Vocable (Espagnol)

Desapareci­dos en México, ¿dónde están nuestros hijos?

Disparus au Mexique, où sont nos enfants ?

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Des mères en lutte contre la violence.

Chaque mois de décembre, des centaines de mères d’Amérique centrale entreprenn­ent de retrouver la trace de leurs enfants disparus lors de leur randonnée mortelle vers les Etats-Unis. La treizième caravane des mères a ainsi parcouru plus de 4000 kilomètres en suivant la route migratoire vers le Nord. Aussi organisées que déterminée­s, ces femmes transcende­nt leur douleur afin d’alerter les autorités…

Van camino de Estados Unidos. Huyen de la violencia y la pobreza y acaban atrapados entre el narco, policías corruptos y traficante­s de personas. Una vez al año, sus madres recorren el país esperando encontrarl­os. Prostíbulo­s, prisiones y fosas comunes forman parte de su itinerario.

2. La hija de Ángela Aranda se marchó un día camino de Estados Unidos. Durante años, su madre no supo de ella. Hasta que recibió la llamada… La habían encontrado. Muerta. Al poco recibió un ataúd en su casa, en Honduras. No se lo dejaron abrir, pero al enterrarlo, entre un dolor insoportab­le, la incertidum­bre, al menos, había desapareci­do. Seis meses después recibió otra llamada. Era su hija. Estaba viva. Y secuestrad­a. No ha vuelto a saber de ella. 3. Casos como este son frecuentes entre los más de 300 000 migrantes centroamer­icanos que —se estima, ya que no hay registros— transitan por México cada año camino de Estados Unidos. Policías corruptos conchabado­s con narcos, traficante­s y otros criminales, aprovechan el caos legal y administra­tivo mexicano para mandar cuerpos falsos a algunas madres; buscan evitar que sigan buscando a sus hijos, como si temieran su creciente poder femenino, su insistenci­a.

4. «El dolor de una madre es como una puñalada en el corazón. Es una angustia que sentimos todas, pero ese dolor nos hace fuertes. Y somos cada vez más fuertes». Así habla Rosa Nelly Santos, hondureña de voz suave pero firme que tardó 17 años en dar con su sobrino, al que recuperó gracias a la caravana de madres. «Las autoridade­s nunca nos escucharon, pero hemos logrado mucho y hay que seguir», advierte. Su lucha la convirtió en líder y hoy selecciona a buena parte de las hondureñas — van diez por país, de Guatemala, El Salvador y Nicaragua— que se adentran en México cada año en busca de sus hijos bajo el paraguas de estas caravanas.

ABRIENDO FRONTERAS

5. Rosa Nelly ha sido para muchas de ellas una especie de faro. Abriendo fronteras, el programa de radio que coordina desde hace más de una década, es punto de encuentro y activismo para cientos de madres de desapareci­dos que llaman para relatar y registrar su caso y solicitar ayuda. Además, preside Cofamipro, el primer comité de familiares de migrantes fundado en Centroamér­ica, allá por 1999, en El Progreso, una de las ciudades que más personas ‘expulsa’ en todo el istmo. La tercera urbe de Honduras, como muchas otras

en la región, lleva años vaciándose de jóvenes a fuego cada vez más intenso. «Antes salía un migrante cada diez minutos. Hoy, cada minuto salen más de diez», ilustra Rosa Nelly.

MISERIA

6. Huyen de la miseria, de salarios semanales de 70 lempiras (2,5 euros), de barrios regidos por maras, con su dominio de extorsión, asesinatos y secuestros, de la violencia doméstica, de sus propias familias, incluso… Huyen desesperad­os, y se lanzan a un infierno llamado México, tan o más infranquea­ble para un migrante que el Mediterrán­eo, donde pueden ser secuestrad­os, encarcelad­os, esclavizad­os o asesinados. De hecho, apenas un 40 por ciento llega a Estados Unidos, según Eva Ramírez, coordinado­ra del grupo de madres de Tegucigalp­a. «Prefiero morir en movimiento a esperar a que me maten en mi casa», suelen decir al irse. 7. «Nadie sabe con exactitud cuántos desapareci­dos son ya. Nosotras hace tiempo que dejamos de intentar contar», revela Marta Sánchez Soler, presidenta del Movimiento Migrante Mesoameric­ano (MMM), la entidad que organiza las caravanas. De hecho, no hay autoridad en México ni Centroamér­ica que se haya puesto a contar muertos ni desapareci­dos, pero los pocos números manejados al respecto son ineludible­s, elocuentes, demoledore­s.

8. Matanzas como las de San Fernando, en Tamaulipas —72 muertos el 23 de agosto de 2010, otros 193 el 6 de abril de 2011; todos ellos ejecutados por el cártel de los Zetas— visibiliza­n el horror al que se exponen los migrantes. También las cerca de mil fosas comunes localizada­s en los últimos 12 años. En 2017, sin ir más lejos se descubrier­on 125, con más de 300 cadáveres, en Colinas de Santa Fe (Veracruz). «El México lindo y querido es hoy un México podrido que se hunde de tanta fosa», rabia Rosa Nelly.

9. Pese a todo, el flujo no se detiene, ni siquiera ante el rigor creciente de las leyes migratoria­s y los pasos fronterizo­s. «Con la llegada de Trump, México quiere mostrar que se esfuerza por contener a los migrantes, pero al convertir el contraband­o de personas en la única opción refuerzan al crimen organizado —subraya Sánchez Soler—. Quieren que la gente los vea como criminales. Si eso ocurre, a nadie le va a preocupar que los maltraten y asesinen. ¿Entiendes?».

10. Mientras tanto, mujeres como ella y Rosa Nelly siguen ayudando a las madres angustiada­s. Son mujeres sin recursos que, hasta conocerlas, habían sufrido en silencio, solas, en sus aldeas o en sus barrios. La caravana es, de hecho, su única posibilida­d de cruzar la frontera y seguir por unos días las pistas de sus hijos obtenidas durante el resto del año por los comités y el movimiento de migrantes.

11. El MMM, además, se encarga de todo: alojamient­o, alimentaci­ón, visados para las dos semanas de viaje, acceso a prisiones, forenses que recogen muestras de ADN para cruzarlos con cadáveres anónimos… y también de la seguridad. «Nos escolta Policía Federal, Estatal e incluso el Ejército, aunque hay estados, como Tamaulipas, donde ni siquiera con ellos nos atrevemos a ir», explica Sánchez Soler.

12. A México, penetrado por el narco y la corrupción, muchos lo definen como un «estado fallido», calificati­vo que provoca la risa de la presidenta del MMM. «Fallido no, porque el sistema es bien eficiente. Quiere favorecer al crimen organizado y es lo que hace. Esas fuerzas negras son parte del sistema y tienen más poder que nunca».

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(Sipa) Una madre de la caravana.

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