CAMBIO TECNOLÓGICO Y MERCADO LABORAL
Ignacio Apella y Gonzalo Zunino (CEPAL, 2022) analizan la evolución del perfil del empleo en América Latina según las tareas que los trabajadores desempeñan en sus ocupaciones. Ellos han estimado el impacto del cambio tecnológico en el mercado laboral y concluyeron que ha aumentado la demanda de trabajadores en ocupaciones en que se hace un uso intensivo de las capacidades cognitivas, las cuales ofrecen una remuneración superior a las ocupaciones de tareas manuales. Las competencias cognitivas son, por tanto, fundamentales para la inserción laboral en la actualidad y el futuro.
El cambio tecnológico (digitalización, robótica y más) es un hecho ineludible. Además, el avance tecnológico abre la posibilidad de elevar el bienestar de la población y reducir la pobreza, gracias a una mayor productividad. Consiguientemente, es conveniente entender el perfil del empleo que la sociedad y el mercado demandan. De ahí la importancia, hoy día, de las competencias cognitivas.
Las competencias cognitivas son las tareas que se relacionan con el procesamiento de la información, la capacidad de ampliar conocimientos y el desarrollo de habilidades del pensamiento. Las tareas cognitivas no rutinarias son realizadas por trabajadores muy calificados, por requerir análisis y relaciones personales, creatividad, capacidad para resolver problemas y habilidades de comunicación (diseñadores, ingenieros, administradores, especialistas en informática, profesores y otros).
El cambio tecnológico también tiene algunas consecuencias negativas: (a) el avance de la robótica y digitalización hace que algunas actividades corran el riesgo de quedar obsoletas y ser sustituidas por un programa informático, dando lugar al desempleo tecnológico, y (b) la automatización y comunicación digital podrían agravar la desigualdad.
El desafío educativo es enorme para la sociedad salvadoreña dado que (1) menos del 3 % de los docentes de educación superior tiene un nivel de doctorado, (2) la mayoría de los docentes universitarios son a tiempo parcial y no realizan investigación académica, (3) arriba del 95 % de los profesionales universitarios proviene de hogares con mayores ingresos, (4) cerca del 90 % de los estudiantes de educación superior no se gradúa o no se gradúa a tiempo.
Ante tan retador panorama, habría que prestarle atención a la oferta educativa (calidad de la infraestructura informática, formación del profesorado y aprendizajes alcanzados por los estudiantes). De no evaluar la calidad de la enseñanza, es probable que aumente el número de bachilleres que –al momento de graduarse– ya estén excluidos de la educación superior y del mercado laboral por sus limitadas competencias.
Reflexión: los países con mejor futuro son aquellos que están elevando su productividad a través del cambio tecnológico (incluyendo la innovación agrícola). Las perspectivas económicas son desalentadoras para aquellos países en los que la mayoría de los trabajadores labora en el sector informal y realiza tareas manuales. El gran reto es, entonces, transitar hacia una economía del conocimiento (el número de empleados que efectúan tareas cognitivas no rutinarias es aún reducido en El Salvador).
Conclusión: el avance tecnológico puede dejar rezagados a numerosos salvadoreños. ¿Qué hacer? Adaptarse, mejorando la calidad educativa. ¿Cómo? (1) Fomentando la educación en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. (2) Reforzando la oferta de la capacitación continua (en función de la demanda del mercado). (3) Fortaleciendo la formación docente. (4) Promoviendo la habilidad de aprender a aprender y el bilingüismo en la niñez. En síntesis, el nivel de educación de las personas será cada vez más importante para encontrar un buen empleo.
Las perspectivas económicas son desalentadoras para aquellos países en los que la mayoría de los trabajadores labora en el sector informal y realiza tareas manuales.