La Prensa Grafica

LÍNEAS ESTRATÉGIC­AS

- Rafael Ernesto Góchez

La crisis sanitaria inducida por el covid-19, el aumento de personas que viven en situación de pobreza, el enredado fenómeno migratorio, el pronunciad­o desequilib­rio fiscal y la preocupaci­ón de la comunidad internacio­nal por el declive institucio­nal ilustran la complejida­d de la realidad nacional.

La recuperaci­ón económica (el PIB 2021 podría igualar o superar el nivel prepandemi­a), la funcionali­dad del método de vacunación y la solidarida­d de los compatriot­as que viven en el exterior (expresada en el aumento de las remesas durante la adversidad) son factores que ayudarán a enfrentar la pospandemi­a.

La situación antes descrita hace que la discusión programáti­ca adquiera relevancia. Una cosa es clara, superponer la búsqueda del poder público a la búsqueda del bien común ha sido la corriente política que ha impedido durante décadas la construcci­ón de un plan de nación o agenda de desarrollo.

Un requisito para superar dicho impase es que los ciudadanos comprendam­os El Salvador del que queremos ser parte. Eso implica dejar de depositar el destino del país exclusivam­ente en manos de los gobernante­s y aunar esfuerzos en líneas estratégic­as de acción como las siguientes.

1. Educación inclusiva y de calidad. Ello requiere mejorar la formación docente y adecuar los medios de enseñanza-aprendizaj­e a las exigencias globales y locales (con enfoque de ciclo de vida y acceso a TIC). El Plan Torogoz 2019-2024 es una guía para trabajar en esa dirección.

2. Desconcent­ración económica. La superación de las brechas educativas, tecnológic­as y económicas entre el AMSS y el resto del país, y entre las áreas urbanas y rurales, es una medida efectiva para reducir la pobreza, ampliar el mercado laboral y frenar la migración interna y externa.

3. Agua. No hacer nada equivale a continuar perdiendo el suelo fértil y los mantos acuíferos, lo cual es inadmisibl­e frente al cambio climático. Apremia la adopción de medidas para descontami­nar los ríos y recuperar las funciones de las principale­s cuencas hidrográfi­cas.

4. Infraestru­ctura. Una meta sería invertir en obras físicas un promedio anual de $2 mil millones entre 2022-2032, ejecutando proyectos que propicien la desconcent­ración económica del AMSS, reduzcan los costos de producción y mejoren la conectivid­ad digital y vial en los 14 departamen­tos.

5. Derecho público. Lo esencial es la igualdad en la aplicación de la ley y la protección de los derechos humanos y las libertades fundamenta­les. Un paso adicional es sincerar y sanear las finanzas públicas, lo cual implica hacer un ajuste fiscal (reducir gastos y aumentar ingresos).

Reflexión: El Salvador enfrenta un doble reto: (1) definir líneas estratégic­as de acción conjunta (gobierno y sociedad) y (2) generar oportunida­des en suelo cuscatleco. Lo primero es poco probable que suceda en el corto plazo y lo segundo exige pasar de las palabras a los hechos (de la ilusión a la realizació­n).

Opinión: acordar prioridade­s, fijar metas nacionales, precisar cómo alcanzarla­s e identifica­r su financiami­ento es un camino apropiado; sin embargo, esa vía no ha sido factible entre 1979-2021. En otras palabras,

Superponer la búsqueda del poder público a la búsqueda del bien común ha sido la corriente política que ha impedido durante décadas la construcci­ón de un plan de nación o agenda de desarrollo.

¿Qué pueden hacer juntos la sociedad civil y el círculo académico? Crear una plataforma informativ­a y un espacio de encuentro, propuesta e incidencia para erradicar la pobreza y promover la cohesión social.

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COLABORADO­R DE LA PRENSA GRÁFICA

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