Vocable (Espagnol)

Cumbia, el ‘blues’ de Latinoamér­ica

La cumbia, le 'blues' de l'Amérique latine

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Petit historique d’un genre musical et d’une danse qui ne cessent de séduire : la cumbia !

La cumbia, genre musical très rythmique inspiré par les chants des esclaves africains, est née en Colombie puis s’est répandue dans toute l’Amérique latine dès le XIXe siècle. Depuis quelques années, cette musique et cette danse se métamorpho­sent en se mêlant à l’electro et la techno avec bonheur.

Con permiso del son, la cumbia podría calzarse sin muchos problemas la corona de “blues de Latinoamér­ica”. Un sonido matriz, inventado por esclavos, versátil y cargado de un poderoso componente ritual y comunitari­o que se expande y ramifica por otros géneros. El cordón materno arranca en los tambores y las danzas negras del Caribe colombiano, se mezcla con más percusión indígena y vientos europeos. La fórmula viaja a los suburbios mexicanos convertida en baladas románticas o en pegajosas letanías. Como a un imán, también se le pega la psicodelia en el altiplano andino, la marimba en Centroamér­i

ca, se baila en Ecuador, en Venezuela y, desde hace unos años, hasta en las fiestas electrónic­as de gente exquisita sin haber salido tampoco de las villas miseria de Argentina. La cumbia siempre girando en espiral.

2. Andrés Landero, El Hijo del Pueblo y Rey del Acordeón, es uno de los padrinos de la época dorada de la cumbia colombiana. Hecha por y para migrantes en un Caribe, los años 30 y 40, donde las costas empezaban a vaciarse rumbo a las fábricas de las ciudades. En Perdí las abarcas, Landero escucha una cumbia y pierde a sus amigos, el trago y hasta las sandalias y el

sombrero por una mujer. El Rey del Acordeón a vueltas con el dilema de siempre: ¿arte apolíneo o dionisiaco? Lisandro Mesa echa de menos su “sabana hermosa metida en la cordillera”,

siente “la nostalgia como una lágrima que se escapa”. La cumbia como flecha y como ancla.

3. La música del desarraigo llegó a Monterrey, el pulmón industrial y blanco de México, en la mochila de los migrantes mestizos de los estados rurales. Durante años mandó la ortodoxia del acordeón por toda la zona norte mexicana: “Esto se va a los dos Laredos, Monclova, Saltillo y mi lindo Monterrey”, canta con voz de ultratumba el Munra en Al ritmo del tambo. En el antiguo DF estalla la cumbia romántica, con Los Ángeles Azules como capos, y los sonideros – fiestas ambulantes al estilo de los sound system jamaicanos – se derraman por todo el país. De vuelta a Monterrey, el heredero mexicano del Rey del Acordeón, Celso Piña, puso la cumbia en la órbita global con una canción atravesada por las primeras mutaciones contemporá­neas: Cumbia sobre el río, nominada en 2001 a los Grammy Latinos y con uno de los vídeos estrella de MTV en una época en la que el mercado babeaba ante aquello del World Music.

LA MESETA ANDINA

4. Antes, en los 60, la cumbia ya se había contagiado de la psicodelia anglosajon­a y su cruce con las tradicione­s prehispáni­cas de la Amazonia y la meseta andina. Otro caleidosco­pio migrante que bajó las guitarras con delay de las montañas y la selva hasta ciudades como Lima, donde le pusieron el nombre de chicha. Los Destellos fueron de los primeros en probar ese fermentado andino de San Francisco con Caribe. Aunque lo lisérgico siempre ha estado rondando, quizás por su base rítmica circular a modo de loop. Ahí están las cumbias rebajadas, inventadas de rebote en los 90 por Sonido Dueñez. La erosión de su viejo tocadiscos convirtió el alegre sonido colombiano en una letanía grave y espesa. Spotify solo tiene algún remedo actual de aquellas travesuras. Si quieren ejemplos más rigurosos, busquen aquí o aquí.

5. Las conexiones subterráne­as con el dub y otros arcanos de la protoelect­rónica fueron la puerta de entrada para productore­s contemporá­neos que en los últimos años le han dado a la cumbia un barniz cool. En la lista se amontonan el británico El Búho, el francoecua­toriano Nicola Cruz o el argentino El Remolón y toda la artillería del sello ZZK. La cumbia ha sido también una de las bandas sonoras de Argentina. Desde las orquestas tropicales durante los años de esplendor económico hasta la cumbia guerrera y picaresca fundada por los olvidados durante sus crisis interminab­les. Como El pibito ladrón, de Pibes Chorros, que “con tan solo quince años / y cinco de alto ladrón, / con una caja de vino / de su casilla salió”.

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(Sipa) El grupo colombiano Bomba Estéreo que fusiona cumbia con reggae o música electrónic­a...
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