La Prensa Grafica

LA PRINCESA QUE CREÍA EN LOS CUENTOS DE HADAS

- Claudia Figueroa claudiafig­uero@yahoo.com DOCENTE

Estábamos terminando el mes de marzo, mes de la mujer. Me llegó a mis manos un libro que ya había leído hace muchos años. Como bien dicen, volver a leer un libro, por muy sencillo que parezca en su estructura literaria, pero con un mensaje demasiado profundo.

A todos, desde niños, nuestros padres nos han leído historias. Cuentos de princesas en peligro donde un caballero o un príncipe llega a rescatarla­s y se casa con ellas buscando ser “felices para siempre”. Aunque, como dice la obra, los cuentos de hadas se pueden hacer realidad, todo depende de qué tipo de historia quieres escribir y contar a los demás.

Al leer la historia de Victoria, la protagonis­ta de nuestra historia, la autora, Marcia Grad, toma las enseñanzas que ha aprendido a lo largo de su vida y las plasma en la obra, así como las vicisitude­s que pasa. Seguir un Código Real de Emociones y Sentimient­os para Princesas. A la mujer nos educan para agradar a otros, a ocultar nuestros sentimient­os, emociones y pensamient­os. Bien dicen que el hombre tiene razones de sobra para ser como es por lo que tiene en su corazón y en su mente.

Muchas mujeres buscan la felicidad en diferentes cosas -ojo, estoy hablando de mujeres, aunque también hay hombres que se les educa que tienen que buscar el éxito profesiona­l, solvencia económica, de ser machito, de ser el fuerte, que tomar licor es cosa de hombres o fumar, que puede tener todas las mujeres, muchos no siguen dichos consejos–, muchas “ven los ojos del amado para verse reflejadas en ellos y sentirse bien”, cuando, la verdad la puede encontrar dentro del corazón.

Aunque el libro se puede hacer una obra de teatro, todos nosotros, independie­ntemente, actuamos en una gran obra llamada vida. En lugar de culpar a los otros por lo que nos pasa o el presente que tenemos, debemos de ver a profundida­d sus vidas, su historia, para comprender mejor el porqué actuamos como actuamos. Muchas veces, a las mujeres nos exigen ser sumisas, perfectas, no mostrar nuestros verdaderos sentimient­os, vivimos en un mundo donde se nos exige ocultar nuestro verdadero ser y ocupar una máscara para “encajar” en este mundo.

Como toda obra profunda, tiene un trasfondo de enseñanzas que nos harán ver el mundo totalmente diferente. El mundo tiene sus altibajos, pero debemos aprender a dejarnos llevar por la corriente y tratar de no navegar en contra de ella, salvo que, navegar contra corriente sea el acto contrario de lo que vemos en el día a día.

El libro tiene una serie de enseñanzas, tomaré algunas de ellas para darnos una guía de lo que debemos hacer o buscar. Una de estas dice: “somos, ante todo, criaturas del universo; completas, bellas y perfectas en cada detalle siguiendo los deseos del infinito. Así pues, nos merecemos por derecho natural ser amados y respetados, y es nuestro deber no aceptar nada menos”.

La pregunta es: ¿Cuántos de nosotros aceptamos menos que el amor y el respeto con tal de tener una vida superficia­l, o, tener “la vida que me merezco”? Está bien que busquemos estabilida­d económica, pero no podemos vivir a costa del trabajo de los otros, mucho menos de un hombre. El amor viene cuando nos amamos a nosotros mismos. Nadie puede dar lo que no tiene.

“Así como todo el océano puede verse en una gota de agua, también nosotros somos la esencia de la vida. Al igual que la marea sube y baja, también nosotros nos movemos con el flujo de la vida, aceptando que la única constante es el cambio y que todo es como tiene que ser, aunque muchas veces no sepamos por qué”. En pocas palabras se puede decir: “nos guste o no, las cosas son como son”.

En entrega futura, hablaremos de las otras enseñanzas que son tanto o más profundas de este libro. Recordemos que cada uno de nosotros tiene un mapa personal para guiarnos, nadie puede usar el mapa de otro para guiarse en su vida. Solo con la luz de la sabiduría que viene de los grandes maestros de nuestra historia nos pueden decir por dónde ir, pero no las batallas que debemos luchar. El corazón es el mayor guía.

La pregunta es: ¿Cuántos de nosotros aceptamos menos que el amor y el respeto con tal de tener una vida superficia­l, o, tener “la vida que me merezco”?

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