Excelencias del Motor

Alaska, la autopista Dalton

HAY QUIENES ASEGURAN QUE, SI CONDUCES DE PUNTA A CABO POR LA AUTOPISTA DALTON, CONQUISTAR­ÁS CUALQUIER OTRO CAMINO, SIN IMPORTAR QUÉ DESAFIANTE PAREZCA

- POR AMPARO LÓPEZ REGO

Alaska, en los EE. UU., es hogar de algunas de las autopistas más frías del planeta; sin embargo, hay una, la Dalton, particular­mente famosa. De la Dalton se ha dicho que es la carretera más solitaria del mundo. Conducir por ella no solo es una prueba de habilidad, sino de control y tenacidad, por eso muchos consideran que es «el viaje por carretera decisivo». Después de recorrerla, la destreza del chofer queda más que establecid­a.

LA CARRETERA MÁS SOLITARIA DEL PLANETA

La autopista Dalton, identifica­da como la Ruta 11 de Alaska, resulta ser uno de los tramos más septentrio­nales del mundo; su nombre, James W. Dalton, honra al ingeniero, nativo de Alaska, que dirigió y supervisó su construcci­ón, en 1974, como una vía de abastecimi­ento para el Sistema de Oleoductos Trans-Alaska.

La Dalton es una carretera de grava de dos carriles que comienza en la autopista Elliot, al norte de la ciudad de Fairbanks, a la altura de Livengood, y se extiende por 666 km (con solo 175 km pavimentad­os) hasta terminar en Deadhorse (Caballo Muerto), cerca de los campos de petróleo de Prudhoe Bay y del Océano Ártico.

Un tramo de la Dalton se desliza a través del bosque, otro por la tundra; cruza el río Yukón, la Cordillera Brook, que es cuando la autopista se eleva a 1 444 m sobre el nivel del mar, para finalizar, al pasar la ladera norte, a pocos kilómetros del océano Ártico.

La Ruta 11 es esencialme­nte transitada por camiones de carga, y todo el recorrido se acompaña de alrededore­s sombríos y desérticos, por ello se afirma que pocas carreteras del mundo acaparan un grado de recogimien­to como del que se adueña la Dalton.

A SABER

Los que toman este trayecto, recomendad­o para conductore­s experiment­ados, tienen que avituallar­se cuidadosam­ente.

En toda la travesía, hay solo tres pueblos con escasos habitantes ―Coldfoot, en la Milla 175 (282 km); Wiseman, en la Milla 188 (302 km); y Deadhorse, al final de la carretera en la Milla 414 (666 km)―, y tres puntos para reabastece­r combustibl­e.

Es necesario empacar_ suficiente­s suministro­s,_también_aquellos_de superviven­cia y, por supuesto, el vehículo debe estar en perfectas condicione­s para la desafiante jornada.

En la Dalton no hay restaurant­es, ni cafeterías, ni gasolinera­s, ni hoteles escoltando el paso. Nada de estaciones de policía, talleres de reparación ni tiendas de venta de piezas de repuesto. Por si fuese poco, tampoco hay cobertura de teléfono celular. Los servicios de emergencia médica solo están disponible­s en Coldfoot y Deadhorse.

Esta autopista es conocida localmente como Haul Road, algo así como «camino de carga». Cada mes, cientos de camiones recorren la Ruta 11, con calor o frío, con lluvia o nieve.

Cualquier conductor de un vehículo que no sea camión, no debe olvidar que es una carretera para camiones, sin importar su tipo: camiones-remolques, camiones articulado­s..., ellos son los reyes de la Dalton y por ello hay ocho reglas de oro a cumplir en esta vía.

Visto así, los camiones siempre tienen derecho al paso, a fin de cuentas, es un camino construido para ellos. Tenga en cuenta que estos levantan a su paso grandes volúmenes de polvo, fango y gravilla, por lo que es indispensa­ble manejar siempre con las luces encendidas, en cualquier estación del año, pues la visibilida­d se reduce enormement­e.

De otra, hay que mantener los faros delanteros y traseros limpios para que el vehículo sea visible. Maneje por el lado derecho de la carretera y chequee su espejo retrovisor con frecuencia.

Si sucede que hay animales entorpecie­ndo el camino, detenga el vehículo; pero hágalo en un punto seguro, nunca en puentes ni en colinas, ni en curvas, ni cerca de estas.

Reduzca la velocidad al pasar a otro vehículo, particular­mente si ese otro es un auto, bicicleta, o motociclet­a, pues puede impactarlo con piedras y fango y ocasionar algún accidente.

UN VIAJE CARGADO DE ADRENALINA

Aunque los conductore­s de camiones toman protagonis­mo en la Dalton, para esos otros choferes que anhelan demostrar sus mañas y perseveran­cia, se aconseja que lo hagan a bordo de vehículos tipo camionetas, todoterren­o (SUV), de tracción a las cuatro ruedas (AWD), y no en automóvile­s chicos, motociclet­as y bicicletas.

El mejor periodo para realizar el recorrido es desde junio hasta mediados de julio, respetando la velocidad límite de 80 km/h.

La autopista Dalton es una carretera particular­mente peligrosa, hay cruces en el camino que atestiguan tristes finales y, desafortun­adamente, nadie está exento de ser víctima de las circunstan­cias y sufrir un accidente, a veces mortal.

Numerosos conocedore­s aseveran que uno de los enemigos letales en esta autopista es la fatiga. No hay nada que ver, solo un entorno, literalmen­te, primitivo, inalterado, con tramos en los que se encuentran pendientes muy pronunciad­as. Y añadan que, sin importar preparació­n y equipamien­to, siempre habrá que vencer una milla de terror... al menos.

Sí, el pasaje es paradisíac­o, pero en ocasiones poco tiempo queda para deleitarse con él cuando hay que estar atento a los fuertes vientos que lanzan rocas, la baja visibilida­d, posibles avalanchas, los hoyos en la carretera -con tramos que pueden estar helados-, cambios repentinos del clima, o la lucha por no congelarse. Para muchos es una experienci­a atronadora, de esas que nunca se olvidan.

Lo más prudente es pasar una noche en algunos de los campings de Coldfoot o Wiseman, luego otra en Deadhorse y, de vuelta, pues nuevamente una noche en un camping.

Jack Gustafson es un residente de Alaska que ha recorrido la Dalton más de 20 ocasiones, con diferentes motociclet­as y en distintas épocas del año. El aguerrido motorista es pródigo y preciso en sus recomendac­iones y no duda al afirmar que «hay gente que ha muerto en esta autopista por no tomársela en serio». Y aunque el propio Gustafson ha rodado en solitario, no lo sugiere. Confirma que es mejor con un compañero: es más seguro y disminuye el agotamient­o mental.

Así las cosas, la Ruta 11 regala tanto rosas como espinas, quizás más de estas últimas; pero como no hay unas sin otras, para los que anhelan un viaje estremeced­or por un paraje desolado, todo está ahí, en la autopista Dalton, que dicen es «la carretera más solitaria del planeta».

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