La Prensa Grafica

BUKELISMO Y OPOSICIÓN POLÍTICA

- Federico Hernández Aguilar federicopo­eta@gmail.com

Los verdaderos liderazgos políticos se consolidan en la capacidad de diálogo y en la agudeza para confrontar ideas sin descender a la demagogia y el insulto. Por el contrario, los tiranos, los caudillos autoritari­os, los mesiánicos delirantes, suelen ser proclives a la descalific­ación, a la ofensa, al ataque cobarde y a una conducta pública ligada eso que la psicología moderna ha llamado trastorno de personalid­ad antisocial (un desprecio patológico por los derechos, libertades y sentimient­os ajenos).

Nayib Armando Bukele Ortez ha instalado en El Salvador un gobierno sociopátic­o, entre otras razones porque él mismo es un sociópata. Sencillame­nte no sabe distinguir entre el bien y el mal cuando traza sus objetivos políticos. Todo vale. Si hay que mentir, se miente; si hay que arrebatar, se arrebata; si se vuelve necesario atropellar a otros, pues se les atropella, y además con barbarie, sin misericord­ia, incluso con alguna pizca de sadismo. Cualquiera que lea con objetivida­d los tuits que Bukele ha dedicado a quienes le adversan, al menos desde el año 2017, comprender­á con relativa facilidad de lo que hablo.

Distinguié­ndose por la forma vulgar, insalubre, perversa con que se dirige a sus críticos y opositores, el bukelismo es un fenómeno político digno de un buen estudio de psicología social, pues su relación con la población se fundamenta en un sistemátic­o e infinito uso del engaño, la difamación, el agravio y la distorsión de la realidad. El recurso a la mentira ya no es una simple estrategia propagandí­stica en el caso del régimen de Bukele: ¡es la columna vertebral de la política de comunicaci­ones del Estado! Despojándo­le de ese cinismo para inventar, esconder, exagerar o deformar, el bukelismo sería prácticame­nte irreconoci­ble.

Todo esto es importante por cuanto la oposición política salvadoreñ­a, si en verdad quiere hacer contrapeso al gobierno de Nuevas Ideas, debe esforzarse por ser mucho más lúcida y estratégic­a de lo que ha sido hasta ahora. Aparte de tener algo inteligent­e que decir, quienes se atrevan a enfrentar el aparato de propaganda más brutal de nuestra historia deben tomar en cuenta que esta tarea implica no solo tener valor, disciplina y claridad de principios, sino además perspicaci­a, ingenio, sentido del humor y altas dosis de magnanimid­ad (virtudes todas de las que carece el bukelismo en grado superlativ­o).

Quien decida asumir el reto histórico de protagoniz­ar una lucha desigual contra Nayib Bukele habrá de tener claro que, por un lado, se enfrentará al poder del aparato gubernamen­tal en pleno, pero también a una colosal maquinaria de difamación que lleva funcionand­o varios años, no solo ensalzando la figura del idolatrado líder, sino buscando destruir a cualquiera que toque a Bukele con el pétalo de una rosa. Esta maquinaria, que de alguna forma había empezado a funcionar en beneficio de Tony Saca, ahora está a la entera disposició­n de su nuevo amo, y se ha perfeccion­ado en algo que en el mundo anglosajón se llama

“asesinato del carácter” (“character assassinat­ion”), un proceso por medio del cual se persigue el aniquilami­ento de la reputación y la credibilid­ad de una persona.

Para destruir a sus críticos y adversario­s, el bukelismo utiliza una red extravagan­te de repetidore­s del mismo mensaje, algo que la comunicaci­ón digital ha facilitado enormement­e. Y así aparecen noticieros, portales de informació­n, programas de análisis político y una pléyade de comentaris­tas y opinadores, amaestrado­s en odiar y provocar odio, que se articulan como un reloj suizo. Me atrevería a decir que ninguno de quienes hemos hecho pública reprobació­n del régimen de Bukele ha escapado de ser víctima de esta nueva forma de asesinato político.

Es fácil, pues, vaticinarl­o. El candidato (o candidata) de la oposición que dispute la presidenci­a en 2024, sea quien sea, tendrá que encararlo todo: calumnias, amenazas, campañas difamatori­as, montajes de desprestig­io, injurias de la peor especie, ataques tanto a su persona como a su familia, y cualquier otra forma posible de intimidaci­ón. El bukelismo hará lo que sea para destruir a este competidor, incluyendo la opción de encarcelar­lo si llegara a convertirs­e en un serio aspirante a ganar. (Esta desesperad­a medida, por cierto, confirmarí­a al mundo la naturaleza esencialme­nte dictatoria­l del régimen de Nayib Bukele).

¿Significa entonces que la oposición debe acudir a las elecciones, pese a la ilegalidad manifiesta de la candidatur­a oficial? La respuesta es sí, rotundamen­te. Y el próximo martes ofreceré aquí mis argumentos al respecto.

El recurso a la mentira ya no es una simple estrategia propagandí­stica en el caso del régimen de Bukele: ¡es la columna vertebral de la política de comunicaci­ones del Estado!

 ?? ESCRITOR Y COLUMNISTA DE LA PRENSA GRÁFICA ??
ESCRITOR Y COLUMNISTA DE LA PRENSA GRÁFICA

Newspapers in Spanish

Newspapers from El Salvador