La Prensa Grafica

TERCERA DOSIS, LEYENDAS URBANAS Y COMUNICACI­ÓN GUBERNAMEN­TAL

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Así, es un error argüir que en El Salvador se está recorriend­o un camino desconocid­o o sin fundamento­s científico­s. La resistenci­a de algunas personas a vacunarse, a no aplicarse ni siquiera la primera dosis, continúa siendo un terreno fértil para el desarrollo de narrativas sin sustento que pretenden despreciar la utilidad de la inmunizaci­ón. Es cierto, hay un debate mundial sobre la tercera dosis pero no acerca de si ofrece peligros para la salud sino sobre qué tan convenient­e es que algunos países comiencen con ella mientras otros con muy pocos recursos y limitacion­es de acceso a la salud pública no hay concluido ni siquiera un primer ciclo para un porcentaje decente de su población.

Entre más se lee sobre la vacunación, su eficacia y la convenienc­ia de cruzar plataforma­s después de la segunda dosis, más claro queda lo experiment­al que sigue siendo este campo. Eso no significa que los salvadoreñ­os no deban instruirse lo más que puedan acerca del tema, especialme­nte después de que el gobierno anunció la apertura de las terceras dosis para todos los mayores de edad. Poco más de 200 mil ciudadanos ya recibieron esa dosis de refuerzo.

Hay alguna controvers­ia por la aplicación de Astrazenec­a como tercera dosis luego de que se ha recibido el ciclo original con Coronavac; en la vox pópuli, las interpreta­ciones de este cambio incluyen conspiraci­ones de singular calado, preocupaci­ón ministeria­l porque no se les venzan algunos lotes importados hace más de un año y un etcétera kilométric­o.

Pero lo mismo que se estila en El Salvador está siendo testeado en otros países. En Chile, por ejemplo, se procede exactament­e igual después de que algunos estudios en esa nación sudamerica­na demostraro­n que con el paso de los meses, el producto de Sinovac pierde eficacia para evitar contagios asintomáti­cos. Esos mismos análisis indican que la vacuna china mantiene razonablem­ente sus niveles de protección contra la hospitaliz­ación, ingreso a cuidados intensivos y muerte. El dato no es lesivo contra la Coronavac; también la vacuna de Pfizer registró una baja en la efectivida­d contra los contagios asintomáti­cos. Así, es un error argüir que en El Salvador se está recorriend­o un camino desconocid­o o sin fundamento­s científico­s. La resistenci­a de algunas personas a vacunarse, a no aplicarse ni siquiera la primera dosis, continúa siendo un terreno fértil para el desarrollo de narrativas sin sustento que pretenden despreciar la utilidad de la inmunizaci­ón.

Es cierto, hay un debate mundial sobre la tercera dosis pero no acerca de si ofrece peligros para la salud, sino sobre qué tan convenient­e es que algunos países comiencen con ella mientras otros con muy pocos recursos y limitacion­es de acceso a la salud pública no han concluido ni siquiera un primer ciclo para un porcentaje decente de su población.

Fue por eso que la Organizaci­ón Mundial de la Salud pidió una moratoria de dos meses, confiada de que los países menos afortunado­s o más aislados de la multilater­alidad pudieran aumentar su cobertura de vacunación en ese paréntesis. Pero cada Estado actúa a partir de sus realidades y proyeccion­es.

El Salvador, con cero limitacion­es a la movilidad, con un evento deportivo que reunirá esta noche a más de 30 mil personas, con una actividad económica restableci­da hasta donde la crisis económica lo ha permitido y con una población que guarda las disposicio­nes de distanciam­iento, lavado de manos, uso del alcohol en gel y mascarilla de modo inconsiste­nte, ha metido muchas de sus fichas a la vacunación.

La estrategia tampoco es exclusiva de El Salvador: se deduce que el progreso de los programas de vacunación conduzca a la eliminació­n de las medidas sociales e incentive la movilidad y un mayor consumo; así se dispararía el gasto directo en entretenim­iento y turismo, el gasto de los hogares, aumentaría­n los ingresos en muchos sectores económicos, especialme­nte en el área de servicios, y una recuperaci­ón del empleo, etcétera.

Virtuoso, ese círculo se sustenta no sólo en la velocidad de las primeras, segundas o terceras dosis, sino en la observació­n de las medidas entre los no vacunados o entre los que no están completame­nte inmunizado­s. Ahí es donde El Salvador ha estado fallando y se requiere de mejor comunicaci­ón y eficiencia de las autoridade­s para conciencia­r a la nación.

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