Con otra óptiCa Pretérito imperfecto
se favorece a gobiernos conservadores de la situación, no innovadores; a líderes y figuras blandengues, no rebeldes, y a protocolos milenaristas de gobierno, asentados sobre bayonetas en vez de la voluntad colectiva.
Es fenómeno interesante. En el siglo XVIII ideólogos tan robustos como Descartes y Voltaire acabaron avalando la ocurrencia de “déspotas ilustrados”, es decir gobernantes que actuaran con mano imperativa siempre que las decisiones de su “modernización autoritaria” favorecieran al destino popular. De algún modo fue lo que concluyó igual aceptando la izquierda tradicional latinoamericana al soñar con dictaduras de proletariados, vanguardias sabias y prolongaciones desusuales de ciertos caudillos en el poder. El torcido, el perjudicado concluye siendo siempre el pueblo pues, contestataria o reaccionaria, la dictadura pugna por imponerse.
La derecha hondureña ––constituida por el liberalnacionalismo–– busca revertir totalmente el concepto de Estado de bienestar que fungió como mejor criterio de desarrollo durante el siglo pasado y que propone al ser humano (no a la divisa) como aglutinador de las políticas nacionales. Por el contrario, favorece la privatización de los servicios públicos y la visión del dinero como medida, cual cartabón absoluto, del arte de mandar, pretendiendo que, a estilo lucrativo, todo centavo por el país invertido reditúe, no importa si con ello empobrece a la clase media y hunde a los miserables. Para defender esa tesis, el bipartidismo corrió a juntarse de nuevo tras ser rechazado en urnas, burlando así el voto popular. Ese, empero, es error táctico.
El error más grave es el estratégico, consistente en creer que su malhadada doctrina ultraextractivista será alguna vez aceptada o que va a transcurrir sin despertar alergia, rechazo y desespero de los pueblos. Además de que el FMI mismo declaró ya un fracaso social al neoliberalismo e insta a gestar modernas propuestas, en la conciencia de los seres humanos humillados y depauperados por ellos (capitalismo y neoliberalismo) reside ya una pústula ––absceso, humor, llaga, ántrax–– o pus de rencor que lo empuja a la resistencia primero y a la erradicación después, a como dé lugar, de todo cuanto huela y hieda a expoliación humana y parasitismo económico, cultural y político, que no otra cosa es cualquier idea fascista o liberal hoy vigente.
En vez de seguir modelos ajenamente influidos, la derecha pudo crear frescos programas que, sin obliterar la ganancia, sembraran prosperidad mediante empleo, salud, vivienda y seguridad ciudadana como alimentaria, ofertando así ancho bienestar a las mayorías. Pero triunfó en ella más bien la ambición desbocada y el desenlace es solo inevitable asunto de tiempo: lustros, décadas lo más. No existe otra oportunidad histórica para los conservadores, la avaricia desmedida los condena a desaparecer, serán pronto pretérito imperfecto
El torcido, el perjudicado concluye siendo siempre el pueblo pues, contestataria o reaccionaria, la dictadura pugna por imponerse”.
“No existe otra oportunidad histórica para los conservadores, la avaricia desmedida los condena a desaparecer”.