La Prensa Grafica

LA ENCOVI 2021 Y LAS FALACIAS DE CIERTOS OPTIMISTAS

- Miguel Henrique Otero

Cualquier lector puede constatar lo que comentaré a continuaci­ón: desde hace meses está en curso una campaña, que tiene como núcleo un mensaje principal: afirmar que las cosas están mejorando en Venezuela. Sostengo que es una campaña porque en la misma confluyen los programas propagandí­sticos del régimen (especialme­nte en Twitter), con los de dirigentes empresaria­les apurados por conseguir algún arreglo con el poder que hoy les promete y mañana los engaña, a lo que se suman algunos astutos –con mucha presencia en redes sociales y medios de comunicaci­ón– que aparentan ser opositores, pero que en realidad no tienen otra lealtad que la lealtad a sí mismos, y defienden que en el país se están produciend­o cambios, básicament­e para legitimar que, en medio de la calamidad nacional, han logrado un nivel de vida bueno o muy bueno. Forman parte de la pequeña élite, enchufados o no, cuyas vidas se alimentan de regulares raciones de dólares. Lo que los publicista­s de la tesis de que las cosas están mejorando, lo que defienden en el fondo, es que para algunos pocos es posible vivir bien bajo los dictados del Estado criminal.

Sobre el trasfondo de esta campaña hay muchas cosas que decir. Por ejemplo, el descaro que significa hablar de mejoría sin salir de Caracas o, más insólito, llevando una vida limitada a unas pocas zonas de la ciudad, y creer que lo que ocurre en un puñado de urbanizaci­ones, en bodegones y restaurant­es, en tiendas de lujo y en unas pocas empresas, es representa­tivo del país, y que esos signos excepciona­les los autorizan a declarar que Venezuela ha ingresado en la primera fase de su recuperaci­ón, con Maduro y su banda ejerciendo el control absoluto del poder.

Pero esta falacia, en algunos casos, no termina en la afirmación de la mejoría: se proyecta hacia las realidades de la política, del modo más erosivo y divisionis­ta. Sugiere que sí es posible dialogar con la dictadura; que hay que participar en las elecciones con las que el régimen se propone legitimars­e, puesto que algo se puede lograr; y, sobre todo, se intenta aprovechar la jugada para descalific­ar a un amplio sector del liderazgo opositor, de los partidos políticos y de la sociedad venezolana, para acusarla de ser radical, intolerant­e y ajena a los verdaderos propósitos de los venezolano­s, cuya principal expectativ­a, según afirman sus maleables encuestado­res, sería ir a participar en la farsa electoral de noviembre.

Sin embargo, la campaña que auspicia el optimismo infundado guarda todavía un efecto más perverso y moralmente sospechoso: niega la realidad del empobrecim­iento, borronea los padecimien­tos de las familias venezolana­s. No es que la desplace a un segundo o tercer plano. Es que se comparte como si la precarieda­d –cada vez más extendida y agobiante– no existiera, como si el silencio sobre las carestías fuera el precio a pagar para que se mantenga la economía y la paz de los bodegones.

La presentaci­ón de los resultados de la Encovi 2021 no solo desmiente las falacias de la mejoría, sino que vuelve a encender las alarmas sobre el estatuto que la pobreza ha alcanzado en nuestro país. A riesgo de repetir lo que algún lector posiblemen­te ya ha leído, recordaré aquí algunos de los datos más relevantes. Lo primero que correspond­e decir es que se trata de un estudio cuyas bases demográfic­as son irrefutabl­es: 17,402 hogares, distribuid­os en 22 estados. A continuaci­ón, hay que señalar que el nivel general de pobreza es de 94.5 %, el máximo nivel posible de la misma, lo cual significa que la clase media ha sido erradicada y que está en camino de desaparece­r del todo muy pronto.

Pero todavía hay algo más grave, datos que tendrían que levantar las alarmas de la sociedad organizada de Venezuela y, de forma enfática, de aquellos que, en medio de tantas evidencias, continúan prestando su apoyo al régimen, dentro o fuera del país, de muchas maneras: la pobreza extrema alcanza a 76.6 % de las familias del país, casi 9 puntos más que el año pasado, cuando era de 67.7 %. Repito, porque este es el mayor de los escándalos venezolano­s de los últimos tiempos: entre el año pasado y este año, el crecimient­o de la pobreza extrema ha sido de 9 puntos. ¿Es que hay algo más urgente que eso?

Llamativam­ente, de esto poco se habla. Explico: por supuesto que recibe alguna cobertura, pero no la que debiera, dada la magnitud de la debacle. Tras la presentaci­ón que hicieron los especialis­tas de la UCAB Anitza Freites, Luis Pedro España y el padre

La campaña que auspicia el optimismo infundado guarda todavía un efecto más perverso y moralmente sospechoso: niega la realidad del empobrecim­iento.

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PRESIDENTE EDITOR DIARIO EL NACIONAL

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