ESOS YANQUIS
Cuando Bukele escribe sobre Estados Unidos, se le nota que fue orgánico del FMLN. Se lo percibe más ácido, más antiimperialista y contestatario incluso que a Sánchez Cerén o a cualquiera de los líderes del partido, tanto de los del Jurásico como de los del Cretácico. Ayer nada menos, en respuesta a una comparación que uno de los asesores de Joe Biden hizo sobre El Salvador y Venezuela, el presidente salvadoreño sonó guevarista.
Por supuesto, que comparen tu administración con la venezolana es uno de los peores insultos posibles para un demócrata o para alguien que al menos simula serlo, la penúltima grada antes del agravio final, que es meterte en la misma lista que a Daniel Ortega, es decir en el círculo más estrecho del Infierno. Venezuela ha sido sinónimo de corrupción, dictadura, blanqueo de capitales, un ejemplo de cómo desde el corazón mismo de un Estado puede desarrollarse un capítulo de la mafia.
Ya sea que sus asesores le redacten los tuits o que sea el mismo mandatario quien hace tiempo para teclear en sus redes, las ideas expuestas en esa pieza de mini literatura merecen una pincelada. Y la primera es de marxismo de cafetín de Derecho: "a ustedes no les interesa la democracia, sino sus propios intereses nacionales". Efectivamente, al gobierno estadounidense hoy como ayer o mañana, le interesa la dirección de tal o cual Estado sólo en la medida que se ajusta o interpone en su agenda. Es un lugar común de la diplomacia y de la geopolítica, los más pragmáticos le denominan balance internacional de poderes y los más ingenuos le apodan internacionalismo.
Y sí, la misma potencia que hace 40 años consideró conveniente armar a la dictadura pecenista para que desatara su terrorismo de Estado contra la población, advierte ahora, en la administración Bukele, unos rasgos autoritarios peligrosos, incluida seguramente la militarización y el juego de un rol ilegalmente político de algunos mandos castrenses. El único modo de entender esos golpes de timón de la política internacional yanqui es a partir de las amenazas que advierte en cada época, todas relacionadas con si podrá o no explotar los recursos allende sus fronteras y la alineación de los países en ese contexto. En resumen, marxismo de cafetín 1 imperialismo 0.
Luego, el tuitero con más seguidores del país se permitió -faltaba más- un exceso, e ilustró el ¿cinismo? norteamericano con el saldo que dejaron sus 20 años en Afganistán, resumiéndolos con un "destrucción y muerte". Sin duda fue un legado terrible y del cual la Fuerza Armada Salvadoreña fue parte, con casi 80 elementos participando durante algunos años en la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad. Viniendo de su Comandante en Jefe, es un comentario desolador para los hombres de armas de El Salvador, que no estuvieron allá tuiteando ni haciéndose selfis sino incluso protagonizaron misiones de asalto aéreo. Pero bueno, son días duros para la tropa. Marxismo de cafetín 0 No ofendas a tus hombres 1.
Al final de su comentario, el mandatario recurrió a una frase retóricamente perfecta: es lo suficientemente ambigua, populachera y retadora, como si en su construcción hubiese un poco de Medardo González, un poco de Guillermo Gallegos, un poco de Roberto d'aubuisson. Es que es una oracioncita Frankenstein, con tufillo nacionalista, olorcito socialistoide y saborcito a chavismo. "Mantengan alejada su 'democracia' de nuestro país". Nótese el pícaro uso de las comillas, casi como un emoji cuestionador. Resultado final: Marxismo de cafetín 2 imperialismo 0.
Muy bien todo, buenos likes, aplausos en el Trolemundo, retuits de todos los diputados. Pero la próxima vez que se siente a conversar con el ministro de Hacienda, poco después de que este le diga con su azul elegancia "le cerró el hocico al sheriff, presidente", no estaría de más que Bukele le explique en qué momento pondrá algo de su parte en las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional, además de tensar la situación, convertirnos en cripto basurero y sabotear la seguridad jurídica. Y una opción es soltar el teléfono. Es eso o poner mil millones de dólares de su bolsa para financiar el presupuesto gubernamental.
Maldito dinero... ¿Y si en lugar del cochino dólar mejor adoptamos el yuan, Einstein?