FUSAL: 35 AÑOS DE COMPROMISO CON IMPACTO
Llegué a FUSAL de la mano de mi abuelo Luis Poma a principios de los noventa. Mi primera tarea como voluntario fue empacar cajas de donaciones y despachar medicamentos. Yo era un adolescente emocionado con la idea de trabajar en la organización que mi abuelo había iniciado junto a otros amigos empresarios. Notaba su entusiasmo por ayudar a los demás y quería ser parte de ese proyecto que lo mantenía con una sonrisa.
La Fundación había sido creada en 1986 como una respuesta del corazón de muchos salvadoreños, quienes, como mi abuelo Luis, sentían la profunda necesidad y la firme responsabilidad de ayudar a las familias más vulnerables que habían sido afectadas por el terremoto de esa época y por el conflicto armado. Con los años, la organización amplió sus ejes de acción y actualmente ejecuta programas en las áreas de atención de emergencias, nutrición, primera infancia, calidad educativa y desarrollo local. Este 6 de octubre, FUSAL cumplió 35 años y sigo siendo un voluntario, emocionado como el primer día. Muchas cosas han cambiado, particularmente en el último año y medio debido a la pandemia por covid-19, pero nuestros valores y nuestro compromiso con el desarrollo del país se mantienen firmes.
La pandemia nos ha retado a innovar, a ser aún más estratégicos en la operación de nuestros programas, que siguieron funcionando con todas las medidas de bioseguridad a pesar de las adversidades, para cuidar los avances logrados y porque servir en los momentos más difíciles es lo que hemos hecho por más de tres décadas.
Me siento orgulloso de que nuestra institución esté preparada para ser líder en medio de una situación tan excepcional. A lo largo de nuestra trayectoria hemos aprendido que el corazón es igual de importante que la técnica. Por eso nos hemos esforzado en medir el impacto de lo que hacemos y en transformar la información en acciones que brinden una solución sostenible.
Somos muchas las personas que celebramos los logros de 35 años de trabajo y hemos ayudado a escribir esta historia. Nuestra Junta Directiva, liderada por mi tío Ricardo Poma, ha robustecido nuestra institución; nuestros donantes y aliados nos han brindado su generosidad y confianza; nuestros colaboradores nos inspiran con su entrega y hacen que las transformaciones ocurran; y las comunidades con las que trabajamos, así como sus voluntarios, son un ejemplo para todos por su resiliencia y deseos de superación.
FUSAL es un proyecto del máximo compromiso que uno puede tener por su país, por su sociedad, por la comunidad en la que existe. Seguiremos adelante con nuestra misión de aliviar las necesidades que más afectan a las familias salvadoreñas, a través de programas eficientes y de impacto. Así lo habría querido mi abuelo Luis. Así lo queremos todos nosotros.
Me siento orgulloso de que nuestra institución esté preparada para ser líder en medio de una situación tan excepcional. A lo largo de nuestra trayectoria hemos aprendido que el corazón es igual de importante que la técnica.