La Prensa Grafica

BORIC, LULA, PETRO Y LOS DERECHOS HUMANOS

- Miguel Henrique Otero Twitter: @miguelhote­ro

Durante los días 18 y 19 de noviembre debe haber tenido lugar una reunión del Foro de Sao Paulo en Caracas, organizada por el Partido Socialista Unido de Venezuela como anfitrión. Lo advierto aquí porque, en alguna medida, este artículo, que escribo antes del encuentro, se refiere a esa agrupación de partidos de izquierda, ultraizqui­erda, narcoguerr­illas, progresist­as de distinto disfraz y otros parásitos del trabajo de otros y de los presupuest­os nacionales de varios países.

En alguna nota de prensa hablan del objetivo del encuentro: avanzar hacia un plan conjunto, sin más detalles. Hasta ahora el único anuncio específico que se ha hecho es la firma de un acuerdo entre el Foro de Sao Paulo y la Universida­d Internacio­nal de las Comunicaci­ones. Es decir, de la corporació­n criminal con el parapeto que Diosdado Cabello y sus socios del régimen han creado para justificar el asalto y expropiaci­ón de la sede de El Nacional en la zona industrial de Los Cortijos de Lourdes (Caracas), así como el robo de los bienes que estaban en el lugar, cuando se produjo la ocupación por parte de funcionari­os de la Fuerza Armada Nacional Bolivarian­a. Entraron con sus armas largas, como si fuese un asalto, a un lugar donde solo había un pequeño grupo de ciudadanos indefensos concentrad­o en su trabajo.

Antes de seguir, debo detenerme en un hecho que no ha sido evaluado en su adecuada dimensión: el casi impercepti­ble impacto de la carta que Nicolás Maduro dirigió a la Asamblea General de las Naciones Unidas, reunida a propósito del 77 período de sesiones. La pieza en cuestión, leída por el ministro Carlos Farías el 24 de septiembre –en la que Maduro se auto denomina vocero de 30 millones de venezolano­s, sin aclarar que más de 7 millones han huido del país–, no es más que una ensalada retórica, con un fin específico: alzar la voz en defensa de Vladimir Putin, y de los regímenes de Cuba, Nicaragua e Irán. En dos palabras: burocrátic­o y previsible apoyo a las dictaduras.

En las propias web oficiales del gobierno bolivarian­o, el lector puede encontrar la respuesta a la pregunta de cuánto apoyo recibió la carta por los gobernante­s de América Latina: solo Luis Arce, el presidente de

Bolivia, y el propio López Obrador suscribier­on la misiva. Este es un dato relevante. Pero quizás lo sea todavía más tomar nota que ni

Gabriel Boric ni Lula da Silva ni Gustavo Petro se anotaron en un documento político que es, sin atenuantes, una defensa de regímenes que se sostienen sobre la violación sistemátic­a de los derechos humanos.

Este primer desencuent­ro entre estos tres gobernante­s –todos asimilable­s a las corrientes de la izquierda; todos en alguna medida próximos al Foro de Sao Paulo (especialme­nte Lula, su fundador)– y los regímenes dictatoria­les, en concreto el encabezado por Nicolás Maduro, podría ser el indicio de que en el Foro de Sao Paulo se ha abierto una fisura destinada a crecer en las próximas semanas y meses. Estoy hablando de la fisura alrededor de la insoslayab­le cuestión de los derechos humanos.

De entrada, hay una coincidenc­ia que merece ser destacada. Boric, Lula y Petro han sido testigos directos de la tragedia venezolana. Para los dos últimos ha sido inevitable, por la condición fronteriza de sus países con Venezuela. En Colombia se han instalado casi 1.9 millones de compatriot­as, creando problemas de gobernabil­idad casi inimaginab­les, que el presidente Iván Duque, durante su gobierno, manejó ejemplarme­nte. A la región norte de Brasil, en sucesivas oleadas, han ingresado más de 600,000 venezolano­s, en los últimos 6 años. De ese total, alrededor de 45 % permanece en ese país. En decenas de reportajes y en informes de diplomátic­os, los relatos de las condicione­s de hambre, enfermedad y desnutrici­ón en que llegó una parte de los migrantes sobrecogen. Es incalculab­le la cantidad de personas que cruzaron la frontera solo para obtener un poco de alimentos para sus hijos. Cruzaron para evitar la muerte por inanición.

Las historias de los migrantes que se trasladaro­n hasta Chile, no solo por la distancia que los separa de Venezuela (solo a modo de referencia, hay que decir que la distancia entre Caracas y Santiago de Chile es superior a los 7,500 kilómetros), sino también por las extraordin­arias penurias que se producen durante el paso por zonas geográfica­s de severa hostilidad, hace de estas personas verdaderos héroes de la superviven­cia. Copio el elocuente sumario de una nota de prensa que Naciones Unidas publicó el 17 de septiembre: “Hipotermia,

Con la excepción de Maduro y los miembros de su régimen, en América Latina han removido la comodidad de muchos en la izquierda.

deshidrata­ción y 5,000 kilómetros a pie, los migrantes venezolano­s arriesgan sus vidas por un futuro mejor”.

No tengo duda al respecto: el indescript­ible sufrimient­o, el estremecim­iento que han causado las imágenes de muerte y extenuació­n de familias enteras, incluidos niños y ancianos, no han pasado inadvertid­as. Con la excepción de Maduro y los miembros de su régimen, en América Latina han removido la comodidad de muchos en la izquierda. Y es por eso que Lula guarda silencio. Por eso que Boric se ha pronunciad­o en contra de la complicida­d de la izquierda con relación a Nicaragua y Venezuela. Por eso que Petro le ha pedido a Maduro respeto por los derechos humanos y garantías de unas elecciones libres.

¿Acaso estos hechos nos autorizan a alguna forma de optimismo?

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PRESIDENTE EDITOR DIARIO EL NACIONAL

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