Pelotas diferentes en la final
El balón de los argentinos se usó en el primer tiempo; el de los uruguayos, en el segundo.
“Ganábamos 1-2 y pensé: ya son nuestros, pero hubo jugadores (de Argentina) que se achicaron.”
PANCHO VARALLO, SELECC. ARGENTINA DE 1930
El primer Mundial de la FIFA, el de Uruguay en 1930, estuvo lleno de improvisaciones y detalles folclóricos. El presidente de la FIFA, Jules Rimet, se ganó enemistades y ausencias de selecciones europeas por designar una sede en Sudamérica.
Otra excentricidad: hoy sería impensable una final de Mundial fuera del fin de semana. Pues la de 1930 se jugó el miércoles 30 de julio.
El árbitro belga Jan Langenus salió esa tarde al estadio Centenario con dos pelotas bajo el brazo, una uruguaya y otra argentina, para decidir con una moneda con cuál se jugaba.
No había balón oficial y tanto la Federación de Uruguay como la Federación de Argentina insistían en que se usara la propia.
Nadie dio su brazo a torcer y se acordó que el primer tiempo los jugadores patearían el balón argentino y en el complemento se reemplazaría con el esférico uruguayo.
Ya en la cancha, el puntero uruguayo Pablo Dorado abrió el marcador a los 12 minutos. Uruguay iba 1-0, pero sobre los 20’ empató Argentina a través de Carlos Peucelle, y sobre los 37’ Guillermo Stábile firmó el 1-2.
En el segundo tiempo, cambiaron el balón y Uruguay remontó. Destapó toda su ofensiva y convirtió tres goles en 32 minutos: Pedro Cea convirtió el empate 2-2 a los 57’, Iriarte el 3-2 a los 68’, y Castro (quien era manco) el 4-2 final.