COLOMBIA, LA ESTRATEGIA DEL CARACOL
Luego de su tercer intento, el tenaz exguerrillero candidato a presidente del movimiento M-19 ha logrado una victoria contundente en la segunda vuelta electoral en Colombia. Se trata del exsenador y exalcalde bogotano Gustavo Petro, de 62 años, quien junto a su vicepresidenta de origen afro, Francia Elena Márquez Mina, lideresa social, feminista y abogada, de 41 años, alcanzó un 50.44 % de los votos frente a un 47.03 % de su rival, el populista y empresario Rodolfo Hernández, en torno a quien cerró filas todo el espectro político conservador colombiano. En términos históricos, es el primer gobierno de izquierda que gobernará Colombia durante 2022-26, en sus 212 años de existencia como nación.
Con Gustavo Petro se consolida un vigoroso Nuevo Eje de países y presidentes neoizquierdistas democráticos, con líderes como el mexicano Andrés Manuel López Obrador, el chileno Gabriel Boric, el argentino Alberto Fernández; Luis Alberto Arce Catacora, del Estado Plurinacional de Bolivia; la hondureña Xiomara Castro y el peruano Pedro Castillo. Todos esperando el triunfo de Luis Inacio “Lula” Da Silva, el próximo 2 de octubre, quien, al frente de Brasil, sería el líder de este bloque antiimperialista.
Es una izquierda democrática que se desmarca de los gobiernos ortodoxos acusados de dictaduras, de Cuba, Nicaragua y Venezuela. Sin embargo, unidos todos, tienen agendas comunes como buscar la verdadera independencia del continente americano de Estados Unidos de América (EUA), propugnar una refundación del llamado por Ernesto “Che” Guevara, “Ministerio de Colonias de EUA”, la Organización de Estados Americanos (OEA) y por impulsar como alternativa el fortalecimiento de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC).
El fiasco de la recién pasada “Cumbre de las Américas”, organizada por el presidente Joe Biden este mes en Los Ángeles, evidenció que la postura de muchos gobiernos latinoamericanos se desmarca de la arcaica y colonialista “Doctrina Monroe”, que proclama el “Destino
Manifiesto” de EUA sobre el continente, en la frase
“América para los americanos”, entendiendo “América” como todo el continente desde Alaska al Estrecho de
Magallanes inclusive el Caribe, y “americanos” a los ciudadanos de Estados Unidos, país que tendría bajo su tutela el patio trasero que constituyen los países al otro lado del Río Grande hasta el Polo Sur americano.
Doctrina formulada por el secretario de Estado John Quincy Adams en 1823, y que dio carta blanca a la política injerencista de EUA a lo largo y ancho de Latinoamérica durante los últimos doscientos años.
Este bloque de nueve países, los más importantes e influyentes del subcontinente, cuenta con aliados estratégicos como China, que en un desarrollo cauto y sostenido durante las últimas décadas, se ha vuelto uno de los primeros socios económicos de la región, así como de Rusia, con importante presencia en los países del bloque ortodoxo arriba mencionados. China y Rusia constituyen un contrapeso a la influencia de EUA en el continente.
Por su geografía, cercanía y emigración de su población a EUA, quiéralo o no, Latinoamérica está “condenada” a entenderse con EUA. Lo que difiere es el cómo y el precio, en términos de la autodeterminación de los pueblos.
Todo ello mientras se desploma la hegemonía unipolar de EUA y nace un nuevo orden multipolar con pilares como China, Rusia o India.
Por su geografía, cercanía y emigración de su población a EUA, quiéralo o no, Latinoamérica está “condenada” a entenderse con EUA.