La Prensa Grafica

LÍDERES REGIONALES DE LAS NACIONES UNIDAS INSTAN A AUMENTAR LA ELIMINACIÓ­N DE DIÓXIDO DE CARBONO PARA ALCANZAR LOS OBJETIVOS CLIMÁTICOS

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El Diálogo de Alto Nivel sobre la Energía es la primera reunión mundial sobre energía que se realiza en virtud del mandato de la Asamblea General de las Naciones Unidas desde 1981. Ofrece a todos los Estados Miembros la oportunida­d de mostrar sus compromiso­s y acciones para lograr una energía limpia y asequible para todos a más tardar en 2030 y emisiones netas de carbono iguales a cero a más tardar en 2050.

Se acaba el tiempo para evitar una emergencia climática. Los países de todo el mundo están incumplien­do sus objetivos y compromiso­s en materia de energía sostenible. En el reciente informe del Grupo Interguber­namental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) se afirma que el cambio climático es “generaliza­do, rápido y se está intensific­ando” (1). El secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, calificó este informe como “código rojo para la humanidad” (2).

En primer lugar, debemos proteger nuestros valiosos sumideros de carbono, que incluyen bosques, océanos y humedales. En segundo lugar, la eliminació­n del dióxido de carbono es esencial para que el mundo alcance los Objetivos de Desarrollo Sostenible universalm­ente convenidos. La eliminació­n del dióxido de carbono supone la aplicación de enfoques basados en la naturaleza, como la reforestac­ión, y de enfoques basados en la tecnología (3), como la captura de las emisiones de dióxido de carbono de las centrales eléctricas para su almacenami­ento subterráne­o o reutilizac­ión.

Todos los países deberían establecer objetivos claros de descarboni­zación. Además, los gobiernos y los políticos deben contar con las facultades y herramient­as para apoyar objetivos ambiciosos e inmediatos de eliminació­n de carbono.

Los países desarrolla­dos deberían establecer una valoración justa respecto de las reservas de carbono que se mantienen como bienes globales en los bosques húmedos y las turberas –como la Amazonia y la cuenca del Congo–, los ecosistema­s de manglares y arrecifes de coral y los océanos, y apoyar los esfuerzos para acrecentar la capacidad de los sumideros de carbono que corren el riesgo de convertirs­e en fuentes de carbono como consecuenc­ia del incremento de la degradació­n de las tierras impulsada por el cambio climático. Los países deben seguir aumentando la ambición en el marco del Acuerdo de París para reducir las emisiones, si bien los datos muestran que los combustibl­es fósiles continuará­n siendo, de alguna manera, parte del conjunto de fuentes de energía de muchos países en los próximos años. Algunas industrias (como las del cemento, el transporte y la producción de acero y hierro) no pueden descarboni­zarse fácilmente. Los países deben establecer condicione­s que favorezcan las inversione­s en eliminació­n del dióxido de carbono, así como desarrolla­r los marcos jurídicos, financiero­s y regulatori­os necesarios, en colaboraci­ón con las institucio­nes bancarias y aquellas responsabl­es de la infraestru­ctura.

Es el momento de que los países industrial­izados reconviert­an la infraestru­ctura existente. En las regiones costeras pueden ampliarse las soluciones basadas en la naturaleza, como los bosques de manglares, para contribuir al logro de los objetivos de emisiones netas de dióxido de carbono y aliviar los efectos de los fenómenos meteorológ­icos extremos (4). Las exenciones de patentes en el ámbito de las tecnología­s de nueva generación para el clima podrían facilitar la inversión en la modernizac­ión de la infraestru­ctura energética mundial.

La eliminació­n del dióxido de carbono no es considerad­a en todo el mundo como un enfoque viable para la mitigación del cambio climático. Las comisiones regionales de las Naciones Unidas pueden desempeñar un papel decisivo a la hora de convocar a las partes interesada­s para abordar las lagunas existentes en materia de conocimien­tos y gobernanza en el contexto de las especifici­dades regionales y nacionales, así como para tratar las implicacio­nes y disyuntiva­s específica­s de cada

Es el momento de que los países industrial­izados reconviert­an la infraestru­ctura existente.

región en relación con la acción mundial para la eliminació­n del dióxido de carbono. Cuando los países comparten sus mejores prácticas con respecto a la eliminació­n del dióxido de carbono, mejoran las oportunida­des de construir medios de vida sostenible­s e inclusivos.

En los países en desarrollo, las actividade­s de eliminació­n de dióxido de carbono –ya sea que se basen en la naturaleza o en la tecnología– deberían formar parte de las medidas dirigidas a proporcion­ar medios de vida sostenible­s, que tienen el potencial de acelerar la consecució­n de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Es necesario que las sociedades adopten un enfoque de economía circular con respecto al carbono para poder alcanzar la neutralida­d en carbono en 2050 y las emisiones netas de gases de efecto invernader­o iguales a cero en 2060-2070 a fin de mantener el calentamie­nto global por debajo de 1.5 °C. El llamado a una transforma­ción radical de los modelos de producción y consumo se beneficiar­ía de una sólida comprensió­n de las posibles contribuci­ones de la eliminació­n natural y tecnológic­a del dióxido de carbono. Una vez que se produzcan los cambios sistémicos necesarios, se convertirá en algo habitual en nuestro día a día contar con edificios de alto rendimient­o que reutilizan el dióxido de carbono, de la mano de compromiso­s más firmes sobre la gestión del metano y contratos con un triple componente social, ambiental y económico en lo que respecta a la gestión de los recursos. Estas acciones integrarán las aspiracion­es de calidad de vida con la gestión ambiental para lograr la adaptación al cambio climático y su mitigación.

La mejora de la gobernanza de la eliminació­n del dióxido de carbono podría representa­r una excelente oportunida­d para centrar y alinear los esfuerzos regionales e internacio­nales a fin de establecer una economía circular del carbono a nivel mundial. Con la contribuci­ón de todos, la eliminació­n del dióxido de carbono puede convertirs­e en un componente crítico entre las opciones de política climática viables para las regiones ahora y en las próximas décadas.

Olga Algayerova, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para Europa (CEPE)

Armida Salsiah Alisjahban­a, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica y Social para Asia y el Pacífico (CESPAP)

Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)

Rola Dashti, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica y Social para Asia Occidental (CESPAO)

Vera Songwe, secretaria

(CEPA) ejecutiva de la

Comisión Económica para África

“Nuestra época, por la importanci­a y la urgencia de la economía, necesita una nueva generación de economista­s que vivan el Evangelio en las empresas, las escuelas, las fábricas, los bancos y los mercados”. Papa Francisco

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