COHESIÓN SOCIAL Y MIGRACIÓN
Cohesión social se refiere al grado en que los ciudadanos están integrados a su comunidad, municipio y país, y a su disposición de colaborar entre sí para lograr objetivos comunes, respetando el orden jurídico establecido. Cuanta más educación, empleo, acceso a la justicia y cooperación existan en una sociedad, la convivencia entre sus miembros será más armónica y la democracia funcionará mejor.
La unidad familiar, el buen funcionamiento de la comunidad educativa y la participación de los residentes de una colonia, barrio o cantón para resolver un problema colectivo son indicativos de cohesión social. De ahí la conveniencia de fortalecer las unidades básicas de una sociedad (familia, escuela y comunidad). Desde una perspectiva más rigurosa, una sociedad está cohesionada en la medida que las políticas públicas son guiadas por la Declaración Universal de Derechos Humanos y que estas desarrollan las capacidades humanas, institucionales y sociales para vivir con respeto y dignidad.
Los estallidos sociales en países como Chile en 2019, Colombia en 2021 y Ecuador en 2022 obligan a revisar los abordajes de cohesión social. La CEPAL propone pasar de un enfoque basado en el análisis de los vínculos que unen a las personas y les motiva a participar y sentirse parte de la sociedad, a un enfoque centrado en la igualdad. En lo que hay coincidencia es en la conveniencia de promoverla ahora que vivimos una época de incertidumbres, brechas tecnológicas y crisis.
Aparentemente, el panorama mundial (pandemia, conflicto ruso-ucraniano, inflación y cambio climático) hace poco propicio el ambiente para el fortalecimiento de la cohesión social. Sin embargo, las múltiples manifestaciones de violencia hacen que la construcción de una cultura de inclusión, participación y no discriminación sea esencial para cohesionar a la sociedad salvadoreña.
Al analizar la realidad nacional se observa una acentuada inconformidad social desde el siglo XX, la cual se expresa en el éxodo salvadoreño de 1980 a la fecha. Por ello, aumentar el grado de confianza en las instituciones públicas, mejorar la protección social y generar empleos productivos en los catorce departamentos son la llave para que más salvadoreños queramos vivir en suelo cuscatleco.
Un escenario inquietante es que las remesas comenzaran a decrecer y las expectativas y exigencias ciudadanas rebasaran la capacidad de respuesta del Estado salvadoreño. ¿Qué se necesita para evitar la tensión social? Se requiere sabiduría y evidencia técnica para tomar decisiones acertadas y oportunas. Una acción positiva sería que el Gabinete Social invitara a la academia y a Naciones Unidas a desarrollar un sistema de indicadores de cohesión social.
Reflexión: dos de los mayores costos psicosociales de la migración masiva han sido (1) la desintegración familiar (numerosos niños “formándose” en la calle, sin afecto y sin disciplina); (2) el desinterés de miles de jóvenes por continuar estudiando para desarrollar habilidades para la vida y competencias para tener un buen empleo o emprender un negocio.
Conclusión: en un país donde más de la mitad de su población es menor de 30 años, tres de cada diez personas no logran cubrir sus necesidades básicas, uno de cada tres compatriotas ha decidido migrar y el 36 % de los niños de 0 a 17 años vive sin alguno o sin ambos padres, la cohesión social debería ser una prioridad nacional. El círculo académico, los medios de comunicación (tradicionales y alternativos), la sociedad civil y el Estado salvadoreño deberían promoverla sin reservas.
Cuanta más educación, empleo, acceso a la justicia y cooperación existan en una sociedad, la convivencia entre sus miembros será más armónica.