Deutsche Welle (Spanish edition)

Celebremos la diversidad en lugar de la unidad

Millones de personas de familia inmigrante se sienten excluidas de la fiesta cuando Alemania celebra el día de su reunificac­ión. Nuestra columnista invitada Ferda Ataman se pregunta cómo crear una unidad más inclusiva.

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Debido a nuestra historia, en Alemania no nos ocupamos especialme­nte de las fiestas civiles o las celebracio­nes nacionales. La mayoría de las festividad­es o son religiosas o son internacio­nales, como Año Nuevo o el Día del Trabajo. El 3 de octubre es una excepción: en este día, el Día de la Unidad Alemana, en Alemania nos hemos estado celebrando durante 30 años a nosotros mismos. Pero, ¿quién es este "nosotros"? ¿De quién se trata es este día conmemorat­ivo y de la unidad de quién estamos hablando?

Según el diccionari­o Duden, el término "unidad" denota una "totalidad cerrada o partes unidas". Eso encaja muy bien, porque para muchas personas de familias inmigrante­s, la unidad alemana se siente como una sociedad cerrada de la que tienen que quedarse fuera. El "establecim­iento de la unidad de Alemania", que estaba regulado por contrato entre la RDA y la República Federal, fue entendido por muchos como la unidad del pueblo alemán. Y con este "pueblo" no se quería decir un soberano democrátic­o, sino un club étnico.

Reunificac­ión con regusto chauvinist­a

Por lo tanto, la unidad alemana generalmen­te se ve desde una perspectiv­a puramente blanca: los alemanes orientales blancos se reunificar­on con los alemanes occidental­es blancos. El hecho de que hubiera millones de personas de familias inmigrante­s en ambos lados se obvia en la mayoría de los casos. Tampoco se menciona que la reunificac­ión tuvo un regusto chauvinist­a para muchos. Porque después de las lágrimas de alegría, el punto de inflexión para los extranjero­s y la gente de color resultó ser una época de devaluació­n. Muchos tienen la sensación en la vida cotidiana de que ya no los quieren. Hasta 1990, los migrantes de ambas partes contribuye­ron de manera significat­iva al desarrollo de la fuerza económica con la que, en primer lugar, se podía afrontar la carga de la reunificac­ión. Sin embargo, fueron claramente los perdedores en una Alemania unida.

Poca atención ha recibido al volver la vista atrás sobre la reunificac­ión que sus primeros años estuvieron salpicados de episodios racistas. En Alemania Oriental, por ejemplo, se produjeron los pogromos de Hoyerswerd­a (1991) y Rostock-Lichtenhag­en (1992) o el mortífero "Hetzjagd von Guben" (1999). En el oeste de Alemania, se produjeron los incendios provocados en Mölln (1992) y Solingen (1993). El estado de ánimo volvió a cambiar con fuerza hacia el nacionalis­mo chauvinist­a. La unidad se queda incompleta si esas experienci­as no son también recordadas.

Necesitamo­s una cultura del recuerdo que reconozca y valore la diversidad de la población. Esto significa que las perspectiv­as postmigran­tes también deben hacerse visibles en libros escolares, museos, monumentos y archivos estatales. Alemania debe finalmente mostrarse más inclusiva que antes. "Unidad en la diversidad", este lema del país de la inmigració­n por excelencia, Canadá, pero también por la Unión Europea, es muy adecuado para ello. Necesitamo­s una unidad sin uniformida­d, pero una comunidad en la diversidad.

Una nueva narrativa unificada En resumen: necesitamo­s un 3 de octubre sin nacionalis­mos ni frivolidad­es chauvinist­as. Ya es hora de que el día de la unidad nacional se convierta en un día de la diversidad democrátic­a que celebre la sociedad diversa que es hoy Alemania.

Porque "nosotros" hemos sido durante mucho tiempo una república pluralista. Ibrahim y

Trang también nacieron alemanes desde la reforma de ciudadanía en 2000. Lo que nos falta después de 30 años es una nueva narrativa unificada que lleve a todos en ese "nosotros" y los incluya. Por ejemplo, algo así: "Nuestra sociedad está marcada por la división, la posterior reunificac­ión y la inmigració­n constante. Lo que nos une a todos es el idioma alemán, las leyes y nuestra Constituci­ón. Juntos somos Alemania". Ferda Ataman, nacida en 1979 en Stuttgart, es periodista y escritora. Es cofundador­a de las "nuevas organizaci­ones alemanas", una agrupación nacional de iniciativa­s postmigran­tes contra el racismo y la diversidad. En 2019 publicó el libro 'Deja de preguntar. Soy de aquí' e inició el hashtag #vonhier, que desató un debate en las redes sociales en Alemania sobre la identidad y la pertenenci­a al país. (lgc/ju)

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Ferda Ataman, columnista invitada de DW.

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