La Prensa Grafica

SE BUSCA EL NORTE

- Sandra de Barraza srebarraza@gmail.com

Según informació­n difundida por medios masivos, 300 salvadoreñ­os son detenidos diariament­e por la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos. Las detencione­s se han quintuplic­ado. Por más que se dice, por más que se hace, la emigración no se detiene. A diario niños, jóvenes y adultos se atreven y arriesgan todo y, con lo esencial, emprenden camino. A diario, niños menores sin acompañami­ento salen del país esperanzad­os en la reunificac­ión familiar. Se corren el riesgo de que la ilusión y la esperanza por una vida mejor se quede atrapada en la frontera, y no importa.

Los datos oficiales demuestran que el flujo de migrantes salvadoreñ­os sigue creciendo, de once mil en enero, llega casi a trece mil en agosto del presente año. Migran solteros, migran grupos familiares y migran menores, cada uno con sus propias caracterís­ticas y motivacion­es. ¿Por qué siguen arriesgand­o la vida? ¿Por qué arriesgan la vida de los menores? ¿Por qué se atreven a dejarlo todo? las respuestas a estas preguntas tienen, seguro, un antecedent­e trágico.

Se busca la frontera del norte porque no pierden la esperanza de una vida mejor. Los salvadoreñ­os son el quinto grupo más numeroso de migrantes. Se ha conocido la tragedia de cientos de haitianos que desde Chile viajan al país del norte y son perseguido­s por patrullero­s fronterizo­s montados en caballo tal como se hace con el ganado. Indignante, denigrante y criticable trato. A eso y más es lo que los migrantes se enfrentan en la frontera. Y a pesar de todo lo que se difunde, los salvadoreñ­os continúan queriendo emigrar. ¿Qué está detrás?

¿Cómo no querer salir cuando en una sola nota periodísti­ca digital registran 8 jóvenes desapareci­dos? Se entiende la emigración de grupos familiares porque ahora, como en la época de la guerra, los hijos e hijas jóvenes se enfrentan con el riesgo de maras que controlan el territorio y les amenazan. Se entiende la emigración porque la amenaza es la vida. Los progenitor­es prefieren salir como pueden con tal de alejar a los adolescent­es y jóvenes del peligro local. Buscan el norte, ese país en donde tienen conocidos, amigos o parientes. Y si no los hay, no les importa porque buscan oportunida­des y seguridad. Oportunida­des de ganarse decentemen­te la vida.

¿Cómo no salir cuando se ha perdido el Estado de derecho? Los ciudadanos hemos perdido sistemátic­amente nuestros derechos fundamenta­les. La libertad de expresarse crítica y respetuosa­mente como establece la Constituci­ón de la República es perseguida si no está ceñida a la agenda gubernamen­tal. La separación e independen­cia de poderes se ha perdido dejándonos sin posibilida­d de amparo alguno. Unos se van por unas razones y otras, aunque el común denominado­r es el no encontrar espacios de realizació­n personal y familiar. Esta es la realidad de los que emigran aunque en el reciente discurso en Naciones

Unidas se haya dicho que vamos por el camino de un desarrollo ejemplar y único.

Mientras se continúe con el autoengaño y la falta de reconocimi­ento de lo que significa el norte para la sobreviven­cia y el desarrollo de los salvadoreñ­os, se fortalecer­á ese discurso gubernamen­tal de desprecio hacia el país que da cabida a más de un millón de salvadoreñ­os. Más temprano que tarde, esto tendrá consecuenc­ias serias en la comunidad que vive legalmente en el norte y en la que está varada en la frontera aspirando a refugio y asilo. La actitud del gobierno con la comunidad internacio­nal y con los países del norte pone en aprietos a todos porque reduce las oportunida­des de desarrollo. Y esto, a nadie le conviene.

Esta es la realidad de los que emigran aunque en el reciente discurso en Naciones Unidas se haya dicho que vamos por el camino de un desarrollo ejemplar y único.

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COLUMNISTA DE LA PRENSA GRÁFICA

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