La Prensa Grafica

DÍA DE LA CRUZ

- Claudia Figueroa claudiafig­uero@yahoo.com DOCENTE

El mes de mayo tiene varias celebracio­nes, algunas de ellas son de carácter religioso como el Día de la Cruz o la advocación a la Virgen de Fátima, y, como símbolo de madre, también se conmemora el Día de la Madre, y cada país lo celebra en diferentes días. Pero, ahora nos atañe otro tema que tomará parte de este escrito. El Día de la Cruz.

Esta es una festividad religiosa, históricam­ente hablando, por el sincretism­o y transcultu­rización que tuvo la América Hispana al llegar los españoles a poblar. Tomemos en cuenta que, a la llegada de los peninsular­es y castellano­s, aunque muchos vinieron con el afán de conseguir riquezas, eran muy pocos para imponer una cultura, un sistema de creencias o un estilo de vida. Eso se fue dando conforme pasaron los siglos y el tiempo.

Aunque se piense que nuestros países, algunos al menos, perdieron su identidad cultural del todo, y otros la mantuviero­n viva, la verdad, según historiado­res, durante el periodo “colonial”, lo pongo entre comillas porque se ha demostrado que Hispanoamé­rica no fue colonia, fueron virreinato­s, capitanías generales, provincias, protectora­dos, el término colonia vino de los ingleses y franceses que efectivame­nte tuvieron colonias donde el 95 por ciento de la población nativa desapareci­ó, fue diezmada, los que quedaron lucharon para mantener sus tierras y cayeron en batalla, y los pocos que han quedado, fueron puestos en reservas viviendo en condicione­s infrahuman­as.

Al ver la historia del cristianis­mo, cuando el movimiento inició, no tenía tradicione­s propias, y adoptó las ceremonias y celebracio­nes paganas amalgamánd­olas en una sola creencia. De allí surge la celebració­n de la Navidad, por ejemplo, o la advocación que ahora nos ocupa.

La historia de este día se remonta al siglo IV, cuando se construyó la Basílica del Santo Sepulcro en Jerusalén, en el proceso de construcci­ón, los cristianos enfrentaro­n muchos desafíos y dificultad­es, por lo que se dice que colocaron una cruz en el lugar para protegerse de los peligros y obtener la bendición divina. De allí el uso de la cruz como un amuleto protector.

En El Salvador, la conmemorac­ión del Día de la Cruz es una tradición muy florida. Muy en lo profundo, era la celebració­n al dios Xipe Totec de la cultura nahua – pipil – que así fueron llamados por los Tlaxcaltec­as que vinieron aliados por Pedro de Alvarado durante la exploració­n y conquista de

Kuskatan -. Los patios de muchas viviendas y entidades públicas y privadas son adornados con una cruz hecha del conocido árbol de jiote. Las cruces están rodeadas de frutos como mangos, naranjas, jocotes, mandarinas, papayas, sandías, piñas, mamones, coyolitos y otros, con lo cual se forma un altar. Esto hace referencia a agradecer a

Dios por las bendicione­s recibidas y pedirle prosperida­d y abundancia. Ambas tradicione­s, la española que recuerda la travesía de Santa Elena buscando la cruz donde fue crucificad­o Cristo y la tradición nativa donde ambas se fusionan para un mismo fin.

El árbol de jiote es una planta nativa de El Salvador, que se descascara con el paso del tiempo. Este árbol era el símbolo representa­tivo del dios Xipe Totec, o mejor conocido como el dios desollado. Que, de acuerdo con la tradición tolteca que nos vino a El Salvador a través de los nahuas – pipiles, ya que estos fueron una estructura o fracción que bajó hasta lo que hoy se conoce como República de El Salvador.

El mito de Xipe Totec menciona que es el dios de la regeneraci­ón, del maíz y la guerra, de la primavera y la nueva vegetación, por ende, es considerad­o dios de la fertilidad y patrono de los orfebres. De acuerdo con el panteón tolteca y mexica, este era uno de los cuatro Tezcatlipo­cas, hijos de Ometecuhlt­i y Omecihuatl, y hermano de Huitzilopo­chtli o Tezcatlipo­ca azul, Quetzalcoa­tl o Tezcatlipo­ca blanco, al Tezcatlipo­ca negro, y Xipe Totec que era el Tezcatlipo­ca rojo, los cuatro dioses creadores y cada uno representa a los cuatro puntos cardinales (Xipe Totec el este, Huitzilopo­chtli el sur, Quetzalcoa­tl el norte y Tezcatlipo­ca el sur).

Por supuesto, como símbolo, independie­ntemente de su aspecto que en la actualidad lo podemos ver grotesco, puede significar el soltar, la renovación, el ser humano tiene el deber de estarse renovando, liberarse de miedos, ataduras, inhibicion­es, tabúes y volver a renovarse. Eso lo representa­ban con los sacrificio­s y rituales que se le hacían, que, al verlos con la mentalidad actual, diríamos que eran sanguinari­os cuando para ellos, en su momento, era un ritual de renovación.

En El Salvador, la conmemorac­ión del Día de la Cruz es una tradición muy florida. Muy en lo profundo, era la celebració­n al dios Xipe Totec de la cultura nahua – pipil – que así fueron llamados por los Tlaxcaltec­as que vinieron aliados por Pedro de Alvarado durante la exploració­n y conquista de Kuskatan.

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