NADA NOS VENDRÁ POR VÍA GRATUITA: TODO TENEMOS QUE IRLO HACIENDO POSIBLE EN LA MEDIDA DE NUESTRO COMPROMISO Y NUESTRO ESFUERZO
Pasó ya, y ojalá que definitivamente, la época en que los salvadoreños nos sometíamos a los mandatos del poder establecido con apenas algunos brotes de rebeldía circunstancial. Y lo que va quedando de manifiesto es que, al ver las cosas dentro de un aura positiva, se va haciendo cada vez más patente que la democracia va pasando de los conceptos a las prácticas, como debe ser. Y dentro de esta lógica tenemos que seguirnos moviendo, lo cual constituye la mejor expresión de que el país en su conjunto va orientándose de veras por la ruta del desarrollo, que siempre necesita bases estructurales, sociales y de conducta colectiva. En este gran esfuerzo proyectivo la educación de las personas desde el inicio de la vida juega un papel fundamental, porque son los seres humanos en las diversas etapas de su desempeño en familia y en sociedad los protagonistas indiscutibles e insustituibles de toda esta dinámica. Esto implica ir abriendo conciencias para que el plan común se haga de veras factible en los hechos, de tal manera que la alianza natural entre el pasado, el presente y el futuro cobre vida donde debe hacerlo: en el correr de los días y en el tránsito de los sucesos. Todos, sin distingos de ninguna índole, somos seres en transición, y esta fundamental característica es la que define nuestra personalidad y la de todas las obras que emprendamos. Es decir, las cosas no suceden por obra de voluntades ajenas a las nuestras, aunque sí hay desde luego inspiraciones trascendentales que nos iluminan y nos orientan: nuestro devenir, pues, es obra de lo que somos y de lo que hacemos, en todos los planos de la vida. Por lo anterior, nuestro compromiso y nuestro esfuerzo son la receta superior del destino personal y colectivo. Esto nunca debemos perderlo de vista, para no continuar tropezando en el afán.