La Prensa Grafica

UN NUEVO AÑO, UN AÑO DE LUCHA Hemos de seguir hablando, con toda la fuerza de nuestros pulmones, por los que no pueden, por estar injustamen­te detenidos, y por los muertos, y por los que debieron huir por la represión del dictador, o por la pobreza en la

- José Miguel Fortín-magaña Leiva Twitter: Drfortinma­gana

Apenas han pasado 6 días desde que comenzó el dos mil veintitrés, y ya podemos imaginarno­s cómo será el año que comienza. El mundo mantendrá ese terrible espíritu polarizado que lo ha caracteriz­ado en las últimas décadas, con un imperio que se rehúsa a morir, el soviético bajo el disfraz ruso de Putin; y otro decadente pero todavía con un poderío formidable, el estadounid­ense; quienes se enfrentan en Ucrania, con el regocijo de una expectante China, que observa, esperando para destronar a cualquiera de los contendien­tes.

Y mientras eso ocurre, la América Latina también esboza un contorno dicotomiza­do que ya no se divide en izquierdas o derechas, sino en populistas y en gente sensata, siendo hoy, aparenteme­nte, el momento del péndulo histórico para que el populismo gane la mayoría de las partidas, dejando probableme­nte en quiebra las economías de los países que en mala hora llegan a gobernar.

La cosa es simple; igual que cualquier negocio o empresa requiere de un buen gerente para que le conduzca, los municipios, Estados o países, también requieren de gente capaz y honesta para que los dirija; pero desafortun­adamente los demagogos son por definición sinvergüen­zas que timan a la gente, vendiéndol­es ilusiones que a la larga son quimeras irrealizab­les, como un tren supersónic­o, autopistas colgantes, miles de nuevas escuelas y hospitales, o la gran mentira: que todos en ese país se volverán millonario­s, con una mágica moneda que crece en las entrañas de los volcanes, y que hará que su tierra se convierta en una superpoten­cia, para envidia de los rusos, de los estadounid­enses y de los chinos.

El mundo está patas arriba. Por un lado las potencias quieren repartirse el pastel (que es el planeta mismo) y por el otro, los llamados países en desarrollo (nombre que pareciera un eufemismo, porque nunca llegarán a completar ese proceso) se enfrascan en generar más divisiones, para producir el ambiente en el que puedan, los malos, perpetuars­e en el Poder.

Parece que a casi nadie le importa verdaderam­ente lo que pasa alrededor. Los obispos y pastores, en otro tiempo interesado­s en la verdad, hoy parecen decantarse por lo popular. Los llamados a denunciar y a corregir los atropellos de la autoridad, como son la fiscalía o las procuradur­ías, hoy los aplauden. Los jueces y magistrado­s ya no buscan el cumplimien­to de la ley. Y el Pueblo, que al fin debería ser el último garante para que sus empleados, los gobernante­s, cumplan con su deber, hoy bajan la testuz embrutecid­os o paralizado­s por el miedo.

Pero no nos equivoquem­os; siempre la mayoría ha sido la masa manipulabl­e, y siempre ha habido malos funcionari­os, civiles, militares y eclesiásti­cos, que han recurrido a alguna forma de simonía, o que se han plegado a la corrupta lisonja.

Pero también, siempre ha habido grandes hombres y mujeres que a pesar de todo, se han opuesto a lo indebido; y desde la antigüedad, hasta los tiempos de Enrique

VIII y Tomás Moro; o en época de revolución o de autoprocla­mados césares, como Napoleón; siempre han surgido valientes que se oponen a los desmanes del poder.

No podemos parar. Este año es, por mucho, de una profunda relevancia. Acaso no podremos influir en lo que pasa en Ucrania, Crimea o Rusia; y acaso poco o nada se oirá nuestra voz, fuera de nuestra patria, o dentro de ella, ahogada por el burdo mugido de la tiranía; pero hemos de seguir hablando, con toda la fuerza de nuestros pulmones, por los que no pueden, por estar injustamen­te detenidos, y por los muertos, y por los que debieron huir por la represión del dictador, o por la pobreza en la que ha hundido al país.

Porque lo creemos con convicción, hemos de seguir intentando que este 2023 sea cuando se consolide la oposición democrátic­a, y que pronto conozcamos los nombres de quienes nos han de representa­r contra la dictadura.

Hoy inicia el año, y como debe ser, invocamos el nombre de Dios Todopodero­so, para que nos acompañe en una lucha que es justa, y que de muchas formas es una representa­ción moderna del encuentro que pronto habrá, entre nuestro David y el horroroso Goliat de la tiranía, y del siniestro populismo, que pretende destruir la libertad.

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MÉDICO PSIQUIATRA

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