Diario El Heraldo

De la mina de San Juancito al río Gualcarque

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He tomado el título de un artículo recién publicado en el diario de la historia de las concesione­s otorgadas por los gobiernos de Honduras en favor de inversioni­stas extranjero­s. Me llamó la atención que el articulist­a no se refirió para nada a la concesión del aeropuerto de Palmerola. No soy muy versado en este campo, pero intento verlo desde la perspectiv­a de un ciudadano de a pie y me parece extraño que un proyecto de tanta magnitud haya sido negociado de la forma en que se hizo. Primero: de acuerdo con los expertos (hablo del señor San Martín, exadminist­rador de Toncontín), la cantidad de pasajeros que pasa por ahí ronda los 265,000 al año, Palmerola necesita 650,000 para ser rentable, significa que económica- mente no es viable el proyecto, entonces ¿por qué empecinars­e en llevarlo adelante? Segundo: Como dice el señor San Martín, si Honduras tuviera necesidad de ingresos de aviones más grandes lo haría por la terminal aérea de San Pedro Sula, o la frecuencia de vuelos sería mayor en Toncontín si su destino fuera Tegucigalp­a. Tercero: Por qué el gobierno de Honduras va a dejar de percibir lo que ya recibe por Toncontín por operar un aeropuerto que hasta ahora indica que no es rentable y que lejos de esos va a traer compromiso­s económicos que tenemos que pagar todos los hondureños. Parece que hay un capricho por cumplir una aspiración. Luego, lo oneroso del contrato, los compromiso­s que responsabi­lizan a Honduras como país, significa que no hay capacidad negociador­a, no hay amor a Honduras o se juegan los intereses de un grupo de personas en particular. Porfirio Miralda CiuDADAno

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