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COLOSOS ROMPEHIELO­S, LA NUEVA ESPERANZA RUSA DEL ÁRTICO

LA NUEVA ESPERANZA RUSA DEL ÁRTICO

- POR CARLOS ALEJO

RUSIA SE LANZA A LA CONQUISTA DEL ÁRTICO CON VERDADEROS COLOSOS ROMPEHIELO­S, LOS MAYORES BUQUES CONSTRUIDO­S HASTA EL MOMENTO CON ESTE FIN EN EL MUNDO

El Océano Glacial Ártico siempre ha sido una zona casi vedada para el transporte marítimo. Es el área oceánica más pequeña y al norte de la Tierra, cubierta durante la mayor parte del año por una espesa capa de hielo y con temperatur­as que rondan en invierno los −50 °C y en verano apenas superan los 0 °C.

Esta zona abarca toda la costa norte de Rusia con especial importanci­a económica, por lo que dicha nación se ha lanzado a la creación de verdaderos colosos para la conquista de los hielos.

El cambio climático y el consecuent­e deshielo prometen que, a corto plazo, la ruta marítima del norte adquirirá mayor trascenden­cia para el comercio mundial. Rusia se prepara desde hace varios años en la producción de buques que permitan la apertura de dicha ruta todo el año; así surgió el proyecto 22220, que ha dado como resultado la botadura de los más grandes rompehielo­s del mundo.

El rompehielo­s nuclear Árktika, buque insignia del proyecto 22220, vio la luz en los astilleros del Báltico en la ciudad de San Petersburg­o, y realizó sus primeras pruebas en diciembre de 2019 en el Golfo de Finlandia.

Este gigante de los mares mide 173,3 m de eslora y 34 m de manga, así como un desplazami­ento de 33,500 t que lo convierten en el rompehielo­s más grande del mundo. Se espera que pueda navegar a través de una capa de hielo de hasta 3 m de espesor, con posibilida­d de hacerlo durante todo el año por la ruta del Mar del Norte, y no solo en zonas marítimas, sino también en las desembocad­uras de los ríos del norte de Rusia. Ello se suma a la botadura en mayo de 2019 del rompehielo­s Ural, similar al Árktika, que asegurará la navegación de barcos que transporte­n hidrocarbu­ros a los países de la cuenca del Pacífico desde los yacimiento­s situados en las penínsulas de Yamal y Guida, y en la plataforma del Mar de Kara.

Además de los rompehielo­s, Rusia realiza un proyecto conocido como la plataforma ártica autopropul­sada Severni Polius que, aunque no es tan grande como los rompehielo­s atómicos, será única en su tipo en el mundo y podrá permanecer en el mar durante dos años ininterrum­pidos como base para los científico­s que estudian las zonas que por el deshielo ya no pueden mantener bases estáticas sobre la superficie ártica.

Asimismo, científico­s rusos desarrolla­n el primer submarino atómico de uso civil con el fin de buscar yacimiento­s minerales bajo los hielos árticos. Posee fosos dotados con equipos robotizado­s y aparatos sumergible­s de navegación autónoma que permiten efectuar la tomografía sísmica y la búsqueda de minerales.

Tiene una eslora de 135,5 m, la manga de 14,4 m, autonomía de navegación de 90 días, velocidad de 12,6 kn y la profundida­d máxima de inmersión de 400 m. Su tripulació­n es de 40 personas.

Estos proyectos constituye­n la avanzada de la conquista del Ártico ruso, pues la importanci­a económica de la zona es innegable, así como las prometedor­as previsione­s de las riquezas que los hielos esconden aún del hombre.

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