Polémica Aborto, hipocresía politizada
“La vida humana es sagrada e inviolable. Todo derecho civil se asienta en el reconocimiento del primero y fundamental de los derechos, el derecho a la vida, que no está subordinado a condición alguna, ni cualitativa, ni económica, ni tanto menos ideológica”. “Desde la fecundación hay vida, no son apenas células ni la vida comienza cuando hay implantación”. “Considerar al ser humano como un bien de consumo, que se puede usar y luego tirar, es descartar también la vida. Las cosas tienen precio y son vendibles, las personas tienen dignidad y no tienen precio. La atención a la vida humana en su totalidad es una verdadera prioridad particularmente a esa mayoría indefensa, o sea, el discapacitado, el enfermo, el niño no nacido, el niño, el anciano”.
Francisco formuló estos conceptos a ginecólogos: “Cada niño no nacido, pero condenado injustamente a ser abortado, tiene el rostro del Señor, que aun antes de nacer y después apenas nacido, experimentó el rechazo del mundo. Y cada anciano,
El Poder Legislativo es la triste angostura, antes augusta cámara, donde legislan levantando la mano para no pensar”.
“Hace 49 años ejerzo medicina, 44 exclusivamente la ginecología y obstetricia, he visto todo, alegría y rechazo al conocerse un embarazo”.
aun si está enfermo o en el fin de sus días, lleva en sí el rostro de Cristo. No se pueden descartar. ¡No podemos eliminarlos!”. “Nuestra respuesta a esa mentalidad es un sí a la vida, no existe una vida humana más sagrada que otra”. “Ser médicos católicos otorga una responsabilidad mayor, los hospitales son lugares privilegiados de testimonio y de evangelización. Recuerden esa cultura, tiene un costo muy elevado, llama a la eliminación de los seres humanos, sobre todo cuando son físicamente o socialmente más débiles, tanto en hechos como en palabra, que esta es en todas las fases, a cualquier edad, sagrada y de calidad”. “No es lícito liquidar; matar una vida para resolver un problema”. “El aborto nunca es solución. Debemos escuchar, acompañar y comprender a fin de salvar dos vidas: respetar al ser humano más pequeño e inde- fenso, adoptar medidas que puedan preservar su vida, permitir su nacimiento y luego ser creativos en la búsqueda de caminos que lo lleven a su pleno desarrollo”. Señores legisladores, ayuden al discapacitado. Son miles. Olvidados. Hace 49 años ejerzo medicina, 44 exclusivamente la ginecología y obstetricia, he visto todo, alegría y rechazo al conocerse un embarazo.
Felicidad al recibir un niño sano y tristeza ante un recién nacido enfermo o mortinato. Sé de dolor y desesperación, pero más del gozo y agradecimiento. Atiendo con igual dedicación al que tiene fe y al impío que hoy hipócrita se santigua y politiza el aborto que ayer urgido solicitó. No hay regalo más grande de Dios que recibir un recién nacido y escuchar su llanto. “Y si en mis manos el paciente muere, haz Señor que vea, que fue tu voluntad y no la mía”