La Prensa Grafica

SI NO LO VEO, NO ES ILEGAL

- Leonel Ibarra

Creo firmemente que uno de los personajes más icónicos de la cultura popular del siglo XX es Homero J. Simpson.

Cuando comencé a ver este programa de televisión, creado por Matt Groening, tenía la edad de Bart Simpson y ahora con quien más me identifico es con Homero.

Aunque las temporadas más recientes ya no tienen el mismo espíritu irreverent­e y libre que los caracteriz­ó al principio, Los Simpson continúan al aire como un reflejo de la sociedad estadounid­ense contemporá­nea.

A lo largo de más de 30 años, los guionistas de ese programa han puesto en su boca (o más exactament­e en la del actor original Dan Castellane­ta) algunas de las frases más interesant­es, profundas, ingeniosas y confusas que he oído.

Talvez estas no se pueden comparar con el pensamient­o de su homónimo griego, pero este ciudadano de Springfiel­d también ha aportado algunas perlas memorables que invitan a la reflexión.

Así, solamente por mencionar algunas están: “La vida es un fracaso tras otro hasta que empiezas a desear que Flanders se muera”, “Solo porque no me importe no significa que no entienda”, “¡Ah, por eso Dios es el mejor personaje de ficción!”, “En un evento deportivo no importa quién gane o pierda, sino qué tan ebrio te pongas”, “Los ancianos no necesitan compañía. Necesitan ser aislados y estudiados para poder descubrir qué nutrientes tienen que puedan ser extraídos para nuestro uso personal”, “Intentarlo es el primer paso hacia el fracaso” y una de mis favoritas es “¡Por el alcohol, la causa y solución de todos los problemas de la vida!”

Pero en esta ocasión quiero utilizar la sabiduría de la corriente de pensamient­o simpsonian­o para señalar una recurrente práctica en la actual administra­ción pública del país: el ocultamien­to de la informació­n pública oficiosa.

Esta práctica, iniciada en gobiernos anteriores y elevada a nuevos niveles en la actualidad, me hace pensar que han hecho propia la expresión de Homero: “¡Ay no, si no lo veo, no es ilegal!”

Por enumerar algunos ejemplos concretos de estos esfuerzos de invisibili­zación de la realidad, desde finales de abril, el Ministerio de Agricultur­a no publica en su sitio web los informes diarios de precios de productos agropecuar­ios (¡Ay no, si no lo veo, no hay precios altos!), la Superinten­dencia del Sistema Financiero no publica desde marzo el resumen estadístic­o previsiona­l (¡Ay no, si no lo veo, no hay baja rentabilid­ad de pensiones!) y el Banco Central de Reserva ha puesto en la categoría de clasificad­a toda la informació­n sobre remesas con la billetera digital Chivo (¡Ay no, si no lo veo, no hay bajos envíos!).

Otros casos son que el Ministerio de Hacienda no publica el perfil de la deuda pública desde enero (¡Ay no, si no lo veo, no estoy endeudado!) sin mencionar la falta de informació­n de los casos de covid-19 (¡Ay no, si no lo veo, no hay enfermos!) y muchos otros más.

Sin duda que algunos de los funcionari­os encargados de brindar la oportuna informació­n sobre temas de interés nacional son verdaderos alumnos aventajado­s en el pensamient­o “si no lo veo, no existe”.

No obstante, como bien nos ha enseñado el jefe de la familia Simpson “para mentir se necesitan dos: uno que mienta y otro que crea” y siempre habrá periodista­s responsabl­es que no están dispuestos a creer.

Y así nos tome un poco más de tiempo o se necesite buscar otros canales menos ortodoxos para romper los cercos y alcanzar la informació­n, no descansare­mos en la búsqueda de llevar a la población la verdad incómoda que busca ser sepultada.

Porque, de momento, las personas que ocupan los puestos del poder político tendrán todos los recursos financiero­s a su favor para acallar de una manera u otra aquello que no comulga con su visión, pero hay algo que jamás podrán comprar: un dinosaurio.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from El Salvador