¿PERDONO, PERO NO OLVIDO?
¿Qué sucede cuando doy perdón? “No niego la maldad de la agresión ni le quito gravedad a las actuaciones malas… Más bien ejercito una exquisita libertad individual. Al perdonar, no se olvida simplemente la injusticia, sino que renuncio a la venganza”. https://docplayer.es/46710318-aprender-a-perdonar-jutta-burggraf.htm
“¿Se puede perdonar y no olvidar?” Este fue el título con que quisimos nombrar el segundo capítulo de pódcast, en la primera temporada del programa “Las Desenredadas”. Lo hemos creado tres amigas de diferentes generaciones para compartir en Spotify algunas ideas para abordar “enredos del amor, trabajo y vida”, como una aventura de servicio a la comunidad en esa plataforma de uso gratis de música, pódcasts y videos digitales para unirnos a los contenidos de creadores de todo el mundo.
En esta ocasión nos pareció que practicar el arte de absolver sinceramente a quienes nos ofenden es vital para lograr bienestar integral, así que quisimos reflexionar algunas claves para trabajarlo. Una coincidencia entre las tres es razonar distinguir si realmente se ha recibido una ofensa real o de un mal para el conjunto de mi vida, aplicando la inteligencia para saber si existió (o no). “Si un cirujano me quita un brazo que está peligrosamente infectado, puedo sentir dolor y tristeza, incluso puedo montar en cólera contra el médico. Pero no tengo que perdonarle nada, porque me ha hecho un gran bien: me ha salvado la vida. Situaciones semejantes pueden darse en la educación. No todo lo que le parece mal a un niño es nocivo para él. Los buenos padres no conceden a sus hijos todos los caprichos que ellos piden; los forman en la fortaleza, por ejemplo, al negarles cuchillo que pide un infante que lo pide y llora enojado por no recibirlo…” https://docplayer.es/46710318-aprender-a-perdonar-jutta-burggraf.html
Otra clave es cuidar que cualquier agravio no se quede interiormente para evitar el peligro que se convierta en resentimiento. El origen de esta emoción de resentirse (ser vidrio dicen las abuelas) es el egocentrismo, traducido como un amor desordenado de sí mismo. Se define el resentimiento como una reacción al estímulo negativo que se presenta en forma de ofensa o agresión: con ver al ofensor se vuelve a tener los mismos sentimientos tóxicos cada vez, sin olvidar ningún destalle. Se puede hacer analogía con los primeros auxilios con quien recibe la picadura de una culebra víbora. El protocolo de salvamento incluye que alguno de los conocidos o de sus amigos succione inmediatamente la mordedura y escupa el líquido letal fuera del cuerpo de la * *
Los sueños nocturnos son lo más personal que existe, y por eso cada quien debe tratarlos como parte viva de su existencia.
La revolución tecnológica comenzó siendo la mejor ilusión de progreso y está llegando a ser la peor amenaza de autodestrucción. víctima para salvarle. La actuación del héroe es aplaudida, pero, si se observa más detenidamente alrededor del acontecimiento, algunos se habían dedicado a maldecir al animal o intentaban matar a la culebra, distrayéndose de atajar el verdadero mal que sufre el amigo herido… Esto pasa muchas veces con el tema del perdón: se pierde el tiempo criticando a quien comete una ofensa, “nos muerde” o asalta, hiere, daña o causa un dolor grave moral o porque provoca una agresión física… En lugar de alejar la fuente de peligro, en vez de atender nuestro corazón para que no se intoxique de rencor, odio y deseos de venganza, parecería que se elige quedarse con los sentimientos tóxicos y los deseos de venganza. La moraleja del relato es poner atención inmediata a las heridas sacando el veneno del resentimiento y logrando con ello mantener la integridad del propio corazón
“Nadie puede herirte sin tu consentimiento”, solía aconsejar la ex primera dama de EUA Eleanor Roosevelt.
Por eso, la última clave es nunca olvidar que estamos llamados a la felicidad y ser resentidos es obstáculo seguro para no serlo. ¿Antídotos del resentimiento? Vivir la gratitud a fondo. Usar la inteligencia, la voluntad y la humildad diariamente.
Perdonar es un acto de la voluntad: es querer perdonar. ¿Nos cuesta olvidar el agravio? La clave para saber que he perdonado es genuinamente desearle el bien a la persona que ha hecho el agravio, y renunciar a la venganza. Se recomienda generar un sentimiento de compasión hacia el enemigo, ofensor o contrincante. Se comienza orando o rezando por quien nos ofendió, lo cual no significa que renuncie al derecho de poner distancia para evitar momentos desagradables o evitar volver a ser violentados. Recomiendo leer más sobre estas ideas en el libro “Del resentimiento al dolor”, de Francisco Ugarte, autor mexicano. https://books.google.com.pe/books?id=zh0fru_itoqc&printsec=frontcover#v=onepage&q&f=false
Otra clave es cuidar que cualquier agravio no se quede interiormente para evitar el peligro que se convierta en resentimiento. El origen de esta emoción de resentirse (ser vidrio dicen las abuelas) es el egocentrismo, traducido como un amor desordenado de sí mismo.