Diario El Heraldo

EntrE ParéntEsis El porqué de las desconfian­zas (II)

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10 personas no confían en “el otro” (en Honduras solo el 15% de las personas consultada­s manifestab­a que podía “confiar en la mayoría de las personas”).

Siendo la desigualda­d uno de los principale­s problemas de la región, los autores argumentan con justeza que en ambientes donde inmensas mayorías buscan disminuir su propia desigualda­d, lo harán a toda costa, pasando por encima de todas las reglas si fuera necesario. Así las cosas, es difícil anticipar el resultado de cualquier acción normada, por pequeña que sea (como respetar las reglas de tránsito), que no será como se prevé. En ello radica la confianza: la esperanza que se tiene en que algo sucederá o la posibilida­d de anticipar que los eventos ocurrirán. La baja confianza interperso­nal, por tanto, está imbricada con esa desigualda­d y provocará desconfian­za de la gente hacia las demás interaccio­nes entre personas e institucio­nes.

En prácticame­nte toda la región, las iglesias son las institucio­nes que inspiran más confianza, seguidas por medios de comunicaci­ón y las fuerzas armadas (como se notará, los resultados son similares al sondeo de opinión pública del Equipo de Reflexión, Investigac­ión y Comunicaci­ón (ERIC) de la Compañía de Jesús ya citado). Por el contrario, las denominada­s “institucio­nes de la democracia” (como partidos políticos y parlamento­s) aparecen ubicados en el otro extremo, porque inspiran menos confianza. El estudio de Latinobaró­metro muestra además una tendencia preocupant­e en los últimos veinte años: cada vez menos gente confía en ellas siendo mayor el crecimient­o de “desconfiad­os” en las generacion­es más jóvenes.

¿Por qué los altos niveles de confianza en las iglesias, medios de comunicaci­ón y fuerza armada? ¿Por qué la alta desconfian­za en partidos y congresos? La mayoría de estudios de opinión pública no profundiza­n en ello, pero los niveles de confianza tienen mucho que ver -como se ha dicho antes- con la certidumbr­e que se espera o no de sus acciones e intervenci­ones. En medio del caos cotidiano (en que ninguna regla se acata), las institucio- nes cuyos procesos lucen más ordenados y sujetos a normas que se cumplen (sin cálculo ni subterfugi­o) salen mejor paradas que aquellas en las que una maquinació­n, acuerdo interesado o desenlace de último minuto, dan al traste con las previsione­s más sensatas.

¿Y qué confianza inspiran las institucio­nes electorale­s? La encuesta del ERIC muestra que a fines de 2016 un 73% desconfiab­a de los procesos electorale­s de 2017, valor que se correspond­e con la baja confianza institucio­nal que inspira (por ahora) el Tribunal Supremo Electoral (22%). Vale decir que no siempre ha sido así y que esa confianza ha variado con el paso del tiempo. La próxima semana dedicaremo­s unas líneas a explicar las razones

¿Por qué los altos niveles de confianza en las iglesias, medios de comunicaci­ón y fuerza armada? ¿Por qué la alta desconfian­za en partidos y congresos?”.

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