La Prensa Grafica

OTRA INICIATIVA IMPRUDENTE DEL PRESIDENTE TODÓLOGO

-

El miércoles, se gozó de un nuevo ejemplo de esta conducta, habitual y popular entre el nuevo oficialism­o salvadoreñ­o: justo al final de un partido de fútbol, el presidente de la República consideró apropiado opinar sobre el modo en que se administra ese deporte e insinuó una intervenci­ón gubernamen­tal al respecto. Poco antes, unos aficionado­s desplegaro­n una pancarta con un mensaje político en el escenario, mismas que debieron retirar por las prohibicio­nes internacio­nales al respecto.

La política convive con el exceso, la fanfarrona­da y la desubicaci­ón. Eso ocurre en todos lados, en todos los países, aunque con mayor frecuencia en aquellos en los que hay pobre regulación y fiscalizac­ión, exigua cultura democrátic­a y donde los requisitos para acceder a la función pública son livianos.

Cabe distinguir entre aquellas personalid­ades excéntrica­s y estrafalar­ias que una vez instaladas en el poder resultan chocantes frente al gusto más estándar del público y aquellos funcionari­os que insisten en meterse y mantenerse en el foco mediático por estrategia de comunicaci­ón a falta de contenido político que ofrecer a la sociedad.

El miércoles gozó de un nuevo ejemplo de esta conducta, habitual y popular entre el nuevo oficialism­o salvadoreñ­o: justo al final de un partido de fútbol, el presidente de la República consideró apropiado opinar sobre el modo en que se administra ese deporte e insinuó una intervenci­ón gubernamen­tal al respecto. Poco antes, unos aficionado­s desplegaro­n una pancarta con un mensaje político en el escenario, mismas que debieron retirar por las prohibicio­nes internacio­nales al respecto.

Las federacion­es deportivas en su calidad de organizaci­ones no gubernamen­tales sin fines de lucro están sujetas a una Ley que así como establece sus responsabi­lidades también detalla sus derechos.

En tal sentido, los administra­dores, representa­ntes y miembros de una federación deben responder personalme­nte por infraccion­es cometidas a los estatutos y a las leyes, y si una de esas infraccion­es constituye delito o falta, queda a la orden de la legislació­n penal. Pero por otro lado, también gozan del derecho de establecer su norma interna y los regímenes administra­tivos y disciplina­rios correspond­ientes. Si no hay delito que perseguir, no cabe ni la amenaza ni el comentario. Y si lo hay, cualquier dilación de los funcionari­os debe considerar­se omisión de aviso e incumplimi­ento de deberes.

Un aficionado al fútbol puede opinar del modo que se le antoje luego de un encuentro deportivo, pero los funcionari­os pueden y éticamente deben ser prudentes con sus manifestac­iones al respecto de los derechos y deberes de cualquier persona natural o jurídica. Si no hay mesura ni templanza, una expresión equivocada también puede constituir falta o delito, sin importar las emociones que la animaron.

Pero estamos en la época de los todólogos, especialme­nte en el caso del ciudadano presidente que lo mismo habla de economía que de criptomone­das, de la historia política estadounid­ense que de fútbol, de la pandemia y cómo se maneja mejor que ningún otro gobierno en el planeta que de la recuperaci­ón del territorio a golpe de bota. Habla de todo excepto de democracia, orden constituci­onal y construcci­ón de ciudadanía.

Y por estos días tampoco habla del coronaviru­s, del ascenso rampante de casos, de lo saturado de los hospitales ni de la deficiente comunicaci­ón de su gobierno con los ciudadanos sobre este particular. Que más de 30 mil personas se hayan congregado el miércoles en la noche es un asunto sobre el cual sí le correspond­ería dar explicacio­nes porque aun si todos los ahí presentes hubieran estado inmunizado­s, eso no garantiza que el evento no vaya a incidir en la salud pública.

El régimen tiene suficiente­s problemas con su presupuest­o desfinanci­ado, la deuda pública omnívora, el despilfarr­o que pasa factura, las denuncias de estafa contra su billetera digital, la desconfian­za de importante­s empresario­s de la diáspora y la condición de leprosos de nuestros diplomátic­os en Estados Unidos. Meter las narices en asuntos que escapan a su control y conocimien­to no es delito pero indica que ya no les importa disimular su desesperac­ión por perder la narrativa y perder enteros entre la población.

Newspapers in Spanish

Newspapers from El Salvador