¿UNA NUEVA PROYECCIÓN INTERNACIONAL DE EL SALVADOR?
En el discurso ante la 76.ª sesión anual de la Asamblea General de Naciones Unidas de hace unos días, el presidente de la República evocó acontecimientos ocurridos desde el siglo pasado, que han venido afectando a los países en su conjunto, con las crisis recurrentes de diferente tipo y sus problemas, que no siempre han sido atendidas y deben afrontarse en sus diversos niveles, reiterando su escepticismo sobre el papel desempeñado por la ONU, y el sistema del multilateralismo, término utilizado en las relaciones internacionales para referirse a la actividad conjunta de varios países sobre una cuestión determinada (Wikipedia), y enraizado en los diferentes organismos especializados e instituciones internacionales que tienen desempeño en el ámbito económico, financiero, social, educativo, cultural, de salud, y otros, de los que nuestro país es parte, trabaja con ellos y recibe asistencia y cooperación en buena medida.
El Salvador, a decir del mandatario, se esforzará en adelante por seguir un camino propio, arrogándose el derecho de hacerlo y sin medir las consecuencias y, seguramente, otros gobiernos más que poner atención a lo que se hará a nivel externo, se interesarán mucho en las intenciones y alcances de cómo se enfocarán las acciones a desarrollar en el plano interno.
Se puede pensar en forma diferente siempre y cuando las circunstancias del país lo permitan, en la búsqueda de nuevos caminos para mejorar el entendimiento y la cooperación para el desarrollo, pero aquí, como que se le apuesta más al camino del modelo Singapur, la ciudad-estado insular (más pequeño que el departamento de San Salvador), enclavado en el sudeste asiático, que siguió un camino propio, convirtiéndose en modelo de éxito económico a nivel mundial, pero a costa de la limitación del ejercicio de los derechos humanos y las libertades fundamentales de la población, y un gobierno de partido único que, sin embargo, para hacer una buena administración y gestión, puso en práctica un código moral confuciano, con principios éticos, normas y valores morales, colocando al pequeño Estado en un bajo nivel, en el listado de corrupción mundial y, en el plano externo, lejos de mantenerse aislado de la comunidad internacional, proyectando en sus relaciones una visión de acercamiento con los países de mayor interés, y participación activa en los principales organismos e instituciones multilaterales.
En lo que toca al multilateralismo, ha sido un tema común en el accionar internacional porque los Estados, por sí solos, no pueden enfrentar los problemas comunes y crisis que se les presentan, y El Salvador lo ha venido reconociendo en la ONU, a tal grado que a finales de 2020 fue elegido copresidente del Grupo de Trabajo para la Revitalización de la Asamblea General de la ONU, para enfrentar mejor los desafíos actuales como el impacto del covid-19. Y no olvidemos el importante desempeño del organismo mundial, en el complejo proceso de los Acuerdos de Paz, que posibilitaron la finalización del conflicto armado.
El tiempo dirá cómo será esa nueva proyección de El Salvador en el ámbito internacional si sigue su propio camino, y bajo sus propias responsabilidades, debiendo valorarse, por otro lado, que como país en desarrollo no puede apartarse y situarse al margen de un mundo cada vez más interdependiente y que al final de cuentas, está promoviendo un nuevo multilateralismo que posibilita más el diálogo, el respeto de los Estados y la defensa de los derechos fundamentales, y con objetivos con los que se identifican cada vez más los Estados. De allí los desafíos y la importancia de las diversas formas de la cooperación multilateral, como la técnica, financiera y de salud, entre otras, tan necesarias para nuestro país en estos momentos.
Aquí, como que se le apuesta más al camino del modelo Singapur (...) que siguió un camino propio, convirtiéndose en modelo de éxito económico a nivel mundial, pero a costa de la limitación del ejercicio de los derechos humanos y las libertades fundamentales de la población.