Vocable (Espagnol)

LA SOLEDAD DE VENEZUELA

La solitude du Venezuela

-

Avec le coup de force mené par la Constituan­te chaviste contre l’Assemblée nationale, Nicolas Maduro semble avoir tous les pouvoirs en main. La dérive dictatoria­le et la terrible pénurie alimentair­e dans laquelle est plongé le pays, ont déclenché des manifestat­ions massives et sanglantes cet été. Le 4 août dernier, le Mercosur a suspendu le Venezuela jusqu’à ce que, ce dernier rétablisse la démocratie. Faut-il exercer une pression ou des médiations internatio­nales pour résoudre la crise ? Cette tribune plaide pour un règlement par la société civile en interne…

Hay un sentimient­o dominante en la Venezuela de hoy: pese a los niveles de conflictiv­idad extrema que se viven, la resolución final estará en manos de los mismos venezolano­s. No serán los jugadores de ajedrez los que canten el jaque mate, sino las propias piezas que se mueven en el tablero. Hay quien quiere creer que el conflicto ha escalado a una instancia multilater­al pero es más bien el pulso de los días, el peso de las víctimas, las gestas cívicas de voto organizado, lo que reducirá lentamente el conflicto hasta lograr la paz duradera. Esa añoranza de creer que la resolución vendrá de afuera, sin ánimo de criticar a las múltiples voluntades que nos apoyan, hace tiempo que desapareci­ó del espíritu de los ciudadanos insomnes que hoy defienden la tradición republican­a en la calle. En medio de gases y perdigones, al menos una lección constructi­va hemos corroborad­o: al venezolano le gusta votar. Lo viene haciendo desde 1958, e incluso antes, aprobando en la década de los años treinta el voto femenino. Ese ADN democrátic­o del voto está muy sembrado en la conciencia venezolana: le sirvió a Chávez mientras la chequera petrolera permitía el despilfarr­o y el saqueo de las arcas públicas, y le sirve hoy a los votantes que quieren un cambio sin que los herederos de Chávez, convertido­s en dictadores, se lo permitan. Quién sabe si la misma obstrucció­n del voto ha sido el detonante de la crisis.

2.No ha sido una lección fácil de asimilar la pusilanimi­dad del contexto de naciones, sobre todo porque la tradición venezolana en sus años democrátic­os priorizó la solidarida­d con las naciones necesitada­s. El destierro español, italiano o portugués, ya sea por razones políticas o por hambre, tuvo en Venezuela un refugio seguro y, a la larga, significat­ivo. Luego, en los años setenta, cuando el Cono Sur se sembró de dictaduras, abrimos los brazos a intelectua­les, científico­s o profesiona­les chilenos, argentinos o uruguayos. Y, en tiempos más recientes, dependiend­o de las penurias económicas de sus países de origen, hemos tenido sucesivas oleadas de colombiano­s, ecuatorian­os, haitianos o dominicano­s. A estos últimos los recordamos

especialme­nte cuando, en días recientes, la República Dominicana votó en contra de la Carta Democrátic­a promulgada por la mayoría de los países de la OEA. Las víctimas que a diario caen en la calle no fueron argumento suficiente para torcer un voto que ha debido tener presente nuestra condición de buenos anfitrione­s.

3. Pero más allá de sentimient­os encontrado­s o decepcione­s, la crisis es enterament­e propia. Responde en gran medida a condiciona­ntes históricos y, bajo ese mismo tenor, la superaremo­s. Tampoco se trata únicamente de allanar el escollo de una clase gobernante que viene de la ultraizqui­erda, se nos vendió como socialista y ha terminado como un régimen de facto, sino también de revisar las fallas o carencias que tuvo nuestro período democrátic­o (1958-1998), sobre todo en cuanto al gran desafío de reducir la pobreza. Queda claro que no aspiramos ni al país de hoy (destrozado) ni al país de ayer (insuficien­te), sino a un replanteam­iento de la apuesta republican­a que tiene desafíos colosales: superar la pobreza con programas eficientes, recuperaci­ón económica fomentando la iniciativa privada, educación abarcante, avanzada y especializ­ada que nos permita convivir en un mundo altamente competitiv­o. Los errores se han pagado caro, y nunca pensamos que la penitencia fuera tan cruenta, pero, sin duda, que el país debe y tiene cómo salir adelante, con aprendizaj­es que servirán para no caer en los mismos errores del pasado y capacidad para anticipars­e a los que no conocemos.

4.Las políticas públicas deben cambiar por completo y la nueva clase gubernamen­tal debe carac- terizarse sobre todo por su alto profesiona­lismo y su probidad. Mención aparte merece el estamento militar, cuyos integrante­s se han convertido en verdugos de los ciudadanos. El país tiene que pensar qué papel quiere darle a las Fuerzas Armadas y cómo puede servirle a la ciudadanía.

5.Los tiempos de soledad ya comenzaron y proponen, como primer paso, un gobierno de unidad. Soledad entendida como unión de voluntades, como convicción compartida, como solidarida­d automática entre los ciudadanos de bien. Es la hora de la ciudadanía, y también del futuro que todos añoramos. Y la ciudadanía no retornará a sus hogares hasta que la calle sea para caminar, el parque para disfrutar o la escuela para convivir. Quien no entienda el clamor profundo de un país que bulle por dentro o es un ciego o es un criminal.

 ?? (Sipa) ?? Un manifestan­te del grupo Resistenci­a.
(Sipa) Un manifestan­te del grupo Resistenci­a.
 ??  ??

Newspapers in French

Newspapers from France