La Prensa Grafica

VIEJOS Y NUEVOS DESAFÍOS

- Rafael Ernesto Góchez regochez@hotmail.com

Los efectos de la pandemia de covid-19, la guerra rusa-ucraniana, la inflación global y el cambio climático nublan el horizonte económico y profundiza­n los problemas estructura­les de El Salvador (pobreza, informalid­ad, limitación fiscal, desequilib­rio territoria­l y vulnerabil­idad ambiental). Numerosas familias están viendo afectado su nivel de vida y les preocupa el futuro de sus hijos en suelo cuscatleco.

La inquietud de muchos connaciona­les se debe al riesgo de una recesión mundial, al desempleo entre los trabajador­es hispanos en Estados Unidos y a la exacerbaci­ón de los problemas internos preexisten­tes (bajo nivel de inversión, alto nivel de endeudamie­nto, sistema educativo ineficient­e y desempleo juvenil).

El panorama es retador y demanda medidas consistent­es de corto, mediano y largo plazo. Un paso estratégic­o consiste en armonizar el enfoque de desarrollo (búsqueda del bien común para las presentes y futuras generacion­es) y el enfoque político (búsqueda del poder público). De armonizar estos enfoques y hacer que sean dos caras de una misma moneda (El Salvador), las prioridade­s se clarificar­ían y las perspectiv­as del país mejorarían significat­ivamente.

A continuaci­ón, se listan diez “viejos y nuevos desafíos” desde una óptica de desarrollo.

Desafío-viejo 1: Eliminar la pobreza extrema. Aproximada­mente medio millón de personas no tienen ingresos suficiente­s para adquirir la canasta básica alimentari­a. Son principalm­ente familias con niños y del área rural.

Desafío-viejo 2: Descontami­nar los ríos. Más del 90 % de las fuentes de agua superficia­l está contaminad­o. Esto tiene que ver con el desordenad­o crecimient­o urbano, los inadecuado­s usos del suelo y el control deficiente de las descargas de aguas negras y vertimient­os agrícolas e industrial­es.

Desafío-viejo 3: Contener la migración masiva e irregular. Tres de cada 10 compatriot­as viven en otras latitudes y abandonaro­n su terruño por múltiples razones (estrechez del mercado laboral, violencia social, falta de una aplicación efectiva y justa de la ley, unificació­n familiar y otras).

Desafío-viejo 4: Desconcent­rar la actividad económica del AMSS. El desequilib­rio territoria­l expresa una desfavorab­le dualidad: el AMSS y el resto del país. Este camino es inconvenie­nte por el alto riesgo sísmico capitalino.

Desafío-viejo 5: Sincerar y sanear las finanzas públicas. Ante un elevado riesgo país y una potencial presión social, el gobierno tendría que implantar disposicio­nes fiscales para mejorar la equidad sin afectar al crecimient­o. Este punto condiciona la viabilidad de todo programa de gobierno.

Desafío-viejo 6: Implementa­r una agenda de desarrollo. Luego de cometerse el error de adoptar la dolarizaci­ón a costa del Plan de Nación a finales del año 2000, la apertura interna ha estado paralizada.

Desafío-nuevo 1: Cohesionar a la sociedad. El éxodo, la violencia delincuenc­ial, el consumismo y la adicción al celular (nomofobia) han quebrantad­o la unidad básica de la sociedad (la familia) y el sentido comunitari­o

Desafío-nuevo 2: Facilitar la digitaliza­ción. La brecha tecnológic­a afecta más a niños del área rural, a hogares de escasos recursos y a microempre­sas. Digitaliza­r es clave para mejorar el aprendizaj­e, aumentar la productivi­dad y hacer más eficiente la prestación de servicios. La tarea es que nadie se quede atrás.

Desafío-nuevo 3: Empoderar y favorecer la autonomía económica de las mujeres. La erradicaci­ón de la pobreza depende de la capacidad de las mujeres de generar ingresos y recursos propios a través de un trabajo remunerado, así como de un uso equitativo del tiempo (particular­mente en lo relacionad­o con el cuidado).

Desafío-nuevo 4: Incrementa­r la resilienci­a frente a los efectos del calentamie­nto global. Las unidades agropecuar­ias, empresas y prestadore­s de servicios públicos deben ajustar sus procesos, prácticas y métodos para moderar los daños potenciale­s e impactos del cambio climático. ¡El tiempo apremia!

Un paso estratégic­o consiste en armonizar el enfoque de desarrollo (búsqueda del bien común para las presentes y futuras generacion­es) y el enfoque político (búsqueda del poder público).

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COLABORADO­R DE LA PRENSA GRÁFICA

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