EL FINAL DEL AÑO SE AVECINA CADA VEZ MÁS, Y LO CONDUCENTE SERÍA IR PREPARANDO LAS VOLUNTADES DE TODOS FRENTE A LO QUE ESTÁ POR VENIR
En nuestros días, el paso del tiempo se viene dando con creciente aceleración, y esto es una muestra inequívoca de que la conciencia universal, regional y nacional se halla en proceso de cambio activador, como no se había dado desde que se tiene memoria. Esto no sólo es un dato de realidad, sino un desafío de funcionalidad en todos los órdenes y niveles. Ahora ya no es posible dejar nada en el aire sin exponerse a riesgos de muy alto relieve, como se puede constatar en el día a día. Y dicho fenómeno viene directamente emparentado con la onda globalizadora que va prevaleciendo sin detenerse en los distintos ámbitos del vivir humano de estos días. Los entes humanos actuales, como individuos y como organizaciones, nos hallamos cada vez más interconectados, y eso genera un nuevo mapa de comunicaciones sin fronteras.
En estos tiempos más recientes estamos presenciando y experimentando una aceleración que pareciera irnos llevando de encuentro cada vez que pensamos en ello; pero en verdad lo único cierto es que esta nueva dinámica nos ha ido poniendo a todos ante un reto sin precedentes: asumir la responsabilidad de estar aquí, como sujetos del destino propio y del destino que nos rodea, ya sin ninguna posibilidad de escapatoria. En otro momento esto pudiera haber sido tomado como una conclusión teórica, pero hoy sentimos y sabemos que se trata de una verdad eminentemente práctica, desde cualquier ángulo que se miren las cosas. Y al ser así, hay que preguntarse cada mañana al despertar: “¿Cuál es la tarea prioritaria en este día que tenemos por delante?”
Y de inmediato se nos dibujará en la conciencia la respuesta más verosímil: “Será sin duda seguir edificando nuestro futuro y el futuro de todos con afán de promotores que ya no responden a antiguos prejuicios ni a absurdos ahogos de la voluntad”. Los salvadoreños, como lo repetimos a cada ratito para que no se nos olvide a nadie, hemos dado, en muchos sentidos sin proponérnoslo, un salto hacia la participación en todos los órdenes, tal si el mundo estuviera invitándonos y animándonos a hacerlo por primera vez, como en realidad ocurre. La condición es que no nos quedemos pensándolo y valorándolo por más tiempo del necesario, pues el tiempo va más de prisa que nunca.
El caso salvadoreño es emblemático al respecto, porque todo esto que vamos señalando se junta con un brote de novedades referidas principalmente a la forma de darle tratamiento a la evolución que se hace sentir después de tanto estancamiento acumulado. Hasta hace poco, el proceso evolutivo era en este país más cosa de palabras que de hechos; pero de pronto eso pareció dar un vuelco, y los hechos reales comenzaron a manejarse con dinámica de cambio. En ésas estamos y en ésas seguiremos de aquí en adelante. El cambio es ahora realidad que sobresale entre todo lo demás.
El hecho de que el cambio asuma el rol protagónico que hoy desempeña nos lleva a concluir que los dinamismos transformadores están en auge, y que el ejercicio saludable de las fuerzas sociales y económicas va ganando terreno en todos los órdenes, aunque desde luego no se hayan extinguido las amenazas perturbadoras, porque el ambiente perfecto nunca existirá. Cada sociedad es un ente original, con sus pros y sus contras, y eso es lo que hace que el mundo sea un mosaico en el se dan connotaciones para todos los gustos.
No hay que aferrarse a la búsqueda de seguridades artificializadas, porque eso sería seguir aferrados a los falsos esquemas de seguridad que tanto daño le han hecho al proceso: de lo que se trata es de ir construyendo la nueva seguridad, basada en la sinceridad y en el compromiso. Vamos entrando, pues en una era en la que lo que realmente vale es el desapego a toda falsedad, sean cuales fueren las vestiduras con las que eso se trate de cubrir.
En forma más elocuente que lo común, 2023 será un año de expectativas, sobre todo en el plano político, porque entraremos en las inmediatas vísperas de las elecciones generales de 2024. Y hay que tratar, con todo empeño, de que lo que el pueblo decida responda a la realidad de lo que ese mismo pueblo anda buscando y no a ninguna imaginería manipulada.
El pueblo debe hablar en serio, dentro del marco de la democracia en acción. Y en ese orden, cada decisión popular tiene que ser un aporte a la búsqueda de lo que más le conviene a la salvadoreñidad en pleno, independientemente de su arraigo territorial, porque hoy el país está en todas partes. Este nuevo protagonismo del ente popular muestra, sin necesidad de anteojos, que la configuración nacional se halla de veras en función evolutiva. Y a partir de ahí hay que definirlo y visualizarlo todo.
Avancemos juntos en dicho empeño, con decisiva voluntad de futuro, porque es ahí hacia donde vamos, aunque hayamos tardado tanto en percatarnos.
Al inicio de 2023, comprometámonos a salir adelante en todo lo necesario.
Hay que tratar, con todo empeño, de que lo que el pueblo decida responda a la realidad de lo que ese mismo pueblo anda buscando y no a ninguna imaginería manipulada.