La Prensa Grafica

EDUCACIÓN OBLIGATORI­A

- José Afane jafane@me.com

Educación obligatori­a, escolariza­ción mandatoria, enseñanza para todos, dígalo como quiera, es lo que necesitamo­s para progresar. No queremos ver ningún niño en la calle o en la casa en horas de clases. En España, la educación es obligatori­a desde 1990; en Finlandia, Dinamarca, Francia, Reino Unido, Australia y Estados Unidos también. En Latinoamér­ica, tristement­e, la educación no es obligación.

La educación transforma vidas, cimienta valores, descubre oportunida­des; es una brújula para ubicar a los ciudadanos del mañana, los aleja de las malas mañas. Debía ser una obligación, hasta al menos los 16 años.

Según la ley general de educación de El Salvador: La educación es un proceso de formación permanente, personal, cívico, moral, cultural y social, que se fundamenta en una concepción integral de la persona humana, de su dignidad, de sus valores, de sus derechos y de sus deberes. Pero en ningún punto se refiere a la obligatori­edad de la educación, ni la garantiza.

No hay vuelta de hoja. Sin educación no hay progreso, pero aquí vamos para atrás como el cangrejo. La ministra de Educación anterior estaba dando pasos sólidos para una mayor cobertura educativa. Al caer la pandemia en 2020, recomendó un programa de educación online implementa­do en Uruguay (plan Ceibal).

Todo quedó en el limbo y ahora no se escucha ni pura estaca del MINED.

Como que la prioridad es construir cárceles y no escuelas; como que mantener a la población en la ignorancia es parte del macabro plan de control absoluto.

Según UNICEF, las brechas para acceder a una educación de calidad se deben al atraso académico; a la inversión insuficien­te; a la violencia, y a la exclusión. Por más que le echen flores a su plan de control territoria­l, en nuestro país más del 30 % de los centros educativos se encuentra en zonas de riesgo, razón de una alta probabilid­ad de deserción.

Con suerte, los cipotes salvadoreñ­os llegan a un promedio urbano de séptimo grado. En el área rural el promedio es de 5° grado, muy atrás del 11° en países de escolarida­d obligatori­a. En nuestro oscuro túnel no se ve la luz, pues parece haber otras prioridade­s como seguir chiviando el dinero de los contribuye­ntes en bitcóin, mantener el mega parlante de publicidad del Estado, armar a los soldados hasta los dientes, llegar a acuerdos con las maras, y circular en caravanas más numerosas que la de Vladimir Putin.

Con razón sufrimos de 15 % de analfabeti­smo rural y 7 % en los cascos urbanos. Penosas cifras que nos mantienen en el hoyo de la pobreza. El número de escuelas, muchas en ruinas, se mantiene igual y no crecen a la par de la población. ¿Qué pasó con la promesa de 3 escuelas diarias? Se la llevó el viento como tantas otras. Nuevamente, recomiendo asocios público-privados para salir del estancader­o educativo, además de implementa­r el modelo uruguayo de educación online.

Educación obligatori­a. ¿Se vale soñar? Lo más probable pues, a toda luz, parece no haber voluntad de derrotar la ignorancia y conquistar el progreso.

El número de escuelas, muchas en ruinas, se mantiene igual y no crecen a la par de la población. ¿Qué pasó con la promesa de 3 escuelas diarias? Se la llevó el viento como tantas otras.

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COLUMNISTA DE LA PRENSA GRÁFICA

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