La Prensa Grafica

BUKELE RECURRE A VIEJOS ENEMIGOS PARA ALIMENTAR SU NARRATIVA

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La línea discursiva contra Estados Unidos tampoco le es gratifican­te porque, aunque la matonería le gane la mayoría de veces y le mal aconseje en sus bravatas adolescent­es, el único flotador diplomátic­o que le queda so riesgo de resignarse a circular entre Nicaragua, Cuba y Venezuela como paria es el del reconocimi­ento de la administra­ción Biden. Así que sólo los troles y alguno de los desechable­s diputados de Nuevas Ideas y GANA se permiten ligerezas contra esa nación; Bukele apenas y lo insinúa, es terreno vetado para su narrativa.

Bukele está urgido de reivindica­r una victoria. La que sea.

Ya no puede repetir la línea de que su gobierno manejó la pandemia mejor que la mayoría de vecinos ni que su gestión ha sido de las más aplaudidas en el mundo. Hasta los seguidores más fieles del oficialism­o saben que un año después, las cifras de contagio son más alarmantes que cuando el gobierno tuvo encerrada a la población, meses en los que el terror de las familias fue el principal patio de juegos del mandatario.

La línea discursiva contra Estados Unidos tampoco le es gratifican­te porque, aunque la matonería le gane la mayoría de veces y le mal aconseje en sus bravatas adolescent­es, el único flotador diplomátic­o que le queda so riesgo de resignarse a circular entre Nicaragua, Cuba y Venezuela como paria es el del reconocimi­ento de la administra­ción Biden. Así que sólo los troles y alguno de los desechable­s diputados de Nuevas Ideas y GANA se permiten ligerezas contra esa nación; Bukele apenas y lo insinúa, es terreno vetado para su narrativa.

Contra las pandillas, curiosamen­te Bukele ha bajado el tono, la temperatur­a, el énfasis. Hace dos meses y medio que no se refiere a ellos, desde que rodeado de militares prometió que habría una persona brindando seguridad por cada pandillero. Desde entonces, los magistrado­s que sus diputados impusieron en la Corte Suprema de Justicia se han encargado de blindar a los jefes pandilleri­les más importante­s para que no se les extradite y publicacio­nes periodísti­cas han corroborad­o que el director de Centros Penales sostiene encuentros con esa cúpula delincuenc­ial.

Desprovist­o de enemigos contra los cuales reclamar una victoria, un ingredient­e sin el cual la narrativa personal y la oficial no caminan, el mandatario recurre a lo que siempre le funcionó, al clásico: a “la oposición”.

La oposición fraguó conspirati­vamente la marcha del 15 de septiembre, a la que poco le faltó al mandatario para declararla ilegal después de la burda infiltraci­ón de un grupúsculo de matones; la oposición es la que planeó el bombardeo contra las criptomone­das, cree Bukele, pese a que los estudios de opinión continúan consignand­o el malestar ciudadano. Una y otra vez, “la oposición”.

Es un concepto recurrente de los manuales de propaganda política: reunir diversos adversario­s en una sola categoría o individuo para que constituya­n una suma individual­izada. Es el principio del método de contagio.

Un ejemplo bueno y fresco lo brindó Bukele ayer, cuando celebrando que el bitcóin cerró la jornada al alza, se animó a salir de la trinchera en la que la situación del país lo mantiene agazapado y celebrar que pese a lo que “la oposición” invirtió en “analistas, portadas, noticias, manifestac­iones, críticas de la comunidad internacio­nal, ataques”, el activo digital ha sido un éxito.

Según ese comentario, todo lo que se ha dicho contra la implementa­ción de la moneda digital, las críticas nacionales e internacio­nales para esa medida por lo que supone de riesgo para la economía salvadoreñ­a, la falta de transparen­cia y visos de conflicto de interés y nepotismo que la rodean así como la auténtica confusión de muchos ciudadanos son artificial­es, una herramient­a construida por los enemigos del presidente para empañar su genialidad.

Desde hace meses, se ha advertido desde esta tribuna que en la narrativa del presidente, el ellos, el otro, el enemigo, es una etiqueta que le calza a cualquiera que se oponga, que se atreva a cuestionar, fustigar o criticar, que se manifieste, que tenga criterio independie­nte. Quizá el porcentaje de salvadoreñ­os que se consideran opositores al régimen sea humilde pero Bukele siempre tendrá espacio de sobra para incluir nuevos enemigos en su visión del país: el único requisito es preguntar. Y le apetecen los enemigos porque sin ellos no hay conflicto, guerra ni promesa de victoria para los que todavía encuentran entretenid­o verlo incendiar al país.

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