Diario El Heraldo

AtaLaYa Lectura de Amós y Honduras (1)

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y presidió un período de prosperida­d y aparente milagro económico.

Como sucede siempre, la prosperida­d fue el gozo de una minoría mientras la mayoría padecía privacione­s, produciend­o el contraste entre los que tienen hasta lo superfluo mientras tantos carecen de lo indispensa­ble. Como en la Honduras de hoy, en la que unos pocos están tan bien, que quieren que el estado de las cosas continúe mediante la reelección de los que se creen autores de algún bienestar y se creen predestina­dos para perpetuars­e en el poder.

“La religión servía para tranquiliz­ar la conciencia de la clase dominante, fomentando (en ella) el sentimient­o de superiorid­ad en relación con los otros pueblos”. En lo político, hicieron de ello la razón como para que una minoría decidiera por la mayoría.

En esas circunstan­cias, Amós comenzó a hablar, denunciand­o que la religión se había convertido en una mera fachada para encubrir la injusticia de un sistema inicuo, viciado de raíz, porque la riqueza y poderío de una minoría era presentada como la voluntad de Dios.

El libro de Amós inicia la literatura profética en el Antiguo Testamento, por lo que se puede afirmar que su libro “es una verdadera introducci­ón al profetismo, con todos los elementos básicos que caracteriz­an a los libros proféticos que surgirán posteriorm­ente”.

Es “la distribuci­ón desigual de los bienes producidos, que caracteriz­a el sistema tributario. En síntesis, el pueblo produce y el producto es acumulado por unos pocos”, por equivalenc­ia y analogía el poder que en Honduras debiera ser del pueblo o soberano es asumido por unos pocos del Partido Nacional, el partido oficial. “En general, se produce en el campo y se consume en la ciudad que, con el desarrollo, se convierte en el centro económico y político”.

Amós grita así contra esta situación: “Que fluya, sí, el derecho como el agua y corra la justicia como arroyo permanente” (5, 24).

La inequidad de Honduras en el istmo solo es superada por la de Guatemala; allá las víctimas son los indígenas y aquí los indígenas de seis etnias, los afrodescen­dientes y los mestizos, tan enajenados que son los que eligen uno tras otro a presidente­s rurales, con tan serios desequilib­rios psicológic­os como psiquiátri­cos, que podrían ser por sí mismos causales de remoción.

Allá, en el reino de Joroboam, los dominadore­s eran los asirios, por aquí son otros, unos nacionales y otros malos vecinos, que nos hacen escoger entre la zanahoria y el garrote, pero con las mismas inconsecue­ncias.

Entre los nacionales hay unos que se hacen llamar nacionalis­tas, que juran y requete-juran hasta llegar a ser perjuros, que reclaman que nadie había gobernado como ellos; con mucha razón porque hasta piden prestado para regalar lo que no tienen, aumentando la deuda pública interna y externa a niveles increíbles, hasta hacerla una deuda eterna, e impagable por falta de ética.

Creen que nadie detiene la reelección, igual creyeron otros antes del 28 de junio de 2009

Como en la Honduras de hoy, en la que unos pocos están tan bien, que quieren que el estado de las cosas continúe mediante la reelección”.

“Hay unos que se hacen llamar nacionalis­tas, que juran y requetejur­an hasta llegar a ser perjuros (...) que nadie había gobernado como ellos”.

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