UNA CONSTITUCIÓN ¿PARA QUÉ?
¿Para qué dotar de una Constitución a un Estado? ¿Qué importancia tiene para la sociedad que una Asamblea Constituye decrete esa denominada Norma Suprema? La Constitución contiene “la estructura política superior de un Estado”, eso significa que no es cualquier norma, sino sobre la que se asienta todo el ordenamiento jurídico de un país. Da respuesta también a cuáles son los derechos y deberes esenciales que se le conceden y a qué se obliga a los gobernados. Con una Constitución se poseen las reglas cómo se va a ejercer el poder, sus límites y sus alcances.
Es indispensable para una sociedad jurídicamente organizada que se ha constituido en un Estado que sus integrantes gocen de seguridad jurídica. Que las líneas fundamentales de sus actuaciones estén fijadas de antemano, conociéndose qué compete a cada quien. No se trata que el poder se ejerza libremente a la voluntad del gobernante, sino reglas que definan qué sí y qué no. Que las relaciones entre los individuos tengan un instrumento básico que también les señale hasta dónde llega su libertad. Por eso la necesidad de elaborarse una Constitución para un Estado y la importancia de ello para la sociedad toda.
Comprendámoslo mejor con el siguiente ejemplo. Supongamos que no existieran regulaciones sobre la circulación de vehículos automotores, nada de semáforos ni de rótulos con alto o precaución. En definitiva libertad plena para conducirse sin un mínimo de reglas sobre aspectos esenciales. De inmediato ustedes dirán: no, eso no es posible, debemos organizarnos para no continuar en el reino del caos. Se decide ordenarse técnicamente: aparecen los semáforos, se señalizan las vías de circulación, se conceden permisos para manejar automotores, etcétera, y en ese etcétera se fijan las sanciones para los infractores y la manera de aplicarlas. Aun con todo, el desorden puede continuar, si los obligados a cumplir las normas no lo hacen y la tolerancia de las autoridades. ¿Han visto ustedes que los buses ya no expelen humo? ¿Notan una mejora en la cortesía de los motoristas de vehículos de transporte público con los usuarios y otros conductores?
Volviendo a las cuestiones de la sociedad en general, de igual manera que en el ejemplo sobre el tráfico terrestre vehicular, la comunidad social decidió definir las reglas vitales para la convivencia entre ellos, y después de largas jornadas concluyeron que era necesario decretar una Norma Suprema que le ponga dique a la ley de la selva y racionalice el poder. Y así nace la Constitución.
Con optimismo pensaron que sería un camino sin retorno por desterrarse para siempre el autoritarismo. Con frecuencia sucede que aquello que se forjó con grandes esperanzas termina no cumpliéndose, dándose en la vida política como en el caso de las normas de tránsito que estas se incumplen, concluyendo por muchos que la Constitución no sirve para nada. Es desagradable escuchar esto último para quienes creemos en el Derecho. No hay que desfallecer. La misma Constitución tiene los medios para su defensa tanto de orden jurídico, como político y social. Existen también mecanismos internacionales. Todos esos medios pueden a veces ser lentos, pero a la larga funcionan. Hay que escuchar la voz de la historia, ya que es fecunda en ejemplos. Las ideas de los grandes hombres que nos legaron el constitucionalismo, para vivir en una sociedad con reglas predeterminadas, con respeto a los derechos humanos, deben quedar fijas en el mundo actual, pues están llenas de sabiduría.
No se trata que el poder se ejerza libremente a la voluntad del gobernante, sino reglas que definan qué sí y qué no.