País soñado La mujer, entre la inequidad y la iniquidad
el trato cruel e injusto pasó los límites con tantas mujeres asesinadas de forma horrorosa y bajo la sombra inmensa de la impunidad. También se subrayan los casos de violencia intrafamiliar, que culminan en golpizas infames, maltrato psicológico y económico. En las calles, el asedio contra las chicas es enfermizo, nunca falta un subnormal que les dice obscenidades y las toca de forma insolente. Y en los trabajos el acoso sexual es alarmante, tanto, que mu- chas damas han tenido que aprender a convivir a la defensiva de sus propios jefes, que las amenazan, las chantajean y hasta las injurian, perturbados por su lascivia.
Decimos nuestras mujeres porque se trata de nuestras hijas, madres, esposas, hermanas, sobrinas, novias, amigas, compañeras, vecinas, colegas, tanta gente querida que no queremos que sufran ninguna de estas expresiones de violencia. Pero, como ciudadanos, también debemos de entender que la igualdad y el fortalecimiento de los derechos de las mujeres son esenciales para erradicar la pobreza y construir una sociedad próspera, equitativa y relativamente feliz.
Así que además de las felicitaciones, la efeméride sirve para revisar la situación actual de la mujer, exigir el respeto a sus derechos y a los compromisos internacionales y corregir lo que haga falta para ir sacando a nuestro país de la barbarie