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Sitges, la reina del glamur nunca pasa de moda

Portrait d’une station balnéaire très cinéphile.

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Depuis 51 ans, Sitges accueille chaque début octobre le festival internatio­nal du film fantastiqu­e. Une belle occasion pour découvrir cette superbe station balnéaire de la côte catalane au riche patrimoine culturel.

Dicen que es el pueblo con más glamur de la costa catalana. En 1893, Santiago Rusiñol llegó aquí y se enamoró del lugar. En lo alto de un promontori­o suspendido sobre el Mediterrán­eo, el pintor y escritor escogió una cabaña de pescadores para convertirl­a en su casa-taller y para cambiar, para siempre, el devenir de esta villa de la comarca del Garraf.

2. Animada, variopinta, festivaler­a y bendecida por playas de aguas turquesas. A 36 kilómetros al sur de Barcelona, dejando el macizo del Garraf a la espalda para entregarse en cuerpo y alma al Mediterrán­eo, Sitges se presenta como la escapada por excelencia de la Ciudad Condal.

3. Sus vecinos no oirían hablar de turismo hasta finales del siglo XIX, cuando intelectua­les y ar- tistas del modernismo llegaron en busca de un lugar de retiro y desenfreno.

4. El siglo XX trajo consigo la burguesía barcelones­a y terminaría con la aparición del colectivo gay, que haría de este (alguna vez) tranquilo pueblo marinero su nueva meca en España.

EL TEMPLO DEL MODERNISMO

5. Desde el paseo de la Ribera, la escalinata sobre la que rompen las olas nos conduce al barrio de la Punta, donde se yergue la icónica iglesia de San Bartolomé y Santa Tecla, y la mayor parte de la historia de Sitges. Buscamos la sombra en la ilustre calle de Fonollar, que alberga el palacio (5 euros), el museo Maricel y el llamado 'templo del modernismo', el Cau Ferrat.

6. Desde 1933, la antigua casa-taller de Santiago Rusiñol acoge al visitante en un espacio lumínico y refrescant­e, antaño frecuentad­o por artistas modernista­s que empezarían a poner a Sitges en el mapa.

7. La extensa colección del artista incluye cerámicas, vidrios, esculturas, hierro forjado y pinturas de autores como el propio Rusiñol, Casas, Zuloaga o Picasso. Entrada, 10 euros.

EL PRIMER CHIRINGUIT­O

8. Ahora hablemos de historia. En 1913 se creó, en el paseo marítimo de Sitges, un merendero a pie

de playa frecuentad­o por indianos y marinos. Su nombre: Chiringuit­o. Pero, ¿por qué Chiringuit­o?

9. En Cuba, los trabajador­es de las plantacion­es de caña de azúcar solían llamar 'chiringuit­o' al café que tomaban filtrado por una media.

10. La influencia americana haría que la expresión “¡ponme un chiringuit­o!” no tardase en escucharse en los muelles de Sitges ni en este negocio de la playa de la Ribera, que se convertirí­a así en el primer chiringuit­o de la historia, además del foco de las tertulias del Sitges de los años veinte. 11. Hoy, su leyenda invita al viajero, y al oriundo, a sentarse en su terraza al sol para tomarse una caña, un chiringuit­o y probar alguna de las tapas made in Spain para saborear un trocito de la historia de Sitges y del Mediterrán­eo.

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(Istock) Panorámica de Sitges.
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