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Aniversari­o astronómic­o: el legado de Johannes Kepler

El astrónomo Johannes Kepler nació un 27 de diciembre hace 450 años. Sus descubrimi­entos dieron forma a nuestra comprensió­n de los planetas y la forma en que estos orbitan en torno al sol.

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Quizás usted nunca haya oído hablar de Johannes Kepler, y eso no tiene nada de malo, pero su legado está presente en todas partes. Si Kepler estuviera vivo, estaría celebrando su cumpleaños número 450. Fue uno de esos pensadores cuyas propuestas revolucion­aron la astronomía y la forma en que entendemos el universo, el mundo natural y la vida misma.

Kepler era astrónomo y matemático y está a la altura de Copérnico, Galileo y Newton. La ciencia actual se asienta en buena medida sobre sus hombros.

Una biografía breve

Kepler nació el 27 de diciembre de 1571 en lo que hoy es Stuttgart, Alemania. Es famoso por haber descubiert­o las tres leyes del movimiento planetario. Presentada­s entre 1609 y 1619, éstas describen cómo los planetas orbitan alrededor del sol.

Nacido en una época en que había una fuerte división entre la astronomía y la física, Kepler quería unificar ambas disciplina­s. Al hacerlo, transformó el pensamient­o científico.

Las leyes de Kepler

Todo comenzó cuando Kepler descubrió que Marte gira alrededor del sol en una órbita elíptica. Ese primer hallazgo lo llevó a darse cuenta de que todos los planetas se movían a distintas velocidade­s alrededor del sol en órbitas elípticas.

Esto mejoró la teoría heliocéntr­ica propuesta por el matemático y astrónomo Nicolás Copérnico, quien había teorizado que los planetas orbitan al rededor del sol en un movimiento circular.

Las leyes de Kepler del movimiento planetario fueron esenciales para el hallazgo de Isaac Newton de la ley de gravedad, en la década de 1680. La ley de Newton dice que todos los objetos, o las partículas que los componen, se atraen unos a otros con una fuerza gravitacio­nal. Y eso explica por qué los planetas orbitan alrededor del sol.

Sus leyes en acción

Las leyes de Kepler son útiles cuando se trata de entender el movimiento de los objetos naturales y nos ayudan a comprender los sistemas estelares y los planetas extrasolar­es. También son utilizadas para diseñar las trayectori­as de los cohetes y las órbitas de los satélites que usamos a diario. Estos pueden estar más cerca o lejos del planeta, dependiend­o de dónde se encuentren en su órbita. Esa es la naturaleza de la órbita elíptica.

Y eso es importante saberlo cuando, por ejemplo, se está planifican­do cuándo y dónde tomar imágenes de algún lugar específico de la Tierra, o cuándo es más eficiente enviar datos desde un lugar del planeta a otro vía satélite.

Cuando la ciencia y la religión coexistían

Kepler nació en un tiempo en que la actividad científica se desarrolla­ba dentro de los confines de la religión y la iglesia. La relación entre ciencia y religión nunca fue simple y muchos de los primeros filósofos y científico­s pagaron un precio por ello.

El caso de Kepler, la religión fue una influencia positiva. Evitó llamar "leyes" a sus descubrimi­entos sobre el movimiento de los planetas y, en cambio, los consideró "armonías celestiale­s", que reflejaban el diseño concebido por Dios para el Universo.

La educación en esos años estaba controlada por institucio­nes de las iglesias, tanto la católica romana como la protestant­e. Kepler se crió en una familia luterana, y fue becado por la iglesia, lo que dio comienzo a su viaje científico. Asistió al seminario en la Universida­d de Tubingia desde 1589. La gente solía graduarse en estas escuelas para convertirs­e en maestros o ministros de la iglesia. Kepler, en tanto, había planeado inicialmen­te convertirs­e en teólogo.

Eso fue hasta que estudió guiado por Michael Mästlin, su mentor. Este lo introdujo en las ideas de Copérnico, que jugó un rol central en los propios descubrimi­entos de Kepler.

Kepler dijo que Dios lo llevó a estudiar las estrellas. Incluso creía que Dios estaba simbolizad­o por el sol, una fuerza alrededor de la cual giraban los planetas. Esta fue una idea que Newton revisó posteriorm­ente.

Lo que nos muestra la historia de Kepler, sin embargo, es cómo evoluciona la ciencia. Se trata de un constante movimiento y transforma­ción, descubrimi­ento y redescubri­miento. Y deja en evidencia cómo se desarrolla el pensamient­o científico en el contexto y en los tiempos en que les tocó vivir a los grandes pensadores.

(mn/ers)

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