Algo va a pasar
Hace algunas semanas, el gobierno de los Estados Unidos filtró a la prensa la declaración de uno de los cachiros, salpicando al expresidente Lobo Sosa, a diputados, alcaldes y altos exfuncionarios de su gobierno vinculados a tratos con los narcos. La semana pasada, el presidente Juan Orlando Hernández sostuvo sendas reuniones con tres de las más altas personalidades del gobierno de Donald Trump y no fue para hablar de fútbol.
Esta semana cierra primero con una declaración del Comité de Relaciones Exteriores del Senado Norteamericano, respaldando a la Cicig de Guatemala y a la Maccih de Honduras, y luego los tres fiscales generales del triángulo norte de Centroamérica fueron llamados a Washington a reuniones en las que se les reafirmó el respaldo del “Tío Sam” en la lucha contra la corrupción pública y privada.
Esto no es casual, es una obra sincronizada que se realiza en varias escenas. Desde la administración Obama, el gobierno de los Estados Unidos ha venido exigiendo a nuestros gobiernos que incrementen su lucha contra la escandalosa corrupción e impunidad en la que han vivido los últimos diez años las élites políticas y empresariales, pero poco caso le han prestado aquí a su socio del norte.
Los gringos pasaron de una presión diplomática sutil a una abierta, ya se cansaron, su intervención en procura de justicia en nuestras tres naciones es abierta. Los que entendemos de soberanía de los pueblos nos molesta esa actuación del imperio, pero, apretamos los dientes
"Alguien tiene que actuar para parar el descaro de políticos y empresarios con licencia para robar y matar”.
y entendemos que alguien tiene que actuar para parar el descaro de políticos y empresarios con licencia para robar y matar a plena luz del día.
Algo se está fraguando, algo va a pasar, está a simple vista, los funcionarios norteamericanos nos lo están diciendo: “vamos a castigar a los corruptos con nuestra justicia o con la de sus países”. Y lo que está por ocurrir es en Honduras, donde aún no se mete a la cárcel a un expresidente, o ex primera dama corrupta, el caso Callejas Romero obedece a otras aristas. Qué bien le vendría al país una redada de “mareros de cuello blanco”