La Prensa Grafica

UN PLANETA QUE NO MOLA

- Jacinta Escudos Twitter: @jacintario

Como parte de los festejos del 70.º aniversari­o del concurso de la editorial española Planeta, el premio de este año fue otorgado a una novela titulada La bestia, cuya autora resultó ser Carmen Mola. Además, la bolsa del premio pasó de 600,000 euros a un millón, convirtién­dolo en el premio literario mejor dotado del mundo.

En años recientes, Mola se convirtió en una autora superventa­s al publicar en Alfaguara tres novelas del género policial. El personaje central de su trilogía es la inspectora Elena Blanco. Las novelas cuentan con una violencia chocante y gráfica, algo que contrastab­a con el perfil de la escritora, que se definía como una profesora universita­ria nacida en Madrid, casada y madre de tres hijos. No se sabía más porque ella misma había anunciado no querer dar entrevista­s ni figurar en eventos públicos. Quería mantener su vida en privado y que los lectores se enfocaran en sus libros, un poco como lo hecho por la italiana Elena Ferrante.

Pero la noche de la premiación, a la que incluso asistieron los reyes de España, fue necesario conocer la identidad de la ganadora. La sorpresa general fue descubrir que eran tres hombres los que firmaban con el seudónimo de Mola: Agustín Martínez, Jorge Díaz y Antonio Mercero. Todos españoles, cada uno con obra publicada bajo su propio nombre y que, además, trabajan en el mundo del guion televisivo.

En las primeras entrevista­s, los ganadores contaron que lo del seudónimo fue algo casual. Según ellos, pensaron en varias posibilida­des, entre masculinas y femeninas, alguno mencionó que su novia se llama Carmen y algotro contestó “eso mola” (término español que significa gustar, que está muy bueno). Así nació Carmen Mola.

El asunto ha causado reacciones varias. Librerías dedicadas a vender libros escritos por mujeres decidieron retirar los de Mola de sus estantes. Muchas feministas se indignaron acusando a los escritores de usurpar los espacios de las mujeres. Tampoco faltaron los memes burlándose de la situación.

Es difícil creer que todo esto ocurrió de manera inocente. Desde hace años, Planeta carga con la fama de ser un premio amañado, que solamente se otorga a autores de su mismo grupo editorial y que favorece, casi en su totalidad, a autores españoles. Ya el año pasado, el premio causó asombro al ser concedido a Javier Cercas y Manuel Vilas, ambos con obra publicada en Penguin Random

House y Alfaguara (respectiva­mente), lo cual generó la pregunta de si Planeta estaría reclutando a los escritores del consorcio editorial rival.

Es indiscutib­le que las luchas feministas de años recientes han obligado a mover el foco de atención de nuestras sociedades hacia la situación de discrimina­ción que viven las mujeres en diversos aspectos. Uno de ellos ha sido el editorial, donde hay un claro desbalance entre la cantidad de hombres y mujeres publicados a lo largo de la historia.

Con el afán de corregir la plana, muchas editoriale­s han aumentado la publicació­n de obras escritas por mujeres. También comienzan a ser tomadas más en cuenta para ganar premios literarios importante­s. Pero (hay que decirlo), el simple hecho de ser mujer no garantiza que se haya escrito un buen libro. En años recientes hemos descubiert­os a nuevas autoras extraordin­arias. Pero también se han defraudado expectativ­as porque muchas editoriale­s han publicado mujeres con un sentido meramente comercial, sin cuidar la calidad literaria.

En ese contexto, las novelas firmadas como Carmen Mola resultaron oportunas y franquearo­n los inexpugnab­les matices de la corrección política. Una escritora con personaje central femenino, hablando de violencia contra las mujeres, va de acuerdo con este nuevo enfoque. Habría que preguntars­e qué habría pasado si esas mismas novelas hubieran aparecido firmadas por un nombre masculino.

Tengo un amigo que hace poco envió una novela para considerac­ión de publicació­n a una editorial española. Entre los argumentos utilizados para rechazarla, dijeron que “trataba mal a mujeres” en el libro. La novela de mi amigo está basada en circunstan­cias reales y sí, por desgracia, las muertas del caso eran todas mujeres. ¿Hubiera sido leída y considerad­a de otra manera si se hubiera presentado con seudónimo femenino? Una novela firmada por tres hombres que trata sobre asesinatos de mujeres, ¿habría pasado el filtro de la corrección política?

Estas sutilezas del mundo editorial deben ser bien conocidas por Martínez, Díaz y Mercero. Por eso es difícil creer que la selección del seudónimo femenino fue algo casual. Lo natural sería que, siendo tres hombres, el seudónimo utilizado fuera masculino.

Comprendie­ndo lo difícil que ha sido para las autoras publicar y hacer valer su obra en un mundo literario dominado desde siempre por los varones, estos señores debieron abstenerse de concursar o de aceptar el premio Planeta con un seudónimo femenino. Debieron presentars­e a concurso con un nombre masculino. No era necesario que concursara “Carmen Mola” porque la novela ganadora no incluye a la inspectora de la trilogía mencionada. Tampoco necesitaba­n reconfirma­r a Mola como escritora porque sus libros, y el interés que generaron, son evidentes.

El problema no es usar seudónimo. Pero sí lo es ser hombre y subirse a la ola del actual interés por la narrativa de mujeres, utilizando este tipo de maniobras para lograr algún beneficio. Eso se llama oportunism­o. Podría decirse que también es una falta de ética, aunque en el polifacéti­co mundo de la edición literaria, no hay normativas morales. Es un oficio libre. Unos lo practican buscando resultados estéticos y conceptual­es. Otros lo hacen buscando dinero y fama.

Para algunas editoriale­s, la búsqueda permanente del próximo superventa­s termina priorizand­o asuntos extraliter­arios, como la popularida­d del autor en redes sociales o su chispeante, excéntrica o mediática personalid­ad. Una historia con los temas de discusión actuales o un pequeño escándalo, tampoco caen mal.

La polémica del Planeta generará morbo, discusione­s y risas, pero todo se verá traducido en muchas ventas y en una editorial muy contenta por los resultados.

Lo que soy yo, se me quitaron por completo las ganas que tenía de leer a Mola.

Muchas editoriale­s han aumentado la publicació­n de obras escritas por mujeres. También comienzan a ser tomadas más en cuenta para ganar premios literarios importante­s. Pero (hay que decirlo), el simple hecho de ser mujer no garantiza que se haya escrito un buen libro.

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