NARCO, EL MISMO VIEJO PROBLEMA
La aparición de Petro en la Asamblea General de la ONU dio lugar a comentarios-críticas acerca de su hipocresía sobre la Amazonia y el uso de la misma para producir droga, principalmente cocaína y amapola, cuando su país en connivencia con Venezuela son de los exportadores más grandes del mundo de esas drogas, abasteciendo a los mercados de Estados Unidos y Europa. En efecto, Venezuela y Colombia y sus gobiernos se mantienen económicamente con esa actividad de narco países.
Hasta aquí no hay nada novedoso, es una verdad conocida, tampoco hay novedad en la forma de tratar de combatirla, concentrando la lucha por el lado de la oferta, persiguiendo a los productores, atacando algunas de las plantaciones y a los narcos como el icónico Pablo Escobar, atacando el tráfico de la droga hacia el norte de diferentes formas, capturando alijos en la ruta marítima, todo esto sin éxito. Cierran plantaciones y laboratorios y casi al día siguiente aparecen nuevas plantaciones y laboratorios; igual con el tráfico, atrapan a muchos en la ruta marítima y a los días se abren pistas de aterrizaje en Honduras, Guatemala y México entre otros y cantidad de avionetas y bimotores transportan la droga desde los centros de producción.
El motor de esta multimillonaria industria es la diferencia de precio en el puerto de salida en Colombia o Venezuela, que puede ser alrededor de 6 mil dólares por kilo y su precio al detalle en las calles de Nueva York , Bruselas o Hamburgo, que puede ser de 60 dólares el gramo o 60 mil dólares el kilo.
Esa enorme diferencia produce una masa monetaria gigantesca para todos los involucrados en la cadena de distribución, de los vehículos anfibios, lanchas rápidas y avionetas saliendo del Caribe suramericano, a los traficantes en
Centroamérica y mucho más importante, en México, en la vecindad del gran mercado. Ese dinero permite que en el camino se compren voluntades de alcaldes, gobernantes, niños, sociedades, países. En México el poder del narco está por encima del poder del Estado, según las fuentes mexicanas. El narco es igual o más poderoso que el presidente. Los carteles tienen un dominio territorial y poder de fuego que les permite actuar impunemente. Asesinatos colectivos, ciudades prisioneras y más... Se dice que para gobernar, los presidentes se someten o se alían con el narco, muy probablemente sea cierto.
En el camino queda un reguero de sangre, entre los que disputan territorios, civiles inocentes y fuerzas del orden. La famosa DEA (Drug Enforcement Agency) o Administración de Control de Drogas ha fracasado o sus agentes se corrompen sucumbiendo a esas toneladas de dinero.
La única solución posible es combatir el fenómeno en el sitio de la demanda. ¿Cómo se hace eso? La respuesta es simple pero se oponen tantos... Legalizar la droga es la respuesta, con ello los precios en la calle caerían a niveles similares a los de puerto en Colombia-venezuela y esos miles de millones de dólares de diferencia se esfumarían, adiós a la ruta de sangre y a corrupción de gobiernos.
El problema de los consumidores se debe tratar como uno de salud pública, se registra a los usuarios y se les da tratamiento, asegurando que la calidad de la droga no los mate.
La oposición en EUA y Europa viene de los políticos que alegan que sus votantes desaprobarían su actuar. Más bien se piensa en los miles de millones que quedan en territorio EUA y compran policías, jueces, probablemente legisladores.
La única solución posible es combatir el fenómeno en el sitio de la demanda. ¿Cómo se hace eso? La respuesta es simple pero se oponen tantos... Legalizar la droga es la respuesta.