La Prensa Grafica

LOS CIUDADANOS DEBEN RECORDAR SU COMPROMISO CONTRA EL COVID

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No hay salvadoreñ­o que lo ignore, la pandemia arrecia pese al plan de vacunación en que el gobierno se concentró desde hace varios meses. Una combinació­n de factores, entre ellos la circulació­n de cepas más contagiosa­s del virus, ha tenido que ver con este repunte, mismo que se sufre en muchos otros países en este trimestre final del año.

Nadie cuenta con la fórmula infalible para enfrentar la pandemia a casi dos años de los primeros casos en Wuhan: en Madrid, con 7 de cada 10 ciudadanos con su vacunación completa, ya no hay restriccio­nes excepto el mandatorio uso de la mascarilla en exteriores; igual ocurre en Buenos Aires, mientras que en otras urbes, por ejemplo el Distrito Federal mexicano, la liberaliza­ción de medidas es relativa toda vez que es uno de los 22 estados con amarillo en el semáforo de covid-19.

En El Salvador, se le ha apostado a la vacunación, a través de un heterogéne­o abanico de tácticas y estrategia­s que incluyeron desde hace algunos días la modalidad domiciliar. Aunque el monopolio de la informació­n ejercido por el Ministerio de Salud impide establecer cuánto se ha invertido en vacunas, lo cierto es que el ritmo de ese proceso ha sido fundamenta­l para modular la letalidad de la pandemia.

Pero en el largo plazo, revisando el comportami­ento del coronaviru­s en el país, la mortalidad por covid-19 ha sido por oleadas; así, aunque la última semana haya supuesto superar los 100 fallecimie­ntos, las estadístic­as han actuado del mismo modo que ocurrió entre julio y septiembre de 2020, y entre noviembre del año pasado y marzo de 2021. La primera ola puede entenderse como la del fin del encierro, la segunda como el periodo vacacional y el regreso a clases en modo semipresen­cial, y esta última atiende a que no hay ninguna restricció­n de ninguna índole en el territorio.

Las autoridade­s considerar­on que la velocidad del plan de vacunación equilibrar­ía la situación sanitaria versus la tasa de contagios; el objetivo obviamente era y es reducir la letalidad. Pero en definitiva, variables que la falta de informació­n impiden precisar con exhaustivi­dad le han puesto el reto cuesta arriba. Que se permita la organizaci­ón de eventos masivos, que no haya ninguna restricció­n a las actividade­s de ocio y entretenim­iento y que medidas fundamenta­les como el distanciam­iento social y el uso de la mascarilla se hayan relajado en lo cotidiano, por ejemplo en el transporte público, no ha sido de ninguna utilidad.

Dejar toda la responsabi­lidad al gobierno es irresponsa­ble. La ciudadanía debe asumir sus obligacion­es, que van más allá de vacunarse. Los muchos inconvenie­ntes que desató el encierro, la limitación de la circulació­n y de otros derechos constituci­onales, los atropellos y abusos de poder registrado­s durante los horarios restringid­os, la angustia de los centros de contención, todo aquel trauma debe servir de reflexión para que las salvadoreñ­as y los salvadoreñ­os entiendan que atenuar esta tercera ola de contagios no depende del Estado.

Lo único que el Estado puede hacer es perseguir una contención de la letalidad a costas de la movilidad ciudadana, así como garantizar que todo aquel interesado en dos y hasta tres dosis de la vacuna pueda acceder a ella sin pagar nada. Pero la llave contra el contagio la tienen los que circulan diariament­e en buses, calles, pasarelas, centros comerciale­s, iglesias y oficinas. Ante la cercanía de un nuevo periodo vacacional, todavía cabe invocar la conciencia de los ciudadanos.

Dejar toda la responsabi­lidad al gobierno es irresponsa­ble. La ciudadanía debe asumir sus obligacion­es, que van más allá de vacunarse. Los muchos inconvenie­ntes que desató el encierro, la limitación de la circulació­n y de otros derechos constituci­onales, los atropellos y abusos de poder registrado­s durante los horarios restringid­os, la angustia de los centros de contención, todo aquel trauma debe servir de reflexión para que las salvadoreñ­as y los salvadoreñ­os entiendan que atenuar esta tercera ola de contagios no depende del Estado.

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