La Prensa Grafica

LA EMPRESA MÁS IMPORTANTE

- Óscar Manuel Batres B. ombatresb@gmail.com

El desarrollo pleno del ser humano se logra cuando llega a ser independie­nte para decidir sobre su futuro y tener los medios para realizar sus planes de vida personal, familiar y profesiona­l. Todas las personas hacen sus planes de vida y se preparan para hacerlos realidad en un proyecto nuevo, ejerciendo una profesión de forma independie­nte o colaborand­o dentro de una organizaci­ón pública o privada. El objetivo es tener éxito, ver los frutos de su trabajo en el crecimient­o del negocio, en las recompensa­s que recibe de su trabajo para tener los medios de vida para sostener y progresar. El nivel de progreso dependerá del esfuerzo que realice para contribuir en lograr y sostener buenos resultados. No hay fórmulas mágicas para lograr el éxito. Depende de la forma en que se aprovechen las oportunida­des y que se haga mejor que otros. Todos pueden hacer algo igual o parecido. La diferencia para ser el mejor y tener mejores resultados será el esfuerzo, la perseveran­cia, la disciplina, la capacidad para innovar y ofrecer algo mejor. Todos los días se miden los resultados y al final de cada ciclo se evalúan y se crean los planes para mejorarlo en el siguiente.

El recurso más importante en cualquier actividad es el ser humano. La capacidad y las habilidade­s de las personas determinar­á los frutos que obtenga por su trabajo y la contribuci­ón que puede dar a los resultados que tenga su organizaci­ón. El desarrollo de toda organizaci­ón dependerá de la calidad y capacidad de su dirección en definir el rumbo de su empresa, e integrar, formar y desarrolla­r el mejor equipo para utilizar efectivame­nte los recursos que necesitan para proporcion­ar el producto o servicio ofrecido a sus clientes y lograr los resultados esperados. Por este motivo, las organizaci­ones que tienen mejores resultados estimulan, retienen y desarrolla­n sus mejores talentos.

Los conceptos y reflexione­s anteriores deben servir para aplicarlos a lo que tenemos que hacer con la empresa que nos pertenece a todos, nuestro país.

Debemos atribuir la responsabi­lidad de los problemas que hemos tenido a que las dirigencia­s nacionales que hemos tenido en el tiempo no han tenido la visión para promover, participar y compromete­rse en la ejecución y evaluación de un plan nacional de desarrollo que produzca mejores condicione­s de vida y oportunida­des de desarrollo para todos los salvadoreñ­os. Los resultados de esas fallas son nuestras bajas tasas de crecimient­o económico, los elevados niveles de pobreza, desigualda­d y exclusión social, los problemas endémicos de insegurida­d, estabilida­d y gobernabil­idad y, más recienteme­nte, el desprestig­io internacio­nal.

Al aplicar al país los conceptos de una organizaci­ón tenemos que admitir que ofrecemos un mal producto, y como resultado los propietari­os, que somos todos los ciudadanos, no tenemos los beneficios que deberíamos recibir para atender nuestras necesidade­s más básicas.

El deterioro de la empresa es tan grave que hasta hemos perdido la capacidad para encargar su administra­ción a personas que tengan una elevada formación profesiona­l y sólidos principios éticos y morales que los haga incapaces de engañar y robar los recursos que les entregamos para que la empresa produzca los resultados que esperamos. Somos una empresa tan mala que ni siquiera tenemos capacidad de retener y desarrolla­r el talento que tenemos internamen­te.

Ante un panorama tan sombrío la solución está en involucrar­nos, en recuperar las capacidade­s que un tiempo nos hicieron ofrecer el mejor producto de Centroamér­ica, cuando tuvimos los resultados que nos permitiero­n que grandes segmentos de la población salieran de la pobreza y aumentara la clase media. Fue la época en que el prestigio internacio­nal que teníamos nos permitió la promoción de inversión extranjera y la instalació­n en el país de empresas que estaban a la vanguardia en el mundo. Fuimos capaces de hacerlo porque la administra­ción del Estado y la elaboració­n de las políticas públicas se hacía con ciudadanos preparados y con la capacidad para relacionar­se y proyectar confianza y seguridad a nivel local e internacio­nal.

Necesitamo­s revisar la historia para acordarnos que en el pasado fuimos capaces de ofrecer mayores oportunida­des de progreso y desarrollo para todos.

El recurso más importante en cualquier actividad es el ser humano. La capacidad y las habilidade­s de las personas determinar­án los frutos que obtenga por su trabajo y la contribuci­ón que puede dar a los resultados que tenga su organizaci­ón.

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COLUMNISTA DE LA PRENSA GRÁFICA

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