Solo eso nos faltaba, la ONU nos declara país infeliz
Honduras quedó, según el informe anual que da a conocer la ONU sobre la felicidad en el mundo, para el 2017, en el puesto 104, de 158 naciones, y como el país más infeliz de América Latina. Cuando conocí esa noticia, comenté con una persona que está vinculada con el mundo académico y los dos coincidimos en que el organismo mundial, al no tener capacidad de liderar las propuestas y acciones para la resolución de los grandes problemas que aquejan a la humanidad, ha volcado mucho su trabajo en informes con un alto contenido subjetivo y hasta excéntricos.
No vamos a entrar en discusiones sobre el significado de la felicidad, no es el propósito de esta opinión, se trata más bien de hacer observaciones que tienen que ver con la metodología por medio de la cual se llega a conclusiones de carácter general, a partir de encuestas de opinión y de algunos datos estadísticos muy cuestionables como las veces que la gente se ríe, además de cuánto dinero se dona a las ONG.
Por otro lado, el mencionado estudio se hace, al parecer, sin un propósito serio orientado a dar respuesta a esa angustia que vive la población, especialmente la población que vive en esta parte del mundo donde las personas carecen de las más mínimas condiciones para vivir, no contando con los servicios básicos como salud, educación y vivienda. Alguien ha dicho, con algún sentido, que la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en la actualidad, el único papel activo que desempeña en la mayoría de los países subdesarrollados es contar los muertos y heridos que nos deja un modelo económico que cada día se vuelve más rapaz en la distribución de la riqueza. Si la ONU hiciera una fiel observancia a su carta constitutiva y a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, proclamada esta última en 1948, no habría necesidad de estar haciendo estudios sobre las deprimentes condiciones en que viven millones de seres humanos. Estudios serios han demostrado que la desigualdad es la enfermedad del siglo XXI, ya que la mitad de las riquezas del planeta está en manos del uno por ciento de la población mundial; si la riqueza fuera un pastel partido en dos, dicen los investigadores, el uno por ciento más rico se apropia de una mitad mientras la otra corresponde al 99 por ciento del resto de la población mundial.
La desigualdad del mundo también se va a expresar en un consumismo desenfrena- do que hace que unos pocos vivan la cultura de usar y tirar, teniendo esto graves consecuencias para el planeta, que cada día que pasa agota sus recursos, no solo los que le corresponden a esta generación, sino a generaciones venideras.
Mientras la inequidad aumenta en el mundo, es penoso que la ONU gaste recursos haciendo investigaciones sobre la felicidad en el mundo.
Este tipo de estudios no nos ayudan. No establece las causas profundas de los resultados que generan miseria ni se orientan a resolver los problemas verdaderos, lo que hacen es agregar un estigma más hacia nuestra condición de país pobre. Una perversa forma de discriminar a las naciones
Mientras la inequidad aumenta en el mundo, es penoso que la ONU gaste recursos haciendo investigaciones sobre la felicidad en el mundo. Este tipo de estudios no nos ayudan”.