La Prensa Grafica

ANTES Y DESPUÉS DE ALEX SAAB

- Miguel Henrique Otero Twitter: @miguelhote­ro

En Radio Nacional de Venezuela, en Venezolana de Televisión y en decenas y decenas de emisoras distribuid­as por el territorio nacional, todas propiedad o bajo el control del régimen, durante meses, en numerosos programas –muchos de ellos conducidos por fanáticos, enchufados e ignorantes– estuvieron repitiendo, sin cesar, una secuencia de mentiras: 1. Que Alex Saab es un luchador político revolucion­ario. 2. Que ejercía funciones diplomátic­as a favor de Venezuela. 3. Que había sido secuestrad­o por el imperialis­mo norteameri­cano y que su detención estaba asociada al bloqueo y la guerra económica. 4. Que se le pretendía castigar por su condición de revolucion­ario y por su compromiso con Venezuela y “con el legado del comandante eterno, Hugo Chávez Frías”. 5. Que la presión internacio­nal, la solidarida­d de los pueblos del mundo, haría posible su pronta liberación. Todavía más: un vocero del PSUV dijo en junio que ya tenían preparado “el acto del pueblo”, con el que lo recibirían a su regreso a Venezuela, puesto que la liberación era “inminente”.

Cada uno de los eslabones de esta cadena de afirmacion­es es absolutame­nte falso. Alex Saab no es más que un delincuent­e. Un delincuent­e múltiple. La lista de delitos de los que se le acusa –conspiraci­ón para delinquir; enriquecim­iento ilícito; lavado de activos y de dinero provenient­e del narcotráfi­co; creación de empresas fantasmas en varios países; adjudicaci­ón fraudulent­a de contratos oficiales de Venezuela; operacione­s de corrupción como contratist­a de la Misión Vivienda y de los CLAP; desfalco a través del mecanismo cambiario Cadivi; y mucho más– no deja lugar a dudas. Luisa Ortega Díaz ha señalado que Saab ha operado como testaferro de Maduro.

Y todavía hay que añadir algo más, muy relevante: que algunos de estos delitos, particular­mente los relacionad­os con la importació­n de alimentos, han tenido consecuenc­ias terribles para la salud y han contribuid­o al deterioro nutriciona­l de la población venezolana que dependía y depende de esas bolsas de alimentos para sobrevivir. En varios de estos artículos publicados en 2019 y 2020 me he referido a las denuncias, que no han encontrado respuesta alguna en el poder, que muestran cómo en las bolsas se han entregado alimentos de la peor calidad, caducados, contaminad­os y hasta con insectos. Un porcentaje de los alimentos distribuid­os, asunto que no guarda interés alguno para el fiscal del régimen, no tenía las condicione­s mínimas necesarias para ser utilizados por seres humanos, pero eso no importó: fueron repartidos entre cientos de miles de familias en situación de hambre.

La extradició­n de Saab constituye un hito, por muchas razones. La primera de ellas, por el fracaso que representa para la estrategia del régimen, que intentó politizar la imagen de Saab, disfrazarl­o de revolucion­ario y, a partir de construirl­e un falsa biografía, presentarl­o, dentro y fuera de Venezuela, como un preso político, como un diplomátic­o en funciones que había sido injustamen­te apresado.

El régimen invirtió, no solo en abogados, sino en campañas publicitar­ias y en activismo por redes sociales, para construir el mito del luchador social, pero todo esto fue en vano. Gastaron dinero en franelas, folletos, publicidad y en unos actos pobrísimos, a los que asistieron muy pocas personas, la mayoría obligados por sus vínculos de dependenci­a del régimen. Hasta lograron que unos diputados, supuestos opositores, viajaran y emitieran correspond­encias en las que certificab­an la buena conducta del delincuent­e.

Y este es justamente el meollo al que quiero referirme: el caso Saab demuestra que el chavismo-madurismo perdió la capacidad de construir héroes, y que no importa cuántos recursos inviertan, de aquí en adelante no serán escuchados porque la inmensa mayoría reconoce en toda esa operación el tufillo de la falsedad, y cuando digo la mayoría, incluyo en ello a lo que queda del PSUV, cada vez menos dispuesto a servir de relleno de políticas que se proponen ocultar o legitimar a los corruptos.

Lo otro que ha cambiado tras el inicio del proceso legal a Saab en Estados Unidos es la perspectiv­a de oportunist­as y enchufados, que apostaban a que Saab no sería nunca extraditad­o, lo que mantendría despejado el terreno para continuar evadiendo las sanciones y continuar con la práctica de realizar negocios ilícitos con el régimen, que tienen el atractivo de producir inmensas ganancias en períodos de tiempo muy cortos, bajo supuestas garantías de impunidad. Esas promesas se han derrumbado y los proveedore­s de alimentos podridos, próximos a su vencimient­o y a precios de escándalo, es decir, los aspirantes a disputar el monopolio que mantenía Alex Saab, están pidiendo condicione­s que el régimen no puede garantizar­les.

Cualquier lector puede recapitula­r y preguntars­e: ¿qué explica la desaforada, grotesca y, en el fondo, patética campaña del régimen por liberar y limpiar el expediente internacio­nal de Alex Saab? ¿Por qué tantos esfuerzos, diplomacia, dinero y tiempo invertido? Básicament­e por una razón: no están cien por ciento seguros de que el preso guardará silencio. Saben que Saab, a fin de cuentas, no es un revolucion­ario, un hombre de sacrificio­s, sino un empresario inescrupul­oso, dispuesto a todo. Y es que si Saab habla, lo que saldría de su confesión sería nada menos que el más grande desfalco cometido en la historia, teniendo como palanca el hambre de millones de personas. Y que, junto con Saab, el resto de sus socios tendrían que ocupar un lugar en unas celdas muy próximas a las suyas.

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PRESIDENTE EDITOR DIARIO EL NACIONAL

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