CUBOS, LO MÁS VISIBLE
Todos los expertos concordaron en que lo más “conocido” del PCT son los Centros Urbanos de Bienestar y Oportunidades (CUBO), que fueron implementados en la Fase II y creados para la prevención de la delincuencia en los jóvenes.
guridad y de sus fases.
“Han transcurrido tres años desde que se anunció el Plan Control Territorial, sin embargo, aún no hemos podido ver un documento completo, ni siquiera de las fases que según el presidente ya no tendrían que ser reservadas porque ya se implementaron. Esto significa que no ha sido posible evidenciar analizar y contrastar las metas propuestas por dicho plan”, dice Zaira Navas, jefa de Derecho y Seguridad de Cristosal.
La abogada aseguró que en las primeras fases fueron más publicidad que resultados. Según el gobierno, la Fase I fue de incursión a territorios y represión del delito e incluía oportunidades para los jóvenes y prevención de la violencia en comunidades en riesgo. En la tercera, vía redes sociales, anunció la modernización de las fuerzas de seguridad y en la cuarta y quinta fase se suponía que la FAES y la Policía iban a “arrebatar y tomar los territorios a las pandillas”, según el discurso oficial. La semana pasada, el presidente Bukele informó que las fases 5,6 y 7 del PCT serán secretas.
En febrero pasado, una investigación de LA PRENSA GRÁFICA y Alharaca, quienes tuvieron acceso a dos copias del Plan, reveló que el Gobierno no estaba ejecutando ninguna de las acciones descritas en papel, ni siquiera 9 de febrero de 2020 ni durante el primer año de la pandemia de covid-19.
A la fecha, el Gobierno celebra como logro la “reducción de los homicidios”, señala Navas, pero considera que en ese aspecto se ha dado un uso irregular en las estadísticas. “Las personas desaparecidas no cuentas en dichos números y por ende los homicidios también han bajado”, dijo.
Para Henri Fino, director ejecutivo de la Fundación de Estudios para la Aplicación del Derecho (FESPAD), el PCT no es más que un “plan mano dura” que implica represión.
“El PCT no tiene acciones claras, concretas, definidas de prevención ni reinserción. Ningún plan de combate a la delincuencia es exitoso sin estos componentes. Podríamos mencionar espejismos en esto, tener falsos positivos, pues se disminuye la delincuencia, pero no se elimina desde sus orígenes”, aseveró.
Para Aguilar es difícil analizar un plan que no existe como política de seguridad, ya que impide una evaluación o balance.
“El secretismo y la opacidad en el manejo del tema de seguridad obedece a que no hay política pública, y a los resultados que han presentado como indicadores de éxito (la reducción de homicidios), que por cierto, derivan de un acuerdo político con estos grupos (pandillas)”, destacó.