EDUCACIÓN OBLIGATORIA
Educación obligatoria, escolarización mandatoria, enseñanza para todos, dígalo como quiera, es lo que necesitamos para progresar. No queremos ver ningún niño en la calle o en la casa en horas de clases. En España, la educación es obligatoria desde 1990; en Finlandia, Dinamarca, Francia, Reino Unido, Australia y Estados Unidos también. En Latinoamérica, tristemente, la educación no es obligación.
La educación transforma vidas, cimienta valores, descubre oportunidades; es una brújula para ubicar a los ciudadanos del mañana, los aleja de las malas mañas. Debía ser una obligación, hasta al menos los 16 años.
Según la ley general de educación de El Salvador: La educación es un proceso de formación permanente, personal, cívico, moral, cultural y social, que se fundamenta en una concepción integral de la persona humana, de su dignidad, de sus valores, de sus derechos y de sus deberes. Pero en ningún punto se refiere a la obligatoriedad de la educación, ni la garantiza.
No hay vuelta de hoja. Sin educación no hay progreso, pero aquí vamos para atrás como el cangrejo. La ministra de Educación anterior estaba dando pasos sólidos para una mayor cobertura educativa. Al caer la pandemia en 2020, recomendó un programa de educación online implementado en Uruguay (plan Ceibal).
Todo quedó en el limbo y ahora no se escucha ni pura estaca del MINED.
Como que la prioridad es construir cárceles y no escuelas; como que mantener a la población en la ignorancia es parte del macabro plan de control absoluto.
Según UNICEF, las brechas para acceder a una educación de calidad se deben al atraso académico; a la inversión insuficiente; a la violencia, y a la exclusión. Por más que le echen flores a su plan de control territorial, en nuestro país más del 30 % de los centros educativos se encuentra en zonas de riesgo, razón de una alta probabilidad de deserción.
Con suerte, los cipotes salvadoreños llegan a un promedio urbano de séptimo grado. En el área rural el promedio es de 5° grado, muy atrás del 11° en países de escolaridad obligatoria. En nuestro oscuro túnel no se ve la luz, pues parece haber otras prioridades como seguir chiviando el dinero de los contribuyentes en bitcóin, mantener el mega parlante de publicidad del Estado, armar a los soldados hasta los dientes, llegar a acuerdos con las maras, y circular en caravanas más numerosas que la de Vladimir Putin.
Con razón sufrimos de 15 % de analfabetismo rural y 7 % en los cascos urbanos. Penosas cifras que nos mantienen en el hoyo de la pobreza. El número de escuelas, muchas en ruinas, se mantiene igual y no crecen a la par de la población. ¿Qué pasó con la promesa de 3 escuelas diarias? Se la llevó el viento como tantas otras. Nuevamente, recomiendo asocios público-privados para salir del estancadero educativo, además de implementar el modelo uruguayo de educación online.
Educación obligatoria. ¿Se vale soñar? Lo más probable pues, a toda luz, parece no haber voluntad de derrotar la ignorancia y conquistar el progreso.
El número de escuelas, muchas en ruinas, se mantiene igual y no crecen a la par de la población. ¿Qué pasó con la promesa de 3 escuelas diarias? Se la llevó el viento como tantas otras.