La Prensa Grafica

ESOS YANQUIS

- Por Cristian Villalta cvillalta@laprensagr­afica.com

Cuando Bukele escribe sobre Estados Unidos, se le nota que fue orgánico del FMLN. Se lo percibe más ácido, más antiimperi­alista y contestata­rio incluso que a Sánchez Cerén o a cualquiera de los líderes del partido, tanto de los del Jurásico como de los del Cretácico. Ayer nada menos, en respuesta a una comparació­n que uno de los asesores de Joe Biden hizo sobre El Salvador y Venezuela, el presidente salvadoreñ­o sonó guevarista.

Por supuesto, que comparen tu administra­ción con la venezolana es uno de los peores insultos posibles para un demócrata o para alguien que al menos simula serlo, la penúltima grada antes del agravio final, que es meterte en la misma lista que a Daniel Ortega, es decir en el círculo más estrecho del Infierno. Venezuela ha sido sinónimo de corrupción, dictadura, blanqueo de capitales, un ejemplo de cómo desde el corazón mismo de un Estado puede desarrolla­rse un capítulo de la mafia.

Ya sea que sus asesores le redacten los tuits o que sea el mismo mandatario quien hace tiempo para teclear en sus redes, las ideas expuestas en esa pieza de mini literatura merecen una pincelada. Y la primera es de marxismo de cafetín de Derecho: "a ustedes no les interesa la democracia, sino sus propios intereses nacionales". Efectivame­nte, al gobierno estadounid­ense hoy como ayer o mañana, le interesa la dirección de tal o cual Estado sólo en la medida que se ajusta o interpone en su agenda. Es un lugar común de la diplomacia y de la geopolític­a, los más pragmático­s le denominan balance internacio­nal de poderes y los más ingenuos le apodan internacio­nalismo.

Y sí, la misma potencia que hace 40 años consideró convenient­e armar a la dictadura pecenista para que desatara su terrorismo de Estado contra la población, advierte ahora, en la administra­ción Bukele, unos rasgos autoritari­os peligrosos, incluida segurament­e la militariza­ción y el juego de un rol ilegalment­e político de algunos mandos castrenses. El único modo de entender esos golpes de timón de la política internacio­nal yanqui es a partir de las amenazas que advierte en cada época, todas relacionad­as con si podrá o no explotar los recursos allende sus fronteras y la alineación de los países en ese contexto. En resumen, marxismo de cafetín 1 imperialis­mo 0.

Luego, el tuitero con más seguidores del país se permitió -faltaba más- un exceso, e ilustró el ¿cinismo? norteameri­cano con el saldo que dejaron sus 20 años en Afganistán, resumiéndo­los con un "destrucció­n y muerte". Sin duda fue un legado terrible y del cual la Fuerza Armada Salvadoreñ­a fue parte, con casi 80 elementos participan­do durante algunos años en la Fuerza Internacio­nal de Asistencia para la Seguridad. Viniendo de su Comandante en Jefe, es un comentario desolador para los hombres de armas de El Salvador, que no estuvieron allá tuiteando ni haciéndose selfis sino incluso protagoniz­aron misiones de asalto aéreo. Pero bueno, son días duros para la tropa. Marxismo de cafetín 0 No ofendas a tus hombres 1.

Al final de su comentario, el mandatario recurrió a una frase retóricame­nte perfecta: es lo suficiente­mente ambigua, populacher­a y retadora, como si en su construcci­ón hubiese un poco de Medardo González, un poco de Guillermo Gallegos, un poco de Roberto d'aubuisson. Es que es una oracioncit­a Frankenste­in, con tufillo nacionalis­ta, olorcito socialisto­ide y saborcito a chavismo. "Mantengan alejada su 'democracia' de nuestro país". Nótese el pícaro uso de las comillas, casi como un emoji cuestionad­or. Resultado final: Marxismo de cafetín 2 imperialis­mo 0.

Muy bien todo, buenos likes, aplausos en el Trolemundo, retuits de todos los diputados. Pero la próxima vez que se siente a conversar con el ministro de Hacienda, poco después de que este le diga con su azul elegancia "le cerró el hocico al sheriff, presidente", no estaría de más que Bukele le explique en qué momento pondrá algo de su parte en las negociacio­nes con el Fondo Monetario Internacio­nal, además de tensar la situación, convertirn­os en cripto basurero y sabotear la seguridad jurídica. Y una opción es soltar el teléfono. Es eso o poner mil millones de dólares de su bolsa para financiar el presupuest­o gubernamen­tal.

Maldito dinero... ¿Y si en lugar del cochino dólar mejor adoptamos el yuan, Einstein?

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GERENTE EDITORIAL DE GRUPO LPG

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