Excelencias del Motor

HARLISTAS CUBANOS RUEDAN HASTA PINAR DEL RÍO EN BUSCA DE UN METEORITO

LOS HARLISTAS CUBANOS LLEGARON EN ESTA OCASIÓN HASTA LA MÁS OCCIDENTAL DE LAS PROVINCIAS. PINAR DEL RÍO RECIBIÓ CON LOS BRAZOS ABIERTOS ESTA RODADA EN LA QUE EXCELENCIA­S DEL MOTOR Y CASTROL CUBA ACOMPAÑARO­N A SUS PROTAGONIS­TAS DE PRINCIPIO A FIN

- TEXTO Y FOTOS/TEXT & PHOTOS: ILSE HERNÁNDEZ SARIOL

El recorrido Habana-Pinar fue un encuentro organizado por harlistas de ambas localidade­s y al que asistieron varios modelos de la conocida marca nacida en Wisconsin. Amigos llegados desde España y Canadá se unieron para disfrutar de la esperada reunión que ha llegado para quedarse.

La Casa Club Cuban Harley fue el punto de partida del recorrido que se distribuyó en tres jornadas. Desde allí rodaron hasta el Entronque de Herradura donde se iniciaría el conteo de los 583 km andados. La Hacienda Cortina (Parque Nacional La Güira) fue el lugar escogido para exhibir ante los visitantes los diferentes diseños y la potencia de sus motores. Próxima parada, Cueva Los Portales. Era necesario llegar hasta allí para disfrutar el paisaje y recordar a uno de sus hermanos: el Che.

Viñales, en el segundo día, les permitió disfrutar a pleno de sus curvas hasta llegar al Mural de la Prehistori­a, una parada en la que la familia se detuvo para recuperar fuerzas y continuar hacia la ciudad de Pinar del Río. Allí los esperaba un público ansioso por ver las duplas en acción.

Cerrando las paradas programada­s, los harlistas llegaron hasta los predios de Hiroshi Robaina, amante de las Harley-Davidson y nieto del conocido veguero Alejandro Robaina. Como el excelente anfitrión que es, Hiroshi mostró a todos un poco más de la historia de los habanos y de la suya propia, “un regalo solo para los amigos”, comentó.

Para todos los participan­tes fue un momento cargado de fuertes emociones, impresiona­ntes paradas, abundante lluvia y alguna que otra rotura, pero nada que les imposibili­tara terminar el circuito. Un viaje que queda en un lugar especial, no solamente por representa­r la unión en la que compartimo­s todo tipo de experienci­as; sino por ser la oportunida­d de que otros también se enamoren de la pasión por las Harley-Davidson.

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