunidad internacional y con los países del norte pone en aprietos a todos porque reduce las oportunidades de desarrollo. Y esto, a nadie le conviene.
Esta es la realidad de los que emigran aunque en el reciente discurso en Naciones Unidas se haya dicho que vamos por el camino de un desarrollo ejemplar y único.